Guapo, lástima

EL MUNDO – 03/05/16 – ARCADI ESPADA

· Causó un cierto arrebato hace unos días que el ex portavoz del Gobierno Miguel Ángel Rodríguez dijera en un tuit sobre la diputada Arrimadas: «Es físicamente atractiva como hembra joven. Políticamente es inconsistente». La medida de la gravedad del asunto la da el hecho de que hasta el macho beta Pablo Iglesias Turrión tuvo que salir en defensa de la presuntamente ofendida. Han pasado los días, he meditado en largos paseos junto al mar y sigo sin ver la ofensa del tipo machista que se denuncia.

He llegado a pensar si no estuviera en el hecho de que Rodríguez adjudique a la simple y efímera juventud la belleza de Arrimadas. Yo, la verdad, no veo en las palabras del ex portavoz nada distinto de lo que se ha dicho de muchos varones, desde Errol Flynn a Tom Cruise, bellezas desaprovechadas, guapos, pero pésimos en su trabajo. E incluso de lo que se dice del jugador Cristiano Ronaldo, al que cada 15 días gritan «tonto» en el estadio y cuya fama sus enemigos adjudican menos al manejo de la pelota que de sus pelotitas.

Pero es que ni siquiera hay que irse lejos de la política e incluso de la política española. Las alusiones a la belleza de Pedro Sánchez son casi siempre envenenadas hasta el punto de que ya pasa por ser el guapito de cara oficial de nuestro tiempo, aunque no se sepa por cuánto tiempo. Es indiscutible que la mayoría de veces que se le dice «¡guapo!» a Sánchez se le dice a la vez «¡lástima!». Y ya es hora de que las mujeres conquisten la libertad de tuitear la secuencia íntegra.

Porque la cuestión no es sólo que sea ridículo atribuir violencia machista declarativa a las palabras del ex portavoz Rodríguez. Es que la crítica contenida en ella es legítima, con independencia de que sea justa. Cuando se dice de un político que sólo es una cara bonita se dice que ha utilizado argumentos espurios, malas armas, para llegar a donde ha llegado. Y que la belleza puede ser en política, como en otras muchas artes, una forma de corrupción.

No entiendo cómo en un instante moral donde tan duramente se juzga cualquier corrupción y donde la lucha contra la desigualdad se ha convertido en un objetivo político principal pueda prohibirse que alguien denuncie una actuación peculiar de esos dos venenos. Hay varios estudios que prueban que los varones altos ganan más dinero. No está mal que alguien se preocupe de saber si tienen otra competencia, aparte de la altura. La ofensa de Rodríguez, su adversativa inmoral, habría sido decir: «Es fea, pero consistente». O aún peor: «Es consistente, pero fea». Unas hipótesis, en el caso de Arrimadas, puramente imposibles, desde luego.