Huerta murciana y pampa argentina

EL MUNDO  23/02/17
JORGE BUSTOS

Podemos ya tiene su propio Valle de los Caídos. Tal era el nombre autoparódico que daban a sus escaños los diputados del PP relegados a las últimas filas del Hemiciclo por discrepancia con el líder. Del Cuelgamuros morado cuelgan los descolgados del pablismo: Sergio Pascual, Alberto Montero, Tania Sánchez o Juan Pedro Yllanes, aunque este se afana ahora por hacerse perdonar su herejía errejonista elevando el tono contra Ciudadanos, que es la mejor manera de complacer a Alfa y a Beta (Pablo e Irene). Quienes por cierto saben complacerse solos, si hemos de creer que la escena de caramelo difundida ayer por La Vanguardia no es un falso robado. Almíbar comunista aparte, el castigo para Errejón resulta más sutil: aparece encajonado entre Garzón y Mayoral en la tercera fila, por aquello de tener más cerca a tus enemigos. Iglesias recitó la letanía de la cleptocracia nacional para gozo de platós justicieros e indiferencia de don Mariano, que musitó: «Menos mal que usted no es Robespierre».

Dastis va cobrando protagonismo en estas sesiones, sin duda contra su voluntad. El PSOE le preguntó por los refugiados; Dastis leyó un papel. Errejón se travistió de Evita retórica para afearle su connivencia con Macri; Dastis leyó un papel. Garzón retrocedió a los 70 –todo un avance en su caso, porque él parte de 1917– y le preguntó cómo pretende evitar que el imperialismo torture doncellas en Rota y en Morón; Dastis leyó un papel. Dastis es el hombre ideal para una escalada de la prima de riesgo, para contener el desastre de Chernobyl o para resistir el blitz alemán: basta leer el papel adecuado. Don Mariano puede estar satisfecho de su elección. Otro ministro muy interpelado fue Catalá, a quien le reprocharon su afición a testar la docilidad de los fiscales; el titular de Justicia vino a lamentar que no le hicieran tanto caso, que ya le gustaría.

Pero en los pasillos se hablaba de dos lugares: Murcia y Argentina. De Murcia porque Maíllo insistía en que el presidente Sánchez no está imputado por corrupción, cuando podía haber dicho la verdad: no están dispuestos a sacrificar semejante pieza en vísperas de un congreso orgánico solo porque los de Rivera se pongan pijos. Pero Rivera avisa que quien más tiene que perder aquí es el PP. Si en marzo el juez desimputa a Sánchez, levantarán el cerco. Pero si el investigado pasa a ser encausado y el proceso echa a andar, el PP deberá elegir entre seguir mandando con otro fulano o ser apeados del poder mediante una moción de censura que entronice a un socialista en minoría. Tras dos décadas de ejecutoria monocolor, al PP no le conviene que llegue un extraño a orear alfombras que –sospecha la oposición– podrían haber criado ácaros del tamaño de una imagen de Salzillo. En todo caso, C’s admite que el huerto murciano ha puesto sordina a su estelar proyecto de ley anticorrupción, menos exigente en aras de su aprobación que lo pactado con el PP. El primer gran pulso entre conservadores y liberales está echado. Girauta opina que la presión creciente acabará rindiendo al barón murciano. Veremos quién pierde aquí, si el músculo regeneracionista naranja o la cachaza marianista aderezada de presunción de inocencia.

En cuanto a la visita del presidente Macri, lo aplaudió en pie todo el Hemiciclo cuando hizo su aparición entre solemnes maceros. ¿Todo? ¡No!: una aldea de irreductibles populistas y separatistas resiste todavía y siempre a la romanización. No aplaudieron, pero se pusieron de pie. No se quitaron la ropa ni aullaron. Quien niegue el progreso humano es que está ciego. «Esperábamos más de Podemos», me susurró un miembro de la delegación argentina. Y marchó a comer un asado, dentro de la más estricta normalidad democrática.