La pata izquierda

EL MUNDO 09/01/17
SANTIAGO GONZÁLEZ

UNO DE los asuntos más sorprendentes de la crisis del PSOE es el procedimiento para la elección del líder. Hace unos años, los congresos socialistas empezaban por la discusión y aprobación del informe de gestión de los salientes. Tras la aprobación se disolvía el plenario para que los delegados debatieran por áreas, y elegir finalmente al secretario general y a la nueva Ejecutiva.

Hace unos años se adoptó el protocolo del cocido maragato, empezando por lo proteico, la elección del mando, y dejando para el final la legumbre y la sopa. Cosas más raras se han visto y si lo más importante no es tanto el informe político como saber quién manda aquí, santo y bueno, cada cual en su casa se organiza como quiere.

Pero hay en todo ello una cierta incongruencia. Parece que la democracia casa mejor con la ética protestante, más competitiva y abierta, que con nuestra tradición. De ahí que las primarias sean procedimiento de otros climas. Quien se propone para gobernar nuestros asuntos, debería empezar por mostrar confianza en sí mismo como paso previo a pedir la nuestra. Aquí era más normal la actitud del penitente, cubrirse la cabeza de ceniza, entonar el «Señor, yo no soy digno» y esperar que una palabra del mando bastase para proponerlo.

A mí me gustó Borrell por eso. Fue el primer socialista en proponerse para presidente y así le fue como le fue y estamos como estamos. Desde aquel uno de octubre en que cayó Sánchez no se ha oído algo parecido a una idea para renovar este Perú socialista que empezó a joderse en el zapaterismo. Pero es que tampoco hay nadie que se ofrezca como voluntario a nuevo secretario general.

No lo hace el difunto Sánchez, que calla como un puta, mientras sus opiniones llegan a los periodistas a través de «personas de su confianza», lo que hace unos años se llamaría «fuentes de Sánchez», como si él hubiera dado su nombre a alguna fuente.

Un agente principal en la defenestración de Sánchez fue Susana Díaz, que tampoco ha dicho ni mú sobre postularse. Y si no se podía esperar un paso al frente en estos dos, menos cabía imaginarlo en el representante de la tercera vía, que no acaba de decidirse; gane o pierda, a López le espera un papelón. Susana y los suyos son más partidarios de olvidar la fantasía de las primarias y optar por candidato único para no ahondar en la querella interna.

En realidad, a Pedro le tira Podemos, que le plantea un callejón sin salida. Podría afiliarse, pero Pablo sólo le querría para enseñarlo en rueda de prensa. Convertir al PSOE en un partido de círculos, más asambleario, como pretenden sus partidarios, tampoco le lleva a ninguna parte. A ver por qué él iba a tener un papel más lucido que el de Errejón en el Podemos de verdad.

En realidad, la única salida para el PSOE es hacer un balance de daños y puestos en la tradición católica, un propósito de la enmienda y una refundación que viene a ser cumplir la penitencia, sabiendo que le espera una legislatura echada a perros. Recurrir al clinch, como Alí frente a Foreman y esperar al octavo asalto. Otra alternativa es seguir perdiendo apoyo electoral a favor de Podemos por su izquierda y C’s por su derecha. Si quiere sobrevivir deberá defender su papel como pata izquierda del bipartidismo. El sistema, que de momento es el que mejor ha funcionado, debe caminar sobre dos patas y es mejor que la socialdemócrata la encarnen los socialdemócratas de verdad a que lo haga el PP, que trata de llenar el vacío con poca convicción y menos ganas. Haría falta, claro, que el PSOE sí las tuviera.