Fun, fun, fun

IGNACIO CAMACHO – ABC – 19/08/16

· Este largo sainete merece el colofón chusco de unas elecciones el día de Navidad. O, mejor aún, el día de los Inocentes.

Este año de pura broma merece unas elecciones en Navidad y una jornada de reflexión –curiosa papeleta para el redactor del discurso del Rey– con los cuñaos pontificando en la mesa de Nochebuena. O quizá en Año Nuevo, con el pueblo soberano recién despertado de la gran resaca de Nochevieja. Incluso el 28 de diciembre, día de los Inocentes, efeméride perfecta para consumar la gran tomadura de pelo y convertir la papeleta de voto en un monigote clavado en la espalda de los españoles. No podría haber mejor colofón al largo sainete de la investidura imposible.

Bueno, sí podría: un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos con el respaldo de los independentistas catalanes. La «solución patriótica» que acaso sueña con liderar Pedro Sánchez para salvarnos de la comedia bufa mediante el gran sacrificio de llegar a presidente con 85 diputados sobre 350. Cualquiera de esos desenlaces es, por lo visto, mejor que el de dejar gobernar al doble vencedor en las urnas. Dónde se ha visto eso.

O Rajoy está muy seguro de que al final va a salir elegido, aunque sea al segundo intento, o su temperamento galaico le ha llevado a perpetrar el guiño sarcástico de una repetición electoral en Navidades. En su comparecencia de ayer, tras la entrevista con Rivera, no parecía exactamente un hombre satisfecho. Más bien se diría que estaba cabreado de haber tenido que conceder una fecha para ir al degolladero del debate. Tal vez el resultado de esa contrariedad sea la chusca decisión de situar el final de la cuenta atrás, fun, fun, fun, el 25-D; un desahogo algo siniestro o una medida de presión muy sui generis.

Por supuesto que las elecciones no tienen que ser el domingo. Se trata sólo de una costumbre que carece de rango de ley y no está escrita en ninguna parte. En la Transición hubo dos convocatorias de generales en día laborable: el miércoles 15 de junio de 1977 y el jueves 1 de marzo de 1979. Ambas las ganó en minoría Suárez… y le dejaron gobernar, dicho sea de paso.

Pero ya puestos a consumar el disparate de un año perdido convendría hacerlo bien, resaltar como es debido la ridícula excepcionalidad de un fracaso sin precedentes. Las cosas hay que terminarlas y esta falta de respeto debe culminar en un final a la altura de las circunstancias. Por qué conformarse con mediocridades. Si vamos a batir un récord de incompetencia inédito desde la Segunda Guerra Mundial, como dice el presidente, es menester no quedarse cortos y pensar a lo grande.

Al fin y al cabo esa convocatoria, si se acaba produciendo, será un hito histórico, ese término tan grato al periodismo. Hagamos historia con el calendario, ya que es probable que la abstención también alcance registros chocantes. La zafia parodia de estos meses de bloqueo sectario requiere una pirueta digna de su propio desatino. Generosidad y sentido de Estado no tendremos pero en punto a imaginación no nos gana nadie.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 19/08/16