La filtración por EE UU de datos de la investigación enfurece a May

EL PAÍS 25/05/17

· El diario ‘The New York Times’ publica fotos del lugar del atentado y de los restos de la bomba

El diario The New York Times ha publicado este miércoles imágenes del atentado de Mánchester y de los restos de la bomba detonada por un joven kamikaze en el estadio Manchester Arena de la ciudad británica el lunes por la noche. Según este diario, la bomba utilizada, que dejó 22 muertos y decenas de heridos, era «potente y sofisticada». Las autoridades británicas están «furiosas» con Estados Unidos porque estas imágenes las tomó la policía británica y las compartió con el Gobierno de Donald Trump. 

La ministra de Interior británica, Amber Rudd, se ha quejado de que datos compartidos con el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos y con otras agencias de inteligencia se hayan filtrado a la prensa estadounidense antes de que las autoridades en el Reino Unido decidieran divulgarlas.

Poco después de esta declaración, el diario The New York Times ha vuelto a publicar una exclusiva con fotos del lugar del atentado y los restos de la bomba. Las fotos habían sido captadas por la policía de investigaciones y, según fuentes del Gobierno británico, fueron compartidas con agencias estadounidenses, que son quienes filtraron la información.

«Estamos furiosos. Esto es completamente inaceptable», ha dicho una fuente del gobierno. «Estas imágenes filtradas desde dentro del sistema estadounidense son una molestia para las víctimas, sus familias y para la opinión pública en general», ha agregado.

«La policía británica ha sido muy clara en decir que quiere controlar el flujo de información para proteger las labores operacionales (…) el elemento sorpresa», ha dicho Rudd a la cadena BBC. «Por este motivo es muy irritante cuando se filtra por otras fuentes y yo he sido muy clara con nuestros amigos de que esto no puede volver a suceder», ha afirmado. Al ser preguntada sobre si estas filtraciones han afectado la investigación misma, Rudd ha dicho: «Yo no iría tan lejos».

El periódico publica en exclusiva ocho fotos en las que se ven diferentes elementos del explosivo, desde el detonador hasta una batería, pasando por fragmentos de una mochila azul y pedazos de metal y de tornillos.

Según The New York Times, la bomba era un explosivo potente metido dentro de un recipiente de metal adosado a un chaleco negro o una mochila azul de la marca Karrimor. Asimismo, tenía un detonador pequeño en la mano izquierda, de acuerdo con la información preliminar que han recabado las autoridades británicas.

Los elementos fotografiados y recolectados en la escena del crimen no permiten deducir la cantidad o el tipo de explosivo del que estaba compuesta la carga, pero hace pensar que se trataba de un dispositivo artesanal fabricado tras una «profunda reflexión y con cuidado», según el diario estadounidense.

Estos restos, analizados por especialistas en el manejo de explosivos que fueron consultados por The New York Times, permiten deducir que la bomba era «potente, dotada de una carga ultrarápida, pero también que la metralla fue dispuesta con cuidado y metódicamente» para causar el mayor daño posible.

La bomba era suficientemente potente como para propulsar el torso del kamikaze lejos de la explosión y causar devastación en un gran semicírculo, en el que estaban la mayoría de las víctimas, según el diario.

La publicación insiste en el hecho de que la bomba tenía un detonador poco habitual, con un pequeño circuito impreso y no un simple interruptor, como suele ocurrir. Esto podría sugerir que había un retardador, o incluso un receptor para activarlo a distancia, o una combinación de ambos.

Según los expertos citados por The New York Times, esta redundancia podría haber sido instalada para disponer de distintas opciones que permitieran activar el explosivo por parte del kamikaze o de la célula que planificó el atentado. El dispositivo también contaba con una batería más potente que las usadas normalmente para este tipo de artefactos. Todas estas señales podrían ser indicio de que «el artificiero tenía dificultades para fabricar un detonador fiable».

Las autoridades británicas señalaron a Salman Abedi, de 22 años, británico de origen libio, como el hombre que colocó la bomba. Un par de fotos suyas difundidas por la prensa británica le muestran barbilampiño, con unos párpados grandes y caídos que empequeñecen sus ojos. Nació en el seno de una familia muy religiosa, venida de Libia, y, según el Financial Times, se radicalizó en los últimos años.

El hermano y el padre del presunto ejecutor del atentado han sido detenidos, mientras la policía británica estrecha el cerco sobre la célula que lo arropó con cinco arrestos en total en suelo británico. El Estado Islámico se atribuyó el atentado que sacudió el Manchester Arena tras el concierto de la cantante estadounidense Ariana Grande.

En cuanto a las víctimas, han trascendido los nombres de la mitad de los 22 muertos. Charlotte Campbell, que el martes apareció en las principales televisiones británicas pidiendo ayuda para encontrar a su hija Olivia, de 15 años, anunció este miércoles que había muerto. «RIP mi querida hija preciosa linda Olivia Campbell llevada lejos, lejos, prematuramente, ves a cantar con los ángeles y sigue sonriendo. Mamá te quiere», escribió en Facebook, junto a una foto de la chica. También se confirmó la muerte de un hombre y una mujer polacos que vivían en el Reino Unido, y de dos amigas británicas de 45 y 47 años. Los cuatro habían ido al concierto a buscar a sus hijos. La víctima más joven sigue siendo la niña de 8 años Saffie Rose Roussos.