Josep Piqué: «El Gobierno en el que yo estuve también se equivocó con Cataluña»

Entrevista a JOSEP PIQUÉ – EL MUNDO – 07/01/17

Josep Piqué
Josep Piqué

· Josep Piqué asoma del cuello de su camisa como un galápago sonrosado. Las tortugas son animales longevos y Piqué parece haber vivido mucho más de lo que sus 61 años invitan a pensar. Ha sido muchas cosas: cuatro veces ministro con Aznar, presidente del PP catalán, presidente de Vueling y hasta hace seis meses consejero delegado de OHL. Pese a la metáfora, el político (¿alguna vez se deja de serlo?) se resiste a continuar en el caparazón que podría ofrecerle su trayectoria en la empresa privada y se atreve a decir algo que parece un contrasentido: los políticos no han hecho política en Cataluña.

PREGUNTA.– ¿Qué quiere decir?

RESPUESTA.– Hacer política es llegar a las conciencias de los ciudadanos a través de la exposición de argumentos, de debates… En resumen: no rehuir la confrontación democrática con el adversario. Hay que explicar la historia, las relaciones económicas, porque si no contrapones argumentos, la naturaleza tiende al horror al vacío y van cuajando los argumentos de los adversarios. Al final una parte significativa de los ciudadanos de Cataluña se ha acabado creyendo eso de que España nos roba. Y se debe arropar a los catalanes que quieren seguir en España.

P.– ¿Es que antes no se ha hecho?

R.– No pondría el énfasis en estos últimos cuatro años. Ahora ha primado la respuesta legal porque se ha producido un desafío jurídico e institucional por parte del Gobierno catalán. Pero la falta de respuesta y de combate ideológico no se lo atribuiría sólo al anterior Gobierno. Todos los gobiernos, incluso en los que yo estuve, también se han equivocado y han tenido la misma responsabilidad. El Gobierno debe de estar mucho más presente en Cataluña para explicar sus políticas y hablar con su sociedad. Es vital que los catalanes recuperen su vinculación afectiva con el resto de España.

P.– La situación es complicada.

R.– Desde la implantación del régimen autonómico, Cataluña ha sido gobernada por un partido (CiU), que mientras contribuía al proyecto español con su apoyo a los diferentes gobiernos, había iniciado un proceso de construcción nacional a través de tres palancas. La primera es el sistema educativo y yo creo que ahí se ha puesto demasiado énfasis en la lengua en lugar de los contenidos. La lengua no tiene que ser un problema; lo que genera alejamiento y distanciamiento emocional es cómo se enseña la Historia, la Geografía… La otra palanca ha sido, sin duda, la política de medios de comunicación tanto públicos como subvencionados. Y la tercera es la aceptación implícita —y a veces explícita— de los gobiernos centrales del progresivo oscurecimiento de los símbolos españoles en Cataluña. La realidad es que en muchos sitios se vive como si Cataluña ya fuera independiente.

P.– Pero el último barómetro catalán indica que el independentismo no es el sentimiento mayoritario.

R.– Ahí la buena noticia es que después de tantos años de agitación y de ocupación del espacio, el nacionalismo no ha conseguido que exista una mayoría social para lograr que el proceso político no sea imparable. El independentismo como idea política yo creo que está derrotado pero lo que no está derrotado es la idea de que España no es un buen negocio y que qué es eso de que no nos dejan hacer un referéndum aunque sea para votar que no.

P.– ¿El Gobierno está dando pasos en la buena dirección? Saénz abrió despacho en Barcelona.

R.– Yo también tenía despacho en la Delegación del Gobierno pero eso no sirve de nada si el incremento de la presencia no se traduce en un incremento de la interlocución entre el Gobierno y la sociedad catalana, que debe ir siendo consciente de que el Gobierno de España es también su Gobierno. Y que hay muchas cosas de las que hablar que no son las relativas a la soberanía. Cosas que merece la pena atender como cambiar el sistema de financiación autonómica.

P.– ¿Otra vez más?

R.– Sería la séptima vez desde la Transición… pero hay que adaptarlo a la realidad. Éste es un debate federal que a mí no me asusta en absoluto. Es el mismo debate que tienen en otros países. Y, por ejemplo, no creo que esté mal hablar del corredor mediterráneo, que es una necesidad para la economía en España…

P.– Insisto. ¿Por qué no lo ha hecho antes el Gobierno?

R.– Son asuntos ligados a la economía y acabamos de pasar por una crisis dura… aunque quizás se podía haber explicado que no es que no se quisieran llevar a cabo, sino que se habían aparcado temporalmente.

P.– Pero eso requiere un interlocutor. Y en el Gobierno catalán no parece haberlo.

R.– Cierto. Y eso sólo se podrá resolver a través de sucesivas convocatorias electorales y ahí es donde la confrontación política, de argumentos y posiciones es clave. En este momento, la composición del Parlament es imposible para cualquier tipo de acuerdo porque Junts pel Sí es una amalgama compleja y sin liderazgo.

P.– ¿Cree que se llegarán a poner las urnas como en 2014?

R.– El referéndum no se va a hacer y las elecciones van a ser inevitables. El referéndum es para ellos un argumento que esgrimen para decir que la Ley no puede estar por encima de la Democracia; eso les sirve para mantener cohesionada a la parte de la sociedad que lleva cinco años movilizada. Y esa tensión sólo se mantiene con objetivos aunque sean utópicos. Pero eso en política democrática tiene sus límites. Por eso, las tendencias en las nuevas encuestas. Si se profundiza en las respuestas, uno se percata de que hay independentistas recientes que, si se les ofrece un marco de entendimiento, estarían dispuestos a ceder. Pero claro, para ofrecer eso hay que hacer política en Cataluña. Y en España.

P.– Y que los españoles entendieran el nuevo marco para Cataluña.

R.– Sí, porque ese es un golpe terrible para esa mayoría de catalanes que aun se sienten españoles. Lo último que esperan es que el resto de españoles no fuésemos solidarios con ellos.

P– Los indepes dicen que la desafección viene de la sentencia del Constitucional que tumbó el Estatut.

R.– Ese es un pretexto. Todo el proceso estatutario fue demoledor desde el inicio. Se cometió el error de pensar que se podía cambiar la arquitectura institucional de España sin consenso y Zapatero dijo aquello que aceptaría lo que saliese de Cataluña. Eso fue gravísimo.

P.– Precisamente, hace unas semanas se criticó a Saénz de Santamaría porque dijo que se debería haber buscado un consenso con el PSOE en el Estatut.

R.– No entiendo las críticas a Sáenz de Santamaría. Yo creo que lo que quiso transmitir la vicepresidenta es que no podemos volver a reformar nuestras instituciones sin el consenso de una amplia mayoría de los españoles y eso lo comparto al 100%.

P.– ¿En esa línea irá su think tank con Borrell y Francesc de Carreras?

R.– No está fundado aún. Es una idea que responde a esa necesidad de hacer política pero no hay nada concreto. Espero que cuaje, aunque no tengo un papel impulsor.

P.– Y además está usted en Faes. Aznar ha sido de los más críticos con Sáenz de Santamaría.

R.– La opinión de Aznar tiene un plus y él es libre de expresar lo que quiera, pero yo creo que Faes tiene que centrarse en un sujeto social, en la generación de ideas para el debate democrático, no en la participación del debate político cotidiano, coyuntural o de carácter partidista. Si Faes hiciera eso, se desvirtuaría.

P.– A usted el Estatuto le costó un periodo amargo

R.– Fue un debate poco enriquecedor, porque estaba contaminado por el pacto del Tinell [que buscaba la exclusión del PP de la vida política].

P.– Precisamente, la campaña que el PP hizo entonces por el no a la reforma del Estatut fue muy política.

R.–Sí lo fue. Y era el resultado de ese pecado original de exclusión que era el Tinell. Pero fue una respuesta que quedó confusa. Algunos lo interpretaron como un voto en contra de los catalanes. No se explicó bien.

P.– En un marco de reforma constitucional, ¿sería usted partidario de reconocer algún tipo de singularidad para Cataluña?

R.– La Constitución ya recoge esas singularidades, pero siempre es algo de lo que se puede hablar y de hecho hay insignes juristas que están a favor de ese reconocimiento.

P.–Como Muñoz Machado. [Muy escueto: un referéndum en Cataluña sobre un nuevo estatuto y su posterior encaje mediante una reforma constitucional que debiera votarse también en España].

R.–Coincido bastante con él. La Constitución española que es cuasifederal desde el punto de vista práctica y con componentes de carácter confederal (como en País Vasco y Navarra). Si al final se busca algún elemento de reconocimiento simbólico que pueda llevar a resolver el problema y todo el mundo está de acuerdo yo no lo vería mal. De hecho, algunas singularidades ya están recogidas en la Carta Magna. País Vasco y Cataluña tienen sus propias Fuerzas de Seguridad.

P.– ¿Cómo se hace pedagogía del derecho a decidir?

R.– Explicando que ese derecho a decidir encubre el negarle derecho a decidir al resto de los españoles. Y si tengo que decidir si me amputan un brazo, lo quiero hacer yo, no que lo haga el brazo.

P.– Pues si que tiene usted un brazo inteligente. ¿El Gobierno está haciendo ahora lo que debería haber hecho antes?

R.–Bien está lo que llega. Yo creo que empezar ahora a discutir lo que se debería haber hecho puede tener sentido pero dejemos las responsabilidades a los historiadores.

 JOSEP PIQUÉ – EL MUNDO – 07/01/17