Arcadi Espada-El MUndo

VEO A José Borrell en la tele, pastoreado, que dios me perdone. Le pregunta la locutora, sin saber lo que le pregunta, solo leyéndolo, por el verbo desinfectar. En un mitin de la última campaña electoral catalana dijo Miquel Iceta, ahorcándose dificultosamente con el lazo amarillo, que había que indultar a los presos. Y lo llamó «cerrar heridas». Borrell, advirtiéndole de que él era peor persona –mero disimulo: en aquel contexto electoral solo quería decir mejor político– dijo que los presos habían de ser castigados. Y lo llamó «desinfectar heridas» en la viejísima tradición de que lo que escuece cura. Ya ministro es incapaz de defenderlo y humillándose ante José Borrell le pide a la locutora que acepte sus excusas y que retira la palabra desinfectar. Ella lo acepta, aunque ceñudita.

No solo. Al poco rato dice que querría que Oriol Junqueras volviera a la política. Y que le encantaría poder debatir con él. Asoma, ciertamente, un punto de sadismo. Los conocimientos económicos de Junqueras –y es probable que los conocimientos tout court– ya dejaron pasmado en su momento al ministro De Guindos desde el primer día en que conversó con él urgentemente en la sala de un aeropuerto. Y se exhibieron con plenitud el 21 de junio de 2016 en un célebre debate televisivo con Borrell, a propósito de la viabilidad económica y política de la independencia. O sea que comprendo que Borrell quiera el inmediato retorno a la actividad de semejante y agradecido punching ball. Pero debió contenerse. No todo lo justifica el placer.

El único énfasis que un demócrata puede proponer sobre Oriol Junqueras no es el indulto de sus acciones. Ni siquiera el castigo de sus acciones, que todavía no han sido juzgadas. En este momento el énfasis debe situarse sobre los graves delitos contra la democracia de que Junqueras está acusado, de la ruina moral, política y económica que él y tantos como él propiciaron. Un énfasis que el ministro no proyectó un solo momento sobre el preso de Estremera. A todas las personas y fachadas que exhiben lazos amarillos les encantaría que Junqueras volviera a la política. Pensaba que Borrell no lo llevaba porque quería que ese tipo de hombres no volvieran jamás a la política. Desinfectar.

Se tiene a veces la convicción de que el responsable político miente por sistema. Y que es antes o después de dejar su responsabilidad cuando dice la verdad. Dejando al margen que, al menos en política, la verdad sin responsabilidad es un pasatiempo creo que se impone la versión cuántica de las cosas. Pedro Sánchez eligió a Borrell por desinfectante. Para que cosiera.