ABC-LUIS VENTOSO

¿Por qué tacha Sánchez a PP y Cs de «ultraderecha»?

COMO el periodismo español está como está, se ha prestado escasa atención a una grave declaración del presidente del Gobierno en sede parlamentaria, pronunciada el martes. Desde la tribuna del Congreso, el lugar más solemne de nuestra política, Sánchez señaló a PP y Ciudadanos como partidos de «ultraderecha». La acusación es burdamente mendaz, y por lo tanto inadmisible, y tiene un objetivo evidente: ir estigmatizando a esas dos marcas con un logo extremista que las haga merecedoras de la exclusión política. Se trata de erigir de nuevo el famoso «cordón sanitario» con el que el zapaterismo intentó maniatar al PP, cercándolo como una formación que no debía acceder al poder bajo ningún concepto.

Los partidos de ultraderecha se caracterizan por enarbolar la pancarta del rechazo al extranjero, muchas veces incurriendo en la más flagrante xenofobia. Nada de eso hay en PP y Ciudadanos, ni en sus programas. Los partidos de ultraderecha recelan de la democracia parlamentaria y sus usos, y abogan por caudillos fuertes que superen el clásico juego de la alternancia. Nada de eso hay en PP y Ciudadanos. En economía, la ultraderecha es antiliberal y amiga del proteccionismo populista. Tampoco ahí concuerda con PP y Ciudadanos. Por último, sus maneras son levantiscas y hasta groseras. De Rajoy y su Gobierno se podrán criticar muchas cosas, pero siempre observaron la corrección en sus declaraciones y formas. Rivera es más fogoso, pero también guarda la compostura debida al adversario y dista de ser un demagogo a lo Salvini.

El epíteto que lanza Sánchez contra PP y Ciudadanos es muy revelador, porque indica el mayor de los daños que está haciendo a España este inesperado presidente no votado. Para ver cumplida su obsesión egotista de morar en La Moncloa sin haber ganado las elecciones, Sánchez no ha dudado en dinamitar el acuerdo de mínimos que unía a los tres grandes partidos constitucionalistas, que suponía la primera barrera de defensa frente al separatismo y aportaba una elemental estabilidad al país. Y lo que es más grave, para sostenerse en el poder ha construido una alianza alternativa que ataca directamente los cimientos de la nación, pues gobierna con el apoyo de los independentistas y del partido comunista antisistema Podemos (cuya nueva misión manifiesta es ya intentar demoler la monarquía). Para tratar de justificar su traición al constitucionalismo, Sánchez necesita embadurnar rápidamente la imagen de PP y Ciudadanos, caricaturizarlos como radicales ultramontanos con los que de nada se puede hablar o pactar.

Esta es la auténtica partida en juego en España. Por eso resulta decepcionante que en lugar de explicar cómo van a luchar contra la envolvente de Sánchez, los separatistas y los antisistema, Casado y Soraya, llamados a liderar el centro-derecha, se limiten a cruzarse vídeos cutres (aunque veraces) por manos de terceros y a debatir tan solo sobre sus respectivas cuentas de la lechera congresuales.

Espabilen, porque Sánchez se está pagando su campaña electoral a costa de La Moncloa y quiere inhabilitar socialmente al conservadurismo.