HERMANN TERTSCH-ABC

La aceptación de la mentira abre la puerta a la tiranía

«NO he pedido que se recitaran sobre mi tumba las plegarias hebraicas, a pesar de que sus cadencias acompañaron hasta su descanso postrero a tantos de mis antepasados y a mi propio padre. Toda mi vida he tratado de alcanzar una sinceridad absoluta de la expresión y del espíritu. Considero la complacencia con la mentira, por muchos pretextos con que se adorne, la peor lepra del alma. (…) Desearía que sobre mi lápida se gravaran estas palabras sencillas: Dilexit veritatem (Amó la verdad). Por ello no podría tolerar que, en la hora del adiós supremo, cuando cada hombre tiene el deber de resumirse como persona, se apelara en mi nombre a las efusiones de una ortodoxia en la que no creo. Pero más odioso me resultaría aun que alguien pudiera ver en este acto de probidad algo parecido a una renuncia cobarde. Afirmo pues ante la muerte, si es necesario, que nací judío; que nunca se me ha ocurrido negarlo (…). En un mundo presa de la barbarie más atroz, la generosa tradición de los profetas hebreos, que el cristianismo. en su vertiente más pura, retomó para ampliar, ¿no sigue siendo acaso una de nuestras mejores razones de vivir, creer y luchar?».

Esto es parte del testamento de Marc Bloch, el gran historiador francés. Luchó en las dos guerras, líder resistente detenido, torturado y ejecutado por la Gestapo. Es uno de los supremos cantos a la Verdad jamás escritos. Frente a los hombres y al dios de sus mayores. Bloch fue un celebrado intelectual total. Su último libro La extraña derrota lo escribió entre julio y septiembre de 1940, justo después de la vertiginosa ocupación de Francia por las tropas de Hitler. Es otro milagroso canto a la verdad. En él, despliega su inmensa conciencia histórica y conocimiento de la conducta humana para explicar a los franceses cómo y por qué se dejaron arrollar, ocupar y humillar por los alemanes en aquellas terribles semanas del 10 de mayo al 17 de junio.

El libro es relato, análisis y alegato en el que explica a los franceses las causas de su derrota sin lucha frente al enemigo y al mal, de la debilidad del espíritu que engaña y se engaña para aceptar lo inaceptable. De la cobardía y sobre todo de la aceptación colectiva de la mentira. Es un alegato antideterminista y antirrelativista de la historia que anima, arenga a los defensores de la libertad y del pensamiento a luchar. Y explica los mecanismos traicioneros que llevan a una sociedad mimada por los bienes de la historia, la libertad el primero, a renunciar a luchar por ellos.

Antes de morir luchando, Bloch advertía sobre la culpa de no defender el legado de los mayores. Es un mensaje acuciante para todos los europeos, para España y sus gobernantes. Que la aceptación de la mentira como mal menor, para evitar conflictos y en aras de una supuesta paz equivale a entregarle la patria a Hitler sin lucha.