Editorial EL MUNDO

A UNA semana de las elecciones generales, y a falta de los debates que se presumen decisivos, el panorama que se perfila en el tablero político arroja una situación de casi empate técnico entre los dos bloques en liza. La encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO confirma, pese al previsible triunfo socialista, que las opciones de gobierno siguen completamente abiertas. El PSOE será la lista más votada, y lo hará con una ventaja de casi medio centenar de escaños sobre el PP. Su victoria, en cambio, puede ser insuficiente para que Pedro Sánchez continúe en La Moncloa. La foto que dibuja esta encuesta es que la suma de PSOE y Podemos alcanzaría los 174 escaños, exactamente igual que la de PP, Ciudadanos y Vox, en la banda más alta. Este resultado es la consecuencia de la concentración del voto de izquierdas alrededor del PSOE, en contraste con la fragmentación del centroderecha. De hecho, en porcentaje de voto, el bloque conservador se situaría levemente por encima.

Del sondeo cabe colegir algunas conclusiones que, no obstante, hay que acoger con prudencia teniendo en cuenta el elevado número de indecisos y el posible baile en la asignación de escaños por la amplitud de las horquillas de voto. El hundimiento del PP –13 puntos menos que en 2016– no se explica sin la irrupción de Vox, que podría alcanzar los 32 escaños. Ciudadanos mejoraría sus resultados de forma modesta, al pasar del 13,1% al 15% de los sufragios. Por su parte, el PSOE se dispara: de 85 escaños a un máximo de 133, con más del 30% del voto. En cambio, Podemos se desploma. Perdería un mínimo de 30 escaños de los 71 que obtuvo en los últimos comicios.

Hay que subrayar que la división entre bloques en estas elecciones no esta marcada por la clásica divisoria ideológica sino por una coyuntura en la que está en juego la preservación del modelo constitucional del 78. Es evidente, no obstante, que la división de la oferta electoral lastra las opciones del centroderecha de arrebatar el Gobierno a los socialistas. Sin embargo, en contra de las eufóricas previsiones de Ferraz en el arranque de la campaña, la realidad es que la igualdad entre bloques aboca al 28-A un escenario de incertidumbre. Es cierto que, en principio, el PSOE tiene más opciones de pacto en el arco parlamentario, teniendo en cuenta la oposición frontal del PNV y Compromís a un Gobierno apoyado por Vox, y el indisimulado interés mostrado por los independentistas para seguir teniendo a Sánchez como rehén suyo en La Moncloa. El grave traspié de Sánchez con el caos de los debates ha puesto a la defensiva al candidato socialista, que necesita abandonar el perfil plano que hasta ahora le había valido para aglutinar el voto útil frente a «la derecha de tres siglas». En este contexto, los dos debates a cuatro pueden ser fundamentales para decantar a los indecisos y marcar el ritmo final de una campaña tan bronca como decisiva.