Investir al PP… o el mal menor

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 15/10/16

· Para quienes viven instalados en un confortable mundo de buenos y malos, disfrutando su maniqueísmo de pocos matices, es fácil aferrarse al no es no. Desde hace días, ante la posibilidad de que los socialdemócratas apoyen a los conservadores del Gobierno, muchos barones y periodistas se rasgan las vestiduras exhibiendo los galones higiénicos de una coherencia inflexible desde su atalaya moral: se dijo no es no, y es no.

La torería noesnoísta se fundamenta en algo que sintetizaba Sánchez-Cuenca, látigo de intelectuales, en su artículo El valor del no: la anomalía de permitir gobernar a una organización carcomida por la corrupción amenaza la salud democrática del país.

Bien, sin duda la corrupción en el PP es repugnante. Génova, que presumía de oasis como el pujolismo, ha sido una ciénaga hedionda. Todos los nombres de aquel retablo siniestro deberían estar liquidados políticamente de tener las mínimas hechuras de cultura democrática. Claro que aquí no se plantea ¿apoya usted la corrupción del PP o no? Si ese fuese el debate; resultaría sencillo corear ¡no es no! ¡no es no! Esto va de formar Gobierno; algo sin duda más complejo, tras dos convocatorias a las urnas. Y esto no sucede en los Mundos de Yuppi, sino en un Parlamento donde el PP tiene 137 escaños, medio centenar más que el PSOE, y suma una mayoría solvente de 170 con C’s y CC, aunque Podemos y los independentistas abren otras opciones.

Ante ese proceso, hay otras preguntas que hacerse. Una podría ser: ¿incluiría usted en el Gobierno a un partido cuyo objetivo declarado es deshacer el Estado? Naturalmente es también relevante.

Y se puede mejorar, al estilo de quienes le dan un barniz tremendista a sus vetos: ¿incluiría usted en el Gobierno a un partido cuyo objetivo declarado es deshacer el Estado sin respetar las leyes tras años de propaganda falsa para envenenar a la sociedad?

Hay otras: ¿apoyar o no a un partido con la convicción de que empobrecerá al país?

Versión mejorada: ¿…a un partido cuya ideología protocomunista ha demostrado fracasos estrepitosos en todas sus experiencias históricas?

Esas preguntas son pertinentes. Y otras. En todo caso, la reducción del debate a eso es absurda. Aquí se trata de sacar un gobierno y básicamente se han visto dos opciones: investir a Rajoy con 170 síes; o vertebrar una alternativa de PSOE+Podemos+Independentistas. Esto, contra los noesnoístas, no dirime entre buenos y malos. Se trata más bien del clásico dilema de el mal menor; un reto normal en las sociedades democráticas maduras. En definitiva el PSOE y sobre todo CiU también tienen mucha corrupción detrás como el PP, e incluso Podemos tiene sus sombras. Pero no se elige corrupción sí o no; se suman votos y se valora confianza, consistencia, expectativas.

Este dilema, como advertía Maquiavelo, va de «tomar por bueno el partido menos malo». Aristóteles defendía el mal menor, algo que después recuperaría Kempis, aunque la doctrina cristiana a menudo se haya pronunciado en contra. Claro que no hay nada más parecido a un fundamentalista religioso que un comunista ortodoxo. De hecho, el valor del no es letanía de Escrivá de Balaguer.

Se comprende que algunos traten de distorsionar el debate como si se tratara de apoyar o no apoyar la corrupción del PP. Es un falso dilema, pero útil. Y, por supuesto, quienes reducen la cuestión a esto, lo saben. Sencillamente hay que sacar Gobierno y ellos prefieren PSOE+Podemos+Independentistas. Esa es una opción, claro, pero dejen de parapetarse en el burladero de la moral exquisita.

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 15/10/16