Tonia Etxarri-El Correo

No es la ley, es la ética. Es la dignidad democrática. Así han ido respondiendo quienes se han escandalizado por la exposición de los cuadros del etarra Jon Bienzobas en un local municipal de Galdakao. Los colectivos de víctimas del terrorismo de ETA, como Covite, abrieron la espita. El PP vasco escenificó, con una contraprogramacion frente a la casa de cultura municipal, su rechazo a la muestra artística del asesino del presidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente, entre otros. Luego se sumó el Gobierno vasco y el central. El delegado Jesús Loza y ayer, finalmente, el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra. Todos reclaman que se cierre la exposición por tratarse de un autor que, por su propia trayectoria, humilla a sus víctimas. Nada tiene que ver con la legalidad de la exposición, sino con una iniciativa poco ética tratándose de un asesino no arrepentido. La muestra de su vena artística es, en sí misma, un consentimiento a su propia trayectoria. El alcalde de Vitoria, el nacionalista Urtaran, presidente de Eudel, no tiene tan claro que la exposición deba clausurarse. Pero todos los demás, sí. Urkullu ha preguntado a EH Bildu si tanto les cuesta decir que matar estuvo mal.

En realidad, es un emplazamiento recurrente que se le viene haciendo a la izquierda abertzale desde que se negó a aceptar el suelo ético en la ponencia de Convivencia en el Parlamento vasco. Desde 2013. Y la izquierda abertzale se ha quedado aferrada a su pasado de connivencia con el terrorismo. Pues sí, lehendakari. Les cuesta aceptar que matar estuvo mal (no digamos ya admitir que ETA nunca tuvo que existir, como les requerían desde el PP vasco) porque la admisión de la maldad de los crímenes de la banda les desmontaría todo su chiringuito. En su fascinación por las aberraciones del grupo terrorista, que aún mantienen, el relato del reparto de culpas ante un sufrimiento colectivo, los dos bandos imaginarios, la tarifa plana del dolor entre quienes mataron y murieron asesinados forma parte de su plan de blanqueamiento de la historia de ETA. «No estamos hablando de arrepentimiento ni de perdón», sostiene el lehendakari.

Pues quizá habría que empezar a exigirlo, ¿no? ¿O nos parece normal tener en nuestra sociedad a individuos que están orgullosos de su historia criminal? EH Bildu sólo quiere avanzar retorciendo la historia. Que se cuente que ETA fue casi una ONG. Que tuvo que existir en defensa propia.

Aunque el mayor número de atentados los cometiera en democracia. Otegi va dando clases de tolerancia. Intentando prohibir que el centroderecha se persone en actos públicos de campaña en Euskadi. Le salió mal la jugada. Pero no importa. Seguirá repartiendo carnés de patriotas y demócratas. Y aquí paz y después, olvido. Bienzobas, el asesino, expone sus cuadros de paisajes y retrato. Dibujos sin intención, dicen sus amigos.

Como si quiere hacer esculturas de Caperucita Roja. El problema no es lo que hace sino lo que hizo. No es lo que pinta sino que mató. De lo que no se arrepiente. En el cartel que anuncia la muestra se destaca que «su compromiso le llevó desde muy joven fuera de nuestro pueblo». ¿Qué compromiso? ¿Matar al magistrado? Así se manipula la historia. Recibiendo con homenajes a los que van saliendo de la cárcel como si fueran héroes. Si no existe una contraargumentación exigente y democrática para unas nuevas generaciones que ya desconocen quién fue Miguel Ángel Blanco, ETA será equivalente a una ONG. Lamentable.