Las banderas

Manuel Martín Ferrand, ABC, 15/3/12

Alguien debiera recordarle a Homs que un pueblo puede buscar su independencia, pero que la libertad es individual o no es nada

FRANCESC Homs i Molist, el portavoz del Govern de la Generalitat —no confundir con Francesc Homs i Ferret, catalanista de mayor provecho—, es un impetuoso cuarentón al que Artur Mas utiliza del mismo modo que, en sus días de «Los vieneses», Herta Frankel utilizaba a su perrita Marilín. La diferencia estriba en que, en el espectáculo, las marionetas son un arte y, en la política, suelen esconder disimulos y escaseces. Ahora, cuando se observa en Cataluña un repentino brote de aparente fervor secesionista, el citado portavoz no da abasto y tiene que multiplicar, quizás con descuido de la función institucional que le corresponde, su vocinglera actividad nacionalista y partidaria.

Como en Cataluña, que se agotó con su anticipada y benemérita Revolución Industrial, todo tiende a funcionar con retraso, se vive ahora, más de tres décadas después de la entrada en vigor del Título VIII de la Constitución, una absurda «guerra de banderas». Muchos alcaldes tratan de convertirse en héroes del separatismo y, para brillar ante sus electores y a falta de más concretos servicios y prestaciones, retiran del balcón de sus Ayuntamientos la bandera española. Es algo contrario a la Ley, como acaban de recordarle los tribunales al alcalde de Sant Pol de Mar; pero Homs, mensajero de Artur Mas y defensor de ediles descarriados, asegura que esa significativa y ridícula omisión es algo a favor de la de «la libertad de la nación catalana». Alguien debiera recordarle a Homs, y a sus mentores, que un pueblo puede buscar su independencia, pero que la libertad es individual o no es nada. La colectiva tiende al totalitarismo.

En coincidencia con el hecho de que el Ayuntamiento de Gerona aprobara una moción ¡para dejar de pagar impuestos al Estado! y abonarlos solo en la Agencia Tributaria de Cataluña —¿insurrección?—, el diligente Homs anunció a los alcaldes de su jurisdicción que la Generalitat respaldará a los Ayuntamientos objetores de conciencia fiscal española y, si es menester, les prestará ayuda jurídica o de cualquier otra naturaleza. Como suele suceder y marca la costumbre, el Gobierno de España, muy ocupado en indultar a unos cuantos corruptos del partido de Josep Antoni Durán Lleida y tratar de ocultar tan inoportuno indulto —el primer tropezón de Soraya Sáenz de Santamaría—, no ha reaccionado ante la provocación gerundense y la grave actitud que muestra la Generalitat, la expresión del Estado en Cataluña, al amparar y defender a los alcaldes que, desafiantes, incumplen la Ley. Una Ley que, mientras llegue o no llegue el momento de la independencia, deberán hacer cumplir los Mossos d’esquadra.

Manuel Martín Ferrand, ABC, 15/3/12