SANTIAGO GONZÁLEZ-El MUndo

La noticia de que la participación a las dos de la tarde era casi cuatro puntos (a las seis, la diferencia aumentaba a cinco) inferior a la que registraban los anteriores comicios autonómicos era una pista más de por dónde iba a ir la cosa a la hora del escrutinio, habida cuenta de que las provincias que menor participación registraban eran las de mayor concentración de voto socialista. Todo estaba más o menos cantado en las encuestas, aunque en una, la del CIS de Tezanos, Susana Díaz tenía 45-47 escaños que igualaban sus resultados en 2015, o sea, con una precisión de más menos 14 escaños.

Lo del PP estaba también escrito. Ha sufrido menos descalabro que el PSOE, pero tiene un mérito especial porque no parece que pudieran darse unas circunstancias que les fueran más propicias, con los dos antecesores de Susana Díaz, que ha sido mujer de verde y blanco durante toda la campaña, sentados en el banquillo como acusados en el mayor caso de corrupción conocido en España, el de los ERE. Entre todos los sondeos conocidos durante la campaña y antes es justo destacar la voluntad de José Félix Tezanos, que puso a Susana como triunfadora segura.

Ciudadanos ha dado un salto espectacular, desde los nueve parlamentarios que tenía durante toda la legislatura pasada hasta los 21 que sacó ayer. Llama la atención el extraordinario rendimiento que Juan Marín ha sacado a su pasividad, después de haber puesto sus nueve escaños a trabajar para Susana, hasta el momento necesario para convocar estas elecciones.

La verdadera incógnita estaba en los resultados de Vox. Se daba por seguro que el partido de Santiago Abascal entraría en el Parlamento, pero no es lo mismo sacar un diputado por Almería –para sí lo habría querido Pablo Iglesias, o mejor dicho para José Julio Rodríguez–, que plantarse en los 12 escaños obtenidos.

Hay un par de consecuencias notables en las elecciones de ayer. El PSOE ha empezado a pagar la factura o las facturas de las fechorías de Pedro Sánchez. La primera patada del electorado la ha recibido en el culo de Susana Díaz, que no puede gobernar con Podemos, que ha perdido tres escaños a pesar de la muy activa implicación de Pablo Iglesias. Pero tampoco podría en el improbable caso de que a Marín le diese un jamacuco, porque se quedarían a un escaño de los 55 necesarios para la mayoría absoluta. El único resultado que podría configurar una mayoría es el del PP con Ciudadanos y Vox.

Yo no sé qué le parecerá esto a Arcadi, aunque me lo temo, pero la otra alternativa sería que el PSOE pactara con Ciudadanos y Podemos, pero no es posible.

El resultado, leído en clave nacional, es peor para Sánchez que para Casado. El mismo doctor Fraude que en campaña pedía que se dejara gobernar a la fuerza más votada, es decir, Susana. Y lo dice el tío que le madrugó la Presidencia a un partido que tenía 52 diputados más que los suyos sumando a lo más indeseable del espectro político español.