La autosucesión

IGNACIO CAMACHO – ABC – 16/11/16

Ignacio Camacho
Ignacio Camacho

· Si la legislatura es corta, Rajoy será candidato de nuevo, apoyado en la estructura con más músculo político de España.

Ni postmarianismo ni primarias. Por más que los escrutadores de augurios traten de identificar señales en el firmamento político de la derecha, el próximo congreso del Partido Popular sólo va a ser una solución de continuidad al liderazgo de Rajoy. Salvado el doble match ball de la investidura, en el que por dos veces estuvo a punto de descarrilar su carrera, el presidente no sólo se siente fuerte sino que a su pesar de su minoría parlamentaria es objetivamente la referencia más sólida de la zarandeada política española. Sabe que el desgaste del primer mandato ya ha tocado fondo y ahora no puede ir más que hacia arriba.

En una nación sacudida por la incertidumbre populista y amenazada de ruptura por la tensión centrífuga catalana, el marianismo encarna casi en solitario, por incomparecencia del PSOE, los valores de estabilidad de las clases medias. Aupado en las encuestas y reforzado en la estrategia del aguante, se dispone a atornillar la pieza que le falta para consolidar su poder en un nuevo ciclo de supervivencia.

Esa posición de ventaja la ha obtenido gracias a una organización que incluso en plena crisis reputacional –con la corrupción como lastre– exhibe una solidez política pedregosa, impermeable, compacta. Una maquinaria capaz de permitirse el lujo de ganar elecciones generales sin comerse una rosca en Cataluña, el territorio por donde se desangra la socialdemocracia. La competencia emergente de Ciudadanos está controlada: le impide recuperar una franja generacional pero le sirve para romper el aislamiento y no compromete seriamente su panorama. Por todo ello Rajoy no piensa en cambios sino en retoques, con Cospedal como única pieza bajo debate, y mucho menos en organizar todavía su sucesión. La transición interna sigue en suspenso, de nuevo aplazada.

Si la legislatura es corta, el presidente será de nuevo el candidato en unas elecciones anticipadas. Sólo a partir de 2018 podría renunciar a la reelección y dar paso a un proceso sucesorio rápido cuya alternativa está más que probablemente programada. Pero Feijóo, el relevo in pectore, ha de permanecer hasta ese momento en el segundo plano que lo blinde de la desestabilización conspirativa: una opacidad prudencial, táctica. Su mano no se verá en el cónclave de febrero, del que surgirá una nomenclatura de rigurosa lealtad presidencial: pretorianos de confianza para la nueva etapa.

Sólo un eventual desembarco de Alfonso Alonso, peón de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, podría abrir la vía de una pugna que situase frente al barón gallego una potente adversaria. Rajoy suele ser partidario de dividir poderes, pero hasta el último momento se guardará esa carta. El famoso manejo de los tiempos. Mientras tenga el partido en un puño, y lo tiene, dispondrá de una fuerza de choque involucrada. Hoy por hoy, y hasta nuevas noticias, la estructura con más músculo político de España.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 16/11/16