‘Koleta borroka’

EL MUNDO 21/10/16 – F. JIMÉNEZ LOSANTOS

· Dos días después de que Pablo Iglesias, en un mitin en Malasaña ante doscientos incondicionales en el que reivindicó la violencia callejera frente a la democracia parlamentaria, señalara a González y Cebrián como los responsables de que pueda haber un Gobierno del PP –y que él hubiera evitado absteniéndose en la investidura de Snchz, en vez de votar no con Rajoy–, González y Cebrián fueron objeto de uno de esos típicos actos de matonismo podemita que llaman escraches.

Como es natural, ni Iglesias ni los supuestamente moderados Errejón y Maestre han condenado lo que los tres dijes del populismo comunista perpetraron contra Rosa Díez. Lógico: ni creen en la democracia ni dejarán de envilecerla hasta convertirla en dictadura. Pero hay dos datos importantes en el ataque a los dos grandes prebostes de la izquierda instalada en estos últimos treinta años que marcan una diferencia esencial con respecto a otros actos de matonismo similares.

El primero es que el piquete –otros 200, sí– fuera convocado vía Instagram por un círculo podemita y llegara en autobús luciendo capuchas al típico estilo kale borroka, caretas con nombres de terroristas víctimas del GAL –que nadie en Madrid recuerda–, carteles pidiendo la suelta de etarras y aporreando la puerta del Aula Tomás y Valiente, asesinado por la ETA. Iglesias opta por la koleta borroka. Y es lógico: Podemos tiene dos fuentes de poder real: los ayuntamientos que le presta el PSOE y las televisiones que le alfombra el PP. Ataca antes de perderlas.

El segundo es que Podemos sigue la misma estrategia que Cebrián y González diseñaron en 2002 para que el PSOE volviera al Poder. Ante la imposibilidad de ganar en las urnas a Aznar, violencia callejera y ataques a cualquier político o acto del PP, magnificados por una brutal mayoría mediática. Así llegó, a través del Prestige y la Guerra de Irak, el 13-M de 2004, cuando el PRISOE –¡Ferreras en la SER!–, comunistas y proetarras cercaron las sedes del PP en toda España culpando al Gobierno del PP de la masacre del 11-M, que enterró sin juzgar el Gobierno de ZP. Y el del PP.

Que Cebrián y Tigrekán sean víctimas de la estrategia diseñada en El Futuro no es lo que era –objeto de la abortada conferencia, qué coincidencia– es pura justicia poética. Lo trágico es que triunfó entonces y puede volver a hacerlo ahora.