El Correo- TONIA ETXARRI

El principal artífice de las últimas escenas negociadoras, Pablo Iglesias, está aprovechando con gran habilidad su influencia en un necesitado Pedro Sánchez

Después de los presos del ‘procés’, llega el turno del lehendakari Urkullu. Es la agenda de Pablo Iglesias, que está de ronda. No le hará falta convencer al mandatario vasco para que apoye los Presupuestos del Gobierno de Sánchez. Entre otras cosas porque el PNV ya tiene su vía de interlocución directa con La Moncloa. Y en general está con este presidente del Gobierno con tal de que se prolongue la legislatura. Por lo tanto, dado que Cataluña es el principal brote de inestabilidad que aqueja a este país, el populista, con la mochila llena de sugerencias tras su entrevista con Junqueras y los ‘Jordis’, hablará del giro que quiere dar a la situación catalana. Nadie le ha nombrado. Ante su aparición mediática como el ‘conseguidor’, haciendo ostentación de poder y arrogándose funciones ejecutivas, le han dejado hacer; sin desautorizarlo. Pero su papel de ‘enviado’ está siendo interpretado con tanta persuasión que tanto el Gobierno como el PSOE se han visto obligados a aclarar que Pablo Iglesias, en su ronda carcelaria, se representaba a sí mismo o, como máximo, a su partido. Un matiz que le importa poco al que va de ‘copresidente’ del Ejecutivo socialista. Se cuelga la medalla de emisario virtual y socio preferente, amén de interlocutor con secesionistas catalanes y nacionalistas vascos. Y creyéndose más influyente que Rasputín en la Rusia de los zares insinúa que le está haciendo el trabajo más delicado al presidente del Gobierno. Negociar con quienes están acusados de haber cometido graves delitos contra la Constitución no se entiende muy bien en algunas cancillerías europeas. Basta recordar que Alemania tiene clasificado en su Código Penal como delito de «alta traición» el querer separar una parte de un Estado. Nadie envió a Pablo Iglesias a la prisión de Lledoners pero nadie le impidió ir. Lo hizo. Dicen que fracasó en su entrevista con Junqueras. El tiempo demostrará si al final hablaron de las Cuentas públicas o se quedaron en los prolegómenos de las condiciones. Presos por Presupuestos.

El caso es que el Gobierno de Sánchez se puso de perfil ante la entrevista carcelaria. La portavoz Celaá evitó criticarla. Prefirió arremeter contra Casado y Rivera por querer bloquear los Presupuestos. Debe ser que los considera culpables, también, de la entrevista entre rejas.

Pero el principal artífice de las últimas escenas negociadoras, Pablo, está aprovechando con gran habilidad su influencia en el necesitado Pedro. Después de su entrevista con Oriol Junqueras ha dejado la pelota en el tejado del presidente titular de La Moncloa. Que mueva ficha. Su recado es que el Gobierno dé un toque a la Fiscalía General para que rebaje la acusación de los delitos de rebelión. Con toda naturalidad. Como si estuviéramos en Venezuela. Tan natural que los socialistas ya han tenido que responder al envite del populista aclarando que no está en manos del Ejecutivo presionar a la Justicia.

El juego de la telaraña en la que Pablo Iglesias quiere envolver al Gobierno del PSOE es de manual. Su objetivo es remontar en las encuestas que le han ido alejando de aquella posibilidad de ‘sorpasso’ que le preconizaban los sondeos en la legislatura pasada. Para eso, desde su posición privilegiada de ‘copresidente’ autoaclamado, busca el equilibrio imperfecto. Socio leal de Sánchez en política presupuestaria y adversario electoral en todo lo demás. Sin hacer sangre en todas las ocasiones en las que algunos ministros y ministras se han visto cuestionados por la oposición pero sin renunciar a su operación contra el Rey y promover la injerencia del Estado en el Poder Judicial. Un socio del que Sánchez tendría que saber defenderse pero de quien depende para mantener la legislatura hasta 2020. Una situación comprometedora. A medida que Pablo Iglesias se hace omnipresente y se proyecta su sombra alargada sobre todos los focos de atención, la figura del inquilino de La Moncloa se va diluyendo entre corrillos europeos y viajes trasatlánticos.

No están los tiempos para que nos hagamos adictos a la coherencia. Pero el hecho de que Pablo Iglesias se haya convertido en el ‘gran muñidor’ de acuerdos (por autopromoción contrapuesta con la dejación de Sánchez) dibuja un escenario inquietante. Hoy también se reunirán Torra y Puigdemont. Veremos en qué se concreta el enfado de los ‘Illuminati’ por la ‘operación de rescate de ERC’, desde el Gobierno de España, ante las próximas elecciones en Cataluña. Por si acaso, la agenda de Iglesias ya marca su próxima cita en Waterloo.