La cúpula de Podemos choca por el diagnóstico

EL MUNDO – 28/06/16

· Los dirigentes del partido de Iglesias siguen desconcertados por el inesperado batacazo.

«Nadie sabe por qué el resultado no ha sido el que daban las encuestas. Y nosotros tampoco». Esta frase de Pablo Echenique resume en pocas palabras el estado de estupefacción que vive Podemos tras las elecciones. La Ejecutiva intentó ayer acertar una respuesta pero ni siquiera internamente se ponían de acuerdo. Se vertieron «muchas opiniones, cada una y su contraria», reconoció el secretario de Organización de Podemos. Por ello, el partido morado encargó una encuesta para averiguar por qué se ha desplomado de esa manera.

La alianza entre Podemos e IU se ha revelado como un rotundo fracaso electoral dado que ambas fuerzas, lejos de sumar más, han perdido cerca de 1,1 millones de votos y se han quedado con los mismos diputados que en el 20-D: 71. Este resultado supone el fiasco de una estrategia en la que se habían empeñado personalmente Pablo Iglesias y Alberto Garzón, en contra de las voces internas –sobre todo dentro de Podemos–, que advertían de que «refundar la izquierda» y abandonar el discurso de la «transversalidad» era un grave error. Sin embargo, los dos salieron en defensa de la coalición señalando que es «el camino correcto».

SUMAS QUE «DIVIDEN»

La unión no fue nada fácil de gestionar para Iglesias por las reticencias que había entre muchos miembros de Podemos, sobre todo, de Íñigo Errejón. Durante la fase en la que se empezó a gestar, especialmente en el mes de abril con contactos frecuentes entre Iglesias y Garzón, el número dos de Podemos expresó que sólo la transversalidad era «la hoja de ruta ganadora». «No se trata de sumar siglas», dijo entonces, sino de limitar la colaboración con IU a la llegada de personas como Garzón, pero sin la losa del Partido Comunista o de la propia federación de izquierdas.

Más de uno se acordó el domingo de otras palabras de Errejón a finales de abril, cuando advirtió a quienes tomaban los cinco millones de votos de Podemos y el millón de IU para sumar seis. «Los acuerdos que se hacen bien multiplican y lo que se hacen mal incluso dividen», avisó. «En general, los cuentos de ábacos no funcionan casi nunca. Lo fundamental sigue siendo ser capaces de formar acuerdos que multipliquen». A la vista de los resultados, la suma ha restado 1,2 millones de papeletas.

Paradójicamente, el 26-J dio la razón al Iglesias que hace un año rechazaba categóricamente ir con IU bajo la tesis de que un «frente de izquierdas» en las generales «no puede cambiar políticamente el país» ya que «no funciona electoralmente».

En este punto, cabe preguntarse si los votantes de Podemos e IU estaban satisfechos o más bien confundidos con la ideología de una coalición que Iglesias etiquetó de «socialdemócrata», «plurinacional» y «patriota».

INTEGRACIÓN DE IU

Aunque todavía es pronto para saber las razones, lo cierto es que la integración de IU dentro de Unidos Podemos ha podido ahuyentar a muchos de sus tradicionales votantes, sobre todo a los que siguieron confiando frente al meteórico auge de Podemos. Por ejemplo, en cuestión está el lugar ocupado por Garzón en las listas. Iba de número 5por Madrid, lejos de la visibilidad que a lo mejor requería el líder de una fuerza política que presuntamente ponía encima de la mesa un millón de votos y que, además, se trata del político mejor valorado por los españoles.

También queda la duda de la satisfacción de los votantes de IU por los puestos ocupados en las listas por muchos de sus candidatos. Sólo encabezan tres provincias, mientras que la mayoría iba en puestos secundarios o con riesgo de no salir. Por ejemplo, se ha perdido el segundo diputado por Madrid –que tenía en diciembre– y tan sólo se han logrado, además del de Garzón, los escaños de Sevilla, Málaga y Guipúzcoa.

Asimismo, hubo muchas voces que criticaron el acuerdo –ampliamente respaldado por las bases– porque ponía en peligro la continuidad de IU como proyecto autónomo y porque diluía un discurso puro de izquierdas. Ahora queda supeditado a Podemos dentro del mismo grupo y con un programa «socialdemócrata».

LA FACTURA DEL PASADO

Parece que los votantes han pasado factura a Podemos por su actitud durante la pasada legislatura, en la que bloqueó la posibilidad de investir a un presidente socialista. En lugar de eso, Iglesias dio una segunda oportunidad a Rajoy. Es cierto que los simpatizantes de Podemos rechazaron por una amplia mayoría apoyar a Sánchez, pero una cosa son los votantes y otra los militantes. No en vano, porque muchos de sus electores son antiguos votantes del PSOE. También ha podido influir para mal la actitud y el tono utilizados por Iglesias durante esos cuatro meses. Desde la famosa rueda de prensa ofreciéndose como vicepresidente –con Sánchez en audiencia con el Rey– y diciendo que tenía que «agradecer» la «sonrisa del destino» a la bronca apelación a la «cal viva». El resultado es hoy una turbulenta relación política y de desconfianza.

CONFIARSE Y CONSERVAR

Tiempo habrá para analizar pero las campañas de diciembre y de junio han sido muy distintas. Unidos Podemos cometió el error de creerse las encuestas –que han fallado estrepitosamente– y jugó como si fuera la segunda fuerza. El error al confiarse ha sido una estrategia de campaña muy conservadora con el resultado. La coalición estuvo más pendiente de no cometer errores que de sorprender. El ejemplo está en el debate a cuatro, en el que Iglesias salió muy contenido y dejó marchar vivo a Rajoy. Monedero es el primero en criticar una campaña «errónea» en la que se ha primado –lamentó– «el márketing antes que el contenido».

Por otra parte, el líder de Podemos ha tenido un papel extraño, con muy poca presencia en los actos electorales. Se optó por volcarse en la televisión y en preparar sus participaciones en medios. Eso propició que no pisara ciudades del peso de Valencia, Sevilla, Zaragoza o Málaga o visitara comunidades autónomas como Aragón, Asturias, Galicia, Castilla y León, Extremadura o Canarias.

MOVILIZAR A LA DERECHA

Los aires triunfalistas trajeron dos consecuencias. Una, que el resultado se lea con tintes catastrofistas. Dos, que el machacón intento de polarizar con Rajoy y reducir las elecciones a ser un «referéndum» entre Podemos y el PP han provocado la movilización de la derecha. El campaña del miedo ha funcionado a Rajoy, pero también gracias a que Iglesias vendió que tenía La Moncloa muy cerca.

Los llamados «alcaldes de Podemos» han sido la avanzadilla de los malos resultados de la coalición Unidos Podemos en estas elecciones. Si su «ejemplo» sirvió para que Pablo Iglesias sacara pecho durante sus actos electorales, asegurando que con su gestión se demostraba que sabían gobernar «mejor» que el PP y que, incluso, «habían reducido la deuda», el juicio de los ciudadanos ha sido muy severo con ellos. Todos los regidores sufren un duro castigo de las urnas, a excepción de Barcelona, donde el retroceso es más ligero.

Los ayuntamientos bandera de Podemos más castigados son, por este orden, los de Zaragoza, Cádiz y Madrid, con una caída en votos superior a los cinco puntos, seguidos por La Coruña y Valencia con más de cuatro puntos. En cambio, Barcelona sólo pierde un 0,87%.

El voto de censura contra los alcaldes tiene más énfasis si cabe puesto que la mayoría de ellos se presentaba simbólicamente en las listas electorales, cerrando las candidaturas de Unidos Podemos por sus respectivas provincias. Por ejemplo, Ada Colau ocupaba el último puesto por Barcelona, Joan Ribó por Valencia, Pedro Santisteve por Zaragoza y José María González, Kichi, por Cádiz. Todos ellos, salvo Colau, salen reprobados por sus conciudadanos.

Los únicos que no se presentaron como candidatos al 26-J fueron Manuela Carmena –Madrid–, que se mantuvo fiel a su principio de no hacer campaña por nadie, y Xulio Ferreiro –La Coruña–, que tuvo un papel bastante activo, hasta el punto de ser protagonista en el cierre de campaña con Iglesias y Alberto Garzón en Madrid.

El voto crítico es especialmente duro en Zaragoza, donde Santisteve pierde hasta un 5,88% de votos respecto a diciembre. Es el ayuntamiento de Podemos que más sufre el desgaste de gobernar, con más de 25.000 papeletas perdidas en apenas seis meses.

Le siguen Cádiz y Madrid, que están prácticamente empatadas con 5,05 y 5,04 puntos menos. La pérdida de apoyos en la capital es realmente significativa, dado que en medio de una controvertida gestión, a Podemos e IU se le esfuman más de 107.000 votos, una décima parte del total de toda España. Asimismo, cabe destacar que la fuga de electores tiene un claro beneficiario: el PSOE. La candidatura socialista recoge una parte importante del descontento creciente en Madrid y sube respecto a diciembre tanto en número de votos –23.000 más– como en porcentaje –unos dos puntos–.

El cuarto alcalde más castigado ha sido el de La Coruña, que se deja 4,64 puntos de voto respecto a diciembre. Es decir, pierde más de 8.300 votos. Por su parte, el regidor de Valencia también sufre el varapalo de las urnas con 4,43 puntos menos, lo que significa dejarse 23.500 apoyos.

Esta sangría en votos se contiene en cierta medida en Barcelona. Los electores le dan un toque de atención a Colau, pero apenas llega a 87 centésimas. Así pues, la implicación de la alcaldesa en campaña no sólo ha sido decisiva para que En Comú Podem se impusiera en la capital catalana, sino que también lo ha sido en Cataluña.

La fuerte pérdida de votos en las ciudades explica el fracaso de la alianza Unidos Podemos. Casi dos de cada 10 votos perdidos se han ido por el sumidero de las ciudades gobernadas por Podemos. En total, 190.000 del millón.

EL MUNDO – 28/06/16