La clave de todos los fracasos

ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 03/04/16

Arcadi Espada
Arcadi Espada

· Mi liberada: Miquel Iceta es la historia muerta del Psc. Desde Narcís Serra, aquel alcalde, ministro de Defensa y vicepresidente del Gobierno, que acabó mal y del que fue conspicuo y opaco hombre de confianza, hasta don José Montilla, el catalán de Iznájar al que tanto ayudó para que llegase a la presidencia de la Generalidad e iniciara desde allí la era de la impugnación de la democracia y del desacatamiento a los tribunales, Iceta ha sido el socialismo catalán y todo su fracaso. Ahora, ya dirigente máximo del partido, su impúdico día a día es la prueba, ciertamente alentadora, de que la falta de convicciones no siempre garantiza el éxito en la política.

Iceta ha protagonizado estos días, y a propósito del llamado derecho a decidir, la enésima mascarada del socialismo catalán. Sus declaraciones a favor de un referéndum «a la canadiense» han sido la introducción a sus conversaciones sobre el asunto con Xavier Domènech, el líder de la fracción podémica catalana. Las conversaciones demuestran que el referéndum de autodeterminación sigue siendo el escollo principal de un gobierno de izquierdas en España y que la fracción catalana es la única del tumulto podémico que considera innegociable el referéndum.

El programa de actos que prepara Iceta sobre el derecho a decidir es asombroso. Primero va a decirles a los ciudadanos españoles, a todos ellos, que voten una reforma federal de la Constitución, una posibilidad que entra dentro de lo legal e incluso de lo razonable. Luego adviene la gran novedad: Iceta pretende territorializar los resultados del referéndum constitucional; es decir, incrustar mágicamente en ellos el derecho a decidir antes de decidir. Y si Cataluña rechaza la reforma federalista dice que deberá convocarse, indefectiblemente, un referéndum de autodeterminación.

Sería interesante que Iceta explicara si ese derecho a la territorialización (por derechos que no quede) se le concede en exclusiva a Cataluña y en razón de qué prerrogativas jurídicas o políticas se le concede. Supongo que su prodigiosa inteligencia pactista ya habrá previsto algo extremadamente importante respecto a la aritmética del no: ¿cómo sumar el no antifederal de los que quisieran conservar el actual sistema autonómico con el no antifederal de los que querrían la independencia? Yo, que estoy siempre dispuesto a ayudar a mis personajes, le propondría que hubiera dos noes: el No de 16 gigas y el No de 128, y que sólo este No vitaminado permitiera el acceso a la siguiente pantalla, que sería la de la Claridad. En cualquier caso, no descarto que la propuesta, aun en su confusión, sea el resultado de esa inteligencia maquiavélica que también le suponen; y que, gracias a ella, empiecen a aparecer, ¡por fin!, y por puro susto, algún que otro federalista en Cataluña y en España.

Es lamentable tener que tomarse en serio todo esto; pero un escritor de periódicos jamás elige sus temas. Ni las biografías de sus personajes. El 19 de julio de 2014, después de que un congreso extraordinario lo eligiera como nuevo líder del socialismo catalán, Iceta declaró: «Que nadie se engañe: no habrá solución que no pase por las urnas.» Se refería, inequívocamente, a la materialización del derecho a decidir que el Psc llevaba en su programa desde 2012. Pedro Sánchez y Susana Díaz se lo oyeron decir, sin alterarse. Y el abrazo de la señora Díaz fue, además, particularmente afectuoso.

En julio del 2015, un año después, Iceta anunciaba que el Psc había decidido «clarificar» su modelo territorial. Es probable que quisiera decir aclarar, pero la perfección inconsciente de su verbo resplandecía: el modelo territorial del Psc era y es lo más parecido a una salsa. «Ya nadie habla del derecho a decidir. Sólo fue un subterfugio para esconder la independencia», dijo Iceta a los periodistas cuando le preguntaron por la desaparición del referéndum en el programa electoral que presentaron para las autonómicas de septiembre.

Apenas pasaron ocho meses. El 25 de marzo de este año llamó a la agencia Europa Press, anunció que iba a presentarse a la reelección, y que el derecho a decidir volvía a estar presente en sus intenciones: si Cataluña votaba «masivamente» [!] en contra de la reforma federal propuesta por los socialistas la única solución sería la elaboración de una «ley de claridad» y la convocatoria de un referéndum de autodeterminación con una pregunta clara y concreta. Pla dijo que la primera condición de un escritor de periódicos es tener un buen estómago.

Es probable que la reivindicación del derecho a la autodeterminación no haya supuesto para Iceta mayor inconveniente moral. Lo puramente extraordinario es que tampoco le haya supuesto ningún problema político con la dirección federal del partido socialista. ¡Quia problema! Sánchez debió de considerar que la reivindicación autodeterminista era el punto de partida necesario para encargar a Iceta que negociara con la fracción podémica catalana. ¡Está en juego la autodeterminación presidencial de Sánchez Castejón! No digo que no sea impresionante, pero es la drástica verdad de los hechos: la formación de un gobierno de izquierdas en España depende de Iceta. Sus bailoteos.

En menos de dos años, el Psc ha cambiado tres veces de opinión sobre la fragmentación de la soberanía constitucional, el asunto clave de la crisis política española. Dos años, tres veces, soberanía constitucional. Como escribí en el primer párrafo, la biografía política de Iceta es un ejemplo alentador del lugar a donde conduce la falta de convicciones. De los 36 años de autonomía catalana los socialistas gobernaron siete. Pero esos dos escandalosos períodos de gobierno son, paradójicamente, el mayor de sus fracasos. En cuanto a los intereses generales, los gobiernos tripartitos abrieron la legitimación por la izquierda del proyecto secesionista. En cuanto a los intereses particulares, abrieron el proceso de destrucción del socialismo catalán a manos de nacionalistas y podémicos. Así pues se comprenderá fácilmente que el señalamiento de Iceta como hombre clave en la negociación del nuevo gobierno es para el socialismo español y su futuro una garantía fiable, acreditada, inmarcesible.

Y sigue ciega tu camino.