Carlos Elías . Xosé Soenga-El Mundo

Los autores quieren denunciar que ningún partido político renuncia a controlar los contenidos de la televisión pública para hacer de ella una herramienta de propaganda de su ideas políticas y de exaltación de sus líderes.

EXISTE UN VIEJO proverbio guerrillero que dice que nadie renuncia a sus privilegios aunque se demuestre que son injustos, hay que arrebatárselos. Los políticos españoles tampoco quieren renunciar al control de RTVE, por eso hay que impedir que sigan teniendo ese privilegio, porque es una característica propia de los regímenes totalitarios.

No se trata de criminalizar la política, pero es necesario denunciar el secuestro que se hace de los medios públicos con el objetivo de controlar la información y convertirlos en aparatos de propaganda del Gobierno. El espectáculo formado para elegir presidente de RTVE evidencia hasta qué punto les interesa a los partidos convertir el ente público en una plataforma electoral. El comportamiento vergonzoso que protagonizaron las formaciones políticas demuestra que son necesarios, y urgentes, muchos cambios en la sociedad para que los representantes de las instituciones y de los partidos comprendan que se deben a sus electores. La obligación de los políticos es garantizar que el bien común prevalezca por encima de los intereses particulares, y en las propuestas para dirigir RTVE demostraron todo lo contrario.

RTVE no ha conseguido liberarse de un control político intolerable en una democracia porque PSOE y PP, los dos partidos mayoritarios, la han utilizado como aparato de propaganda durante décadas, al servicio de sus intereses ideológicos, porque son conscientes de que es una de las mejores armas para mantenerse en el poder. La democracia modernizó las instituciones, pero la televisión no consiguió liberarse de los vínculos que establece el poder político para controlar la información. La estructura de RTVE favorece ese control porque se basa en unos esquemas que tienen capacidad para intervenir en la independencia del trabajo de los redactores. La clave está en la fórmula que se utiliza para el nombramiento de los cargos directivos, que los convierte en comisarios políticos.

Los vínculos entre el periodismo y la política son habituales y se hacen más evidentes cuando profesionales acreditados de la televisión pública aparecen avalando programas electorales. Para evitar esta dependencia política es necesario que la elección de los consejeros y del presidente se rija por un sistema donde se contemplen exclusivamente méritos profesionales, evaluados por expertos. El hecho de que los nombres propuestos para dirigir el ente público sean candidatos de un partido ya cuestiona su neutralidad, con independencia de su trayectoria profesional.

Los autores de este artículo (junto con la profesora Ana María López Cepeda) hemos publicado en la Revista Latina de Comunicación Social una investigación titulada El tratamiento de la información política e institucional en TVE. En este trabajo señalamos que «la estructura actual de RTVE está configurada por un organigrama que dispone de los elementos y de los recursos necesarios para garantizar una información veraz, rigurosa y plural, por eso, para que exista censura o manipulación, tienen que darse una serie de circunstancias: que haya redactores dispuestos a transgredir las normas que se contemplan en el Manual de estilo de RTVE o directivos con la capacidad de imponer un enfoque que no se corresponde con criterios periodísticos. Cuando los elementos que han sido pensados para garantizar la calidad de la información se convierten en aliados de intereses políticos o ideológicos, desaparece el rigor».

Los medios de comunicación públicos son necesarios en la sociedad porque cumplen una función insustituible, pero su politización hace que muchas veces sean cuestionados por los ciudadanos porque no responden a lo que se espera de ellos. Cuando son parciales, cuando fomentan la espectacularización o cuando no permiten que las minorías tengan una presencia cualitativa pierden su razón de ser.

Las protestas del 15-M reclamaban una renovación integral de la sociedad, con cambios urgentes para modernizar las instituciones y acabar con la corrupción. RTVE y la Agencia EFE no pueden obviar esas demandas. Igual que los demás organismos, necesitan modernizar su estructura y su gestión para garantizar el pluralismo, el rigor y la calidad de la información. La actual dependencia política de RTVE impide que muchos de sus trabajadores ejerzan su profesión con libertad y esto afecta a su prestigio profesional. Las denuncias sobre censura y manipulación son habituales por parte de los redactores.

Todos los contenidos que se emiten en RTVE tienen que responder a las características y a las exigencias que definen los parámetros de calidad de un servicio público, sin intereses políticos ni comerciales. Es incomprensible comprobar cómo una parte importante de la programación de RTVE está adjudicada a productoras privadas, que tienen unos objetivos comerciales, algo incompatible con las exigencias de un servicio público. Y lo más preocupante es que muchos de estos espacios externalizados emiten contenidos informativos, con el riesgo de perder el control de la línea editorial.

La BBC ha servido de inspiración para las demás televisiones británicas, mientras que RTVE no es el mejor ejemplo para nuestros canales autonómicos, muchos de los cuales han reproducido los mismos esquemas de la televisión estatal: control político de la información y adjudicación de parte de la parrilla a productoras privadas, vinculadas a empresas que, en muchos casos, están relacionadas con sectores afines al Gobierno.

El deterioro de la televisión pública, especialmente el de los informativos, repercute en la credibilidad de la profesión periodística porque la politización de la información se percibe como una forma de engaño, sobre todo en una sociedad globalizada como la actual. Ahora, gracias a Internet y a las redes sociales, han cambiado los modos de consumo de la información. Los ciudadanos tienen la oportunidad de acceder a otros canales, buscar alternativas para informarse y comparar las noticias que se emiten en RTVE con las versiones de otros medios. Así es como se evidencia la censura, la manipulación y el control de los contenidos.

EN LA INVESTIGACIÓN titulada El tratamiento de la información política e institucional en TVE, que mencionábamos antes, un análisis de los informativos de 2017 demuestra que «el 74% de los temas de información institucional tienen un enfoque que favorece, refuerza o avala la imagen del Gobierno y de los organismos afines». Los políticos son conscientes del poder que tiene la televisión para influir en la opinión de los ciudadanos, por eso están tan interesados en controlar la información para utilizarla en beneficio propio. ¿Debemos financiar con nuestros impuestos propaganda política e institucional?

Los datos de nuestro estudio de 2017 reflejan que desde TVE se pretende dar una imagen positiva del Gobierno y del Estado. En la información política, el 80% de las noticias referidas al PP tienen un enfoque favorable para el propio partido, el 11% un enfoque neutral y el 9% un enfoque crítico. En el caso del PSOE, el 59% de los enfoques son favorables, el 10% neutrales y el 31% críticos. En las noticias protagonizadas por Podemos los enfoques favorables suponen el 17%, los neutrales el 25% y los críticos el 58%. Y los temas vinculados con Ciudadanos tienen un enfoque favorable el 65%, un enfoque neutral el 20% y un enfoque crítico el 15%. En el tratamiento informativo de los líderes también existen diferencias notables. Los enfoques de Mariano Rajoy son favorables en el 89%, neutrales el 6% y críticos el 5%; los de Pedro Sánchez son favorables el 42%, neutrales el 31% y críticos el 27%; los de Pablo Iglesias son favorables el 25%, neutrales el 41% y críticos el 34%; y los de Albert Rivera son favorables el 54%, neutrales el 29% y críticos el 17%.

Con estos datos, ¿qué político va a querer renunciar al control de RTVE?

Carlos Elías es catedrático de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Xosé Soengas es catedrático de Comunicación Audiovisual en la U. de Santiago de Compostela.