RAÚL DEL POZO-EL MUNDO

En el invierno de un nuevo enfriamiento global, el Gobierno provisional de Sánchez presentó en el Congreso los Presupuestos Generales porque para eso se hicieron las Cortes y los Parlamentos. Según los economistas de la oposición son los Presupuestos de la vergüenza: fingidos, irreales, desequilibrados, irresponsables, los del despilfarro, electoralistas, confiscatorios, basados en ingresos fiscales imposibles o dudosos, de propaganda para las elecciones de mayo, y para aguantar en el Palacio de la Moncloa hasta 2020. Aunque a Pedro Sánchez le guste gobernar con decretos ley, y sin Presupuestos, ahora tiene la necesidad de contentar al nacional populismo y para ello humillar a las comunidades más leales a la Constitución, y pone a los contribuyentes a trabajar para el Gobierno. Es el mayor aumento del gasto desde 2010 en una de las naciones más entrampadas del universo.

«Por picos, palas y azadones, cien millones», se decía en las cuentas del Gran Capitán para justificar cómo se quemaba la pólvora del rey, que ya entonces no era sino un tirón a los bolsillos de los españoles; pero entonces los escudos eran para ganar guerras, ahora el esquilme es para pagar una larga campaña electoral. Pedro ha empleado las argucias de Gonzalo Fernández de Córdoba para burlar a los tesoreros reales. Necesita la complicidad de los partidos separatistas –Cataluña se chupa el 18 % de las inversiones, 80% más que Madrid– que decidirán si presentan o no enmiendas a la totalidad antes del 8 de febrero. A pesar del aumento de la inversión en Cataluña, los separatistas contestan que el Gobierno ni siquiera cumple el Estatut.

Para que los Presupuestos de los ingresos inflados no contenten sólo a los ricos supremacistas, Pedro Sánchez ha tenido el ingenio de nombrar ministra de Hacienda a una trianera roja que le va a meter mano a los ricos. María Jesús Montero se ha comprometido a elevar el gasto social, subir el sueldo de los funcionarios, elevar el salario mínimo y las partidas de dependencia. Viene de Andalucía, no procede de la casta beautiful socialdemócrata, practicó con rigor la disciplina fiscal. Dice una diputada socialista: «Fue hippie, comunista, es un torbellino, la estrella del gabinete, habla claro, tiene respuesta para todos. Es muy guerrera, seria, curranta». «Si Carmen Calvo se fuera de candidata a Europa, ¿María Jesús podría ser vice?», pregunto. «¿A Europa? –se pregunta la diputada–. Ni harta de vino». También quieren que sustituya a Susana Díaz si la pueden purgar. Pero María Jesús, que es médica, lo que quiere es evitar, con terapias sociales, que el virus del populismo infecte los barrios de los cinturones obreros, como está ocurriendo en toda Europa.