HERMANN TERTSCH-ABC

Oxfam y tanta ONG viven muy bien de gestionar la mala conciencia

AHORA de repente han sentido el arrebato la vergüenza algunos dirigentes de la organización de ayuda humanitaria Oxfam. Y se nos han puesto hasta a dimitir un poco, abrumados ante la gravedad de la tropelía que reconocen. Eso sí, ocho años después de los hechos y una semana después de que el diario «The Times» denunciara el escándalo de Haití. Fue en 2010 cuando los jefes de la organización enviados a Haití tras el terremoto dieron rienda suelta a su lascivia y ganas de fiesta en aquel incomparable marco de muerte, miseria, catástrofe y desolación. Y contrataron sistemáticamente prostitutas, también menores de edad, para sus orgías. En esas condiciones la carne humana era barata. Como en la vecina Cuba, donde 60 años de socialismo han tenido el efecto del terremoto permanente. La necesidad hace de los niños saldos de carne fresca para el visitante consumidor de sexo en el infierno comunista. Para la gente de Oxfam en Haití el precio daba igual porque todo se pagaba con subvenciones y donaciones.

Los directivos lo supieron poco después pero nadie dimitió entonces. Se hizo una investigación interna que acabó con despidos menores y soluciones pactadas con los responsables. Oxfam es una de las grandes ONG convertidas en multinacionales del humanitarismo bajo la bandera de las buenas intenciones y el izquierdismo político. Con un conveniente anticapitalismo que las ha hecho inmunes a la crítica y beneficiarias de permanente buena prensa. En el Reino Unido ingresa en donaciones y subvenciones oficiales la friolera de 340 millones de euros.

Cierto, muchas ONG han hecho y hacen una gran labor humanitaria real. Como lo han hecho las misiones cristianas y la Cruz Roja desde tiempos lejanos. Pero hace mucho ya que la inflación de organizaciones surgidas al amparo de la cultura del humanitarismo en los países desarrollados ha generado una industria propensa al abuso, políticamente tendenciosa y demagoga. Muchas ONG gastan gran parte del dinero recibido en salarios y gastos fijos de quienes funcionan como una gran empresa y organización ideológica. Sin ánimo de lucro, dicen. Pero vaya si son lucro los empleos, trabajos de encargo, contratos de suministro y forma de vida para empresas y personas habitualmente contratadas por afinidades ideológicas.

Oxfam gasta mucho dinero en sus célebres informes que son poco más que charlatanería marxistaleninista y baladronadas sociológicas y de economía antiimperialista. Otros se dedican a comprar barcos para salvar vidas en el mar y acaban de agencias de inmigración ilegal en Europa. Lo que era un esfuerzo por intentar evitar que se ahogaran unos náufragos es ya una industria del servicio de recogida en las costas africanas a las llamadas de los traficantes. Así se fomenta el tráfico, los accidentes y los ahogados. La mala conciencia de Occidente genera monstruos e inmensas majaderías. Financiadas por la bondad privada y el dinero público. La ONG peor, la más cara y corrupta es la ONU y muchos de sus organismos. Muchas solo funcionan para ayudar a los enemigos de Occidente. La Unrwa en Palestina es el prototipo de combatiente contra sus financiadores. En cierta medida lo son muchas ONG que actúan en el Tercer Mundo con el paternalismo, la prepotencia y rapacidad del colonialismo. Pero con ninguna de sus virtudes. Porque la ideología izquierdista ha convertido a muchos de estas empresas especializadas en aliviar la mala conciencia de Occidente en agentes enemigos del mercado, el individuo y la libertad. Así frenan el desarrollo e incrementan la dependencia. Cada cual es libre de ayudar contra la pobreza nacional o mundial de una forma otra. Pero sí conviene comprobar que no se está dando consuelo y dinero a enemigos, vividores ni delincuentes.