La coalición blanda

ABC – 11/06/16 – IGNACIO CAMACHO

Ignacio Camacho
Ignacio Camacho

· La repetición electoral sería el consenso de mínimos fraguado en lugar de la imposible gran coalición bipartidista.

A quince días está Mariano Rajoy de ganar su enésima batalla de tiempo. Tal vez a una semana si el referéndum interno de Podemos le resulta paradójicamente favorable. La aparente ruptura de Pablo Iglesias con el PSOE ha volcado las expectativas de negociación y apunta a la repetición de las elecciones, el objetivo que el presidente se fijó en enero al verse bloqueado por el veto de Pedro Sánchez. Desde entonces no ha hecho otra cosa que lo que mejor sabe: quedarse quieto y esperar que los adversarios se desestabilicen en su propio movimiento para acabar emergiendo como el mal menor ante la debilidad de los otros. El papel fordiano del Hombre Tranquilo, del líder sensato aunque pasivo que nunca entusiasma pero tampoco provoca sobresaltos.

En ciertos círculos de Madrid aficionados a la fenomenología del poder circula estos días una tesis que acaso sea especulativa pero resulta verosímil: la de que Rajoy ha apoyado su estrategia inmovilista en una dosis razonable de información privilegiada. La gran coalición entre populares y socialistas, imposible de cuajar en una alianza parlamentaria o de Gobierno, habría fraguado en parte con la colaboración de destacados exdirigentes del PSOE, el visto bueno de poderes empresariales y financieros, la complacencia de Bruselas y Berlín y acaso el conocimiento de La Zarzuela.

González, Rubalcaba y hasta Zapatero se habrían comprometido a utilizar su influencia para embridar el proyecto inicial de Sánchez y evitar que se apoyase en la extrema izquierda y los nacionalistas, empujándolo a atarse al acuerdo con Albert Rivera. Un dique de estabilidad, construido entre bambalinas, que sería lo más parecido posible en estos momentos a un pacto constitucionalista. Una coalición blanda. La repetición electoral como objetivo de mínimos en una suerte de consenso de Estado.

De forma planificada o sobrevenida, la realidad es que las cosas han ido ocurriendo así, más allá de los vaivenes y el postureo. Los barones del PSOE más permeables a la vieja guardia han trabajado para limitar la capacidad de maniobra de su candidato y La Moncloa no ha interferido en las negociaciones con Ciudadanos. El diálogo entre el Gobierno, los socialistas y C’s será un mero protocolo para ocupar el último tramo de la cuenta atrás; todos saben que un compromiso bipartidista formal no puede materializarse.

La parte de riesgo asumida por el presidente implica que una abstención final de Podemos lo saque del poder, pero nadie puede manejar con plena seguridad todas las claves de un proceso tan complejo. En la práctica, a la incertidumbre le queda una semana de margen: hasta que Pablo Iglesias proclame el resultado de la consulta con sus bases. El último obstáculo para volver a las urnas consiste en que la decisión final la va a tomar un político tan aficionado a las sorpresas como acostumbrado a los giros tácticos imprevisibles.

ABC – 11/06/16 – IGNACIO CAMACHO