Hispano-vasco

EL MUNDO 04/05/17
ARCADI ESPADA

LA DIFERENCIA principal entre Susana Díaz y Pedro Sánchez es que una no quiere y el otro no puede pactar con el partido Podemos. A efectos prácticos no hay gran diferencia. Por más que del mucoso bullshit que es capaz de soltar esa boca pueda deducirse lo contrario, Sánchez no podría pactar jamás con un partido que exige la liquidación de la soberanía constitucional.

La candidata Díaz ha perdido ahora una oportunidad de establecer una diferencia vigorosa con su adversario. Mientras Sánchez sigue instalado en su beocio, y un punto rumiante, no y no, la candidata debió defender una profunda negociación de los presupuestos con el partido que gobierna. Y debió hacerlo en nombre de la igualdad de los españoles, caro concepto de la tradición socialista. Quizá le habrían dicho que eso iba a dañar sus expectativas de victoria en las primarias. Pero también debió ser clara entonces su respuesta: no merece la pena dirigir un partido que no comprende que sus pasiones privadas no pueden sobreponerse a los intereses públicos.

Me invento una Susana Díaz, por supuesto, pero es libérrima facultad del columnista. Lo que no me invento es que la actitud de los socialistas respecto a la negociación presupuestaria no la pagarán ellos, al menos de inmediato, sino buena parte de los españoles. El pacto alcanzado entre el Pp y el Pnv es un nuevo capítulo de las sórdidas negociaciones y los sórdidos resultados que se producen cada vez que hay un gobierno español en minoría y los nacionalistas pueden echarle una mano al cuello. Desde los nacionalistas hay poco que objetar. Por su naturaleza nunca han pensado en términos generales y la única cohesión social que les interesa es la de sus territorios, aunque muchas veces, ciertamente, confundan territorios con personas. Pero desde el gobierno del Estado sí hay mucho que objetar. El pacto es un ejemplo flagrante de bilateralidad y, en consecuencia, un ejemplo a imitar de injusticia retributiva.

El Pp deberá explicar con difícil claridad por qué conviene a los intereses de España este pacto, antes que una nueva convocatoria electoral. También C’s habrá de documentar qué se siente después de una primera vez con los nacionalistas. De quienes no se espera una palabra es de los socialistas: el pacto hispano-vasco es también obra suya y cualquier reproche a sus disposiciones sería un inconcebible y cínico reproche a sí mismos.