La guinda de Mas

EL MUNDO – 01/12/15 – CARLOS CUESTA

· Sebastian Haffner esgrimió la teoría de que Hitler, viendo perdida la Segunda Guerra Mundial, habría permitido el avance acelerado de los rusos en Alemania destinando sus efectivos militares a frenar la entrada del Ejército estadounidense y británico.

Y lo habría hecho con un tenebroso objetivo: castigar a su pueblo por la derrota, dejando a una parte importante de él en manos del régimen soviético.

Antes de que Artur Mas vuelva con su manida queja de que se le compara con Hitler, diré que no es a él a quien comparo. Pero sí al buscado propósito de usar el daño ajeno como estrategia final. Porque eso, y no otra cosa, es lo que supone en estos momentos la entrega de CDC a la CUP: una guinda envenenada de Mas, una traca final destinada a dañar y chantajear a todos los españoles, incluidos por supuesto los catalanes. Porque, si no lo remedian unas elecciones anticipadas, será la CUP la que decida quién será el próximo gobernante de Cataluña. Y lo que es peor, dejará sentado con qué programa tendrá que convivir.

Mas ha entregado ya las llaves de la gobernabilidad real a la CUP. Igual que lo ha hecho ERC. Permitiendo que una formación antisistema, antieuropeísta y liberticida con sólo 336.000 votos pueda dominar una región con 7,5 millones de habitantes y el 19% del PIB español. De forma que el daño que la CUP inflija a Cataluña, sus empresas, sus trabajadores, sus entidades financieras, su actividad portuaria o su turismo se convierta en daño para toda España.

La CUP nunca ha ocultado sus tres condiciones para un pacto de gobernabilidad: acelerar la independencia de forma unilateral; desobedecer la legalidad vigente, y aprobar un plan de choque social disparando el gasto público de una comunidad quebrada y sustentada por los rescates del resto. Un triple eje del que cuelgan la «superación de las estructuras de dominación política, económica y militar actuales, como la OTAN, la UE y el FMI», la «apertura de un proceso de ruptura anticapitalista», el «impago de la deuda mientras no se hayan cubierto las necesidades básicas de la población», el «control público y democrático de los sectores estratégicos, incluyendo la nacionalización y socialización y procesos de apropiación colectiva de las fuentes de energía», la «suspensión de las leyes salidas del actual marco jurídico y político» o «la ruptura con el régimen heredero del franquismo» como «contribución a la lucha por la liberación de los otros pueblos del Estado».

Esa es la magnitud del problema separatista a partir de ahora. Porque nada finalizará con Mas. Nada, mientras sean los radicales quienes controlen las competencias esenciales de Cataluña.