Santiago González-El Mundo

El gran día de la paz estuvo a la altura de las expectativas que había generado y del comunicado que habían leído en trilingüe la víspera los dos terroristas en jefe, ‘Ternera’ y ‘Anboto’. Hubo dos escenarios para el ridículo teatrillo que escenificaron los batasunos y sus comisionistas junto a algunos convidados, como el presidente del PNV, e invitados de Podemos y de UGT. Todos ellos habían sido citados en Villa Arnaga, un palacete de Cambo-les-Bains, mientras la parte institucional de Euskal Herria representada por el lehendakariUrkullu y la presidenta Barkos se daban cita en el Palacio del Señorío de Bértiz, 49 kilómetros al norte de Pamplona.

Los dos actos quedaron notablemente fallidos. El de Cambo sólo contó con dos voces disonantes, la del representante de UGT, crítica y criticada, y la del presidente del PNV, Andoni Ortuzar, que repitió una expresión que debe de satisfacerle mucho: «Sin ETA, la sociedad vasca se ha sacudido el plomo de las alas y puede ser lo que quiera ser». La sociedad a la que cita Ortuzar no ha tenido que sacudirse plomo alguno, porque en los 50 años que han pasado desde el asesinato del guardia civil Pardines no ha sentido el impacto del plomo, ni en las alas ni en ninguna otra parte. Las 853 víctimas de ETA se han quedado con el plomo para siempre.

Fue muy notable la intervención del irlandés Bertie Ahern, que mostró estar en la higuera al mostrar su satisfacción por el reconocimiento de las víctimas que había hecho ETA en su mensaje del adiós. Ni siquiera se las mencionaba. El acto fue una representación en la que los organizadores reivindicaron la paz, la disolución de la banda para los mediadores internacionales, cuya cabeza más visible, Brian Currin, abogó porque la fecha del evento, el 4 de mayo, sea proclamado día del pueblo vasco y se mostró dispuesto a seguir colaborando, es de suponer que aplicando las tarifas anteriores.

Después de Ayete I tenía que llegar Ayete II, o sea, Cambo-les-Bains. Mientras, en el Señorío de Bértiz, Urkullu y Barkos se citaron aunque no sepamos del todo para qué. Ambos leyeron sendos comunicados sin relación entre sí, sin dar opción a que los periodistas preguntasen, y en esto puede que haya un homenaje oculto a la organización autodisolvente y a sus extensiones. Después de todo, las comparecencias sin preguntas fueron un invento de Herri Batasuna. La doctrina les fue entregada a los asistentes en cuatro folios sin una palabra explicativa, en los que se colaban de matute propuestas y compromisos tras el anuncio de la definitiva desaparición de ETA.

Llama la atención la propuesta de crear un grupo de trabajo sobre política penitenciaria entre los gobiernos que ambos encabezan y el Gobierno español que desarrolle los acuerdos que alcancen en Navarra y en Euskadi, a ver si en esto también va a tener algo que decir el Congreso de los Diputados. Y al Gobierno de España, ¿le toca algún papel? Naturalmente: cumplir lo que acuerden los parlamentos vasco y navarro. Tanta ridiculez no la superan ni contratando a Puigdemont y Torrent como asesores externos.