Las manos manchadas de sangre

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 24/06/17

Ramón Pérez Maura
Ramón Pérez Maura

· El éxito de Europa radica en una integración política plurinacional sin disparar un tiro.

Siendo grave que el secretario general del PSOE no esté seguro de si su partido debe apoyar, rechazar o abstenerse en la aprobación del Tratado de Comercio de la Unión Europa con Canadá (CETA), todavía más reveladora me parece la actitud del grupo de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Oviedo sobre la concesión del Premio Princesa de Asturias de la Concordia a la Unión Europea.

La portavoz de IU en el consistorio, Cristina Pontón, ha manifestado su oposición argumentando que la UE «tiene las manos manchadas de sangre». ¿«Sangre»?, me pregunté. Por lo visto, esta lumbrera asturiana de la cristiandad acusa a la UE –es decir, a todos nosotros– de las muertes en el Mediterráneo de los miles de refugiados del hambre y las guerras que intentan entrar en Europa por esa vía. La culpa es nuestra. No de los señores de la guerra que provocan el abandono de sus países, ni de los tiranos que gobiernan de manera despótica países que mantienen en el atraso absoluto, ni de los traficantes de seres humanos que se enriquecen cruzando el Mediterráneo en pateras hacinadas por seres humanos dispuestos a jugarse la vida. No. La culpa es de la UE. ¿Se puede ser más hipócrita?

Una de las singularidades españolas en la UE desde nuestro ingreso en las Comunidades Europeas hace treinta años era el que en nuestros foros nunca tuvieron asiento las ideas euroescépticas. Lo más próximo a un eurodiputado de esa tendencia que España haya elegido nunca fue a José María RuizMateos, quien más que euroescéptico era «ley-escéptico», que es un cuestionamiento mucho más amplio. Para un europeísta indisimulado como el arriba firmante, el euroentusiasmo español ha sido tal que en ocasiones creo que se ha llevado adelante la ratificación de tratados europeos sin un debate suficiente, precisamente por la identificación que se hacía en España, entre las décadas de 1950 a 1980, de Europa con la libertad.

En las Cortes españolas, el Tratado de Maastricht se aprobó en 1993 sin ninguna oposición, entre otras cosas porque en el momento de la votación dos diputados del PP abandonaron la Cámara para no violar la disciplina de su grupo parlamentario. Ahora vemos a la izquierda española, de firmes convicciones europeístas desde tiempos del Contubernio de Múnich, mudando posiciones. O quizá fuera más ajustado a la verdad decir «la nueva izquierda española», porque esta misma semana, en torno a la concesión del premio a la UE, hemos visto una verdadera movilización de socialistas de todas las generaciones.

Empezando por el promotor de la candidatura, el joven eurodiputado socialista Jonás Fernández; siguiendo por los avales con los que contaba la candidatura, entre los que estaban Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, y terminando con dos miembros del jurado, como su secretario y su presidente. El primero, el expresidente de Asturias Pedro de Silva, y el segundo, el actual presidente asturiano, Javier Fernández.

Cuando representantes electos de la izquierda española como Cristina Pontón acusan a la UE de tener las manos manchadas de sangre les convendría estudiar un poco de historia europea y aprender que el mayor éxito de este proyecto radica en la consolidación de una integración política plurinacional sin necesidad de disparar un tiro. Los muertos hay que apuntarlos en la cuenta de otros promotores de la unidad europea, desde Atila hasta Hitler o Stalin, pasando por Napoleón y quien usted quiera. Qué país, Miquelarena. Ahora que los populismos euroescépticos son derrotados por toda Europa, vamos a darles un impulso desde la izquierda española. No paramos de mejorar.

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 24/06/17