ABC-LUIS VENTOSO

Lo de ayer es muy importante, pero lo es más la batalla cultural

ESPAÑA amanece de resacón de sentencia, deglutiendo todavía una decisión que no ha contentado a casi nadie, pero tal vez la jurídicamente posible. -El Supremo. El Código Penal no permitía castigar lo sucedido como «rebelión», porque no se logró acreditar un uso sistemático de la violencia promovido por los acusados, aunque sí la hubo. Junqueras y compañía, que pueden ser fanáticos, pero no imbéciles, se cuidaron de envolver su golpe en ropajes –falsarios– de seudodemocracia y evitaron incitar de palabra a la violencia. El Supremo hubo de optar por «sedición» y las penas se quedaron en la mitad. La decisión guarda también relación con el Tribunal de Estrasburgo, donde cuando llegue el recurso de los condenados se podría volver arduo defender «rebelión» (y más ante cómo ha calado fuera la propaganda independentista; véase, por ejemplo, la crónica de ayer de «The Guardian», que habría firmado el gabinete de prensa de Puigdemont).

–Vacío legal. Queda claro que en España no existe una figura penal adecuada para castigar un golpe de Estado no violento destinado a convertir una comunidad en una República independiente. Ayer aprendimos que si te fumas la Constitución, las advertencias del TC y el Gobierno, convocas un referéndum ilegal, pones a la Policía autonómica a su servicio y apruebas una batería de leyes golpistas, lo más que te caen son diez años (que con los beneficios penitenciarios se quedan en tres o cuatro de encierro, lo que reciben algunos ediles por prevaricación). Intentar romper España sale barato. PSOE, PP y Cs deben reformar el Código Penal. Por lo demás, patina el Supremo cuando habla de que el procés fue «una ensoñación». No: llegaron a proclamar su República, que ahí estaría de no reaccionar el Estado (y el Rey).

–De paseo ya. El Supremo ha desatendido la petición de la Fiscalía de que no hubiese tercer grado hasta que cumpliesen la mitad de las penas. Podrán pedir de inmediato beneficios penitenciarios y disfrutar de semilibertad (por no hablar del amable régimen del Spa Lledoners). La Generalitat está facultada para concederles permisos cuando quiera y lo hará, pues Torra es comilitón de los condenados. Casado demandó ayer que el Estado recupere las competencias penitenciarias. Es urgente. Pero la izquierda flaqueará.

–Nuevo Sánchez. Por una vez dijo lo que tocaba decir –se nota que hay elecciones–, que la ley nos obliga a todos y que la sentencia se cumplirá íntegramente, descartando así sus anteriores coqueteos con el indulto (aunque los permisos penitenciarios serán la coladera que lo hará innecesario). Lástima que esta seriedad constitucional no la tuviese cuando recurrió a los separatistas para formar Gobierno, o cuando dialogaba afectuosamente con un Torra que solo aceptaba la independencia.

–Lo medular. El Supremo ha juzgado unos hechos concretos, no hace política. Pero alguien debería hacerla. Si no se cultiva la idea de España en Cataluña, si no se da la batalla cultural e ideológica de una vez, dentro de diez o quince años los independentistas podrían ser mayoría, porque defienden sus ideas con más pasión y fe. Les favorece además la biología: los catalanes de más edad son los más pro España e irán disminuyendo.