Los filósofos de Podemos

ALICIA DELIBES – LIBERTAD DIGITAL – 23/08/16

· ¿Es que vamos a tener que pasar por la experiencia de Venezuela para darnos cuenta de que sin libertad económica ni hay libertad política ni individual?.

Como casi todos los políticos, Pablo Iglesias tiene su equipo de asesores intelectuales, a los que se les supone responsables de la elaboración del pensamiento populista español. A ese equipo pertenecen tres profesores de filosofía marxista en la Universidad Complutense de Madrid: Carlos Fernández Liria, Santiago Alba Rico y Luis Alegre Zahonero.

Los tres están profundamente implicados en el proyecto político de Podemos. Alba vive en Túnez y formó parte de las listas al Senado por Ávila en las elecciones del 20-D. Luis Alegre pertenece al Consejo Ciudadano del partido y actualmente es secretario general de Podemos-Comunidad de Madrid y Fernández Liria, al que gusta menos figurar en política, formó parte de la lista al Congreso encabezada por Pablo Iglesias en las últimas elecciones.

Carlos Fernández Liria (1959) y Santiago Alba Rico (1960) son compañeros de carrera. Desde que la terminaron tuvieron clara vocación docente: querían extender las ideas de Marx entre la juventud. Juntos escribieron dos de sus primeros libros, Dejar de pensar(1986) y Volver a pensar (1989), en los que criticaban el «revisionismo» de Felipe González, y juntos trabajaron en la elaboración de los guiones del programa infantilLa bola de cristal, que emitió TVE entre 1984 y 1988. La madre de Santiago, Lolo Rico, era la directora de aquel programa que hacía las delicias de los más pequeños, inconscientes de su papel de cobayas ideológicos.

El propio Santiago ha contado cómo fue su incorporación al programa:

Yo empecé a hacer guiones beneficiado por el nepotismo materno y porque, casualmente, contraje una grave enfermedad que me impedía salir de casa. Carlo [Frabetti] y Lolo dejaron los guiones en mis manos y mi contribución es sobre todo la de haber torcido el espíritu inicial del programa, que era más infantil y menos político. Lolo y Carlo habrían podido hacer también magníficos guiones torcidos (pues tienen un inmenso talento), pero cuando comprobaron que no se me daba mal torcerlospasaron a ocuparse de otros aspectos del programa. Cuando introduje el personaje de Amperio Felón, que era el paradigma del empresario, del explotador, lo que intentaba era contar el capítulo XXV del primer libro de El Capital, la acumulación originaria. Ese era mi propósito: contar Marx a los niños.

Creo que la inmensa mayoría de los que fuimos padres de niños pegados al televisor en los ochenta no éramos en absoluto conscientes del contenido político de los personajes creados por Alba y su amigo Fernández Liria: los electroduendes y la malvada bruja Avería, cuyo grito de guerra, «¡Viva el mal, viva el capital!», decía ya mucho sobre la finalidad educadoradel programa.

Poco antes de las elecciones del 20-D, Podemos resucitó a la bruja Avería en un supuesto último capítulo de La bola de cristal emitido en las redes sociales, en el que la bruja recuerda que ya advirtió entonces de que el bipartidismo, el libre mercado y las políticas liberales traerían consigo corrupción, paro, desigualdades y extrema pobreza.

Carlos Fernández Liria ejerció como profesor de educación secundaria en varios institutos españoles antes de ocupar su actual puesto como profesor titular en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. En la facultad era conocida su defensa del marxismo como solución válida para salir del estancamiento político en el que, supuestamente, han entrado las democracias occidentales.

Lo que, si se sabía, nunca trascendió era su compromiso político con el llamado por Hugo Chávez «socialismo del siglo XXI». En el año 2002, él y su exalumno y actual colaborador, Luis Alegre Zahonero, protagonizaron el vergonzoso linchamiento profesional de Gabriel Albiac a causa de sus críticas a Hugo Chávez en un artículo, «Vuelve el chimpancé»,publicado en diario El Mundo tras el fallido golpe de Estado que había sufrido en Venezuela. Los filósofos admiradores de la república bolivariana no podían consentir que su antiguo profesor tratara de «chimpancé» al caudillo venezolano.

En 2006 Fernández Liria y Alegre obtuvieron el Premio Nacional del Libro de Venezuela por Comprender Venezuela, pensar la democracia. Un libro que fue considerado por el régimen chavista como lo mejor que se había escrito «sobre el socialismo del siglo XXI».

En 2010, con El Orden de El Capital. Por qué seguir leyendo a Marx, obtuvieron, también en Venezuela, el Premio Libertador 2010 al Pensamiento Crítico. Un premio dotado con 150.000 dólares y creado en 2005 por Hugo Chávez para «estimular la creación del pensamiento alternativo y crítico sobre las situaciones de dominación que agobian a los pueblos y buscar propuestas que permitan avanzar en el tránsito hacia el socialismo».

En la ceremonia de entrega de aquel premio, Fernández Liria comenzó su intervención con estas palabras:

Para nosotros es un inmenso honor venir a este país que consideramos es la vanguardia, y que debemos inspirarnos en él para poder salir del atolladero que nos encontramos con la crisis mundial.

Fernández Liria y Luis Alegre fueron también coautores de un manual para profesores de la controvertida asignatura Educación para la Ciudadanía que levantó críticas por su descarada intención adoctrinadora. Intención que en absoluto negaron sus autores, para quienes la lectura de Marx resulta imprescindible para salvar al mundo de los perversos efectos del capitalismo: «Ante todo, yo creo –explicó Fernández Liria en la presentación del libro– que lo que hay que hacer es volver a leer a Marx. La razón es muy simple. Ahora sabemos más que nunca que Marx tenía razón en lo esencial. Tenía razón en que una sociedad sometida a las exigencias del capitalismo es una sociedad basura, una sociedad inviable y criminal».

Fernández Liria acaba de publicar un nuevo libro, En defensa del populismo, que fue presentado el pasado 20 de abril, en la Universidad Complutense, por Pablo Iglesias. Al acto asistieron periodistas de diferentes medios de comunicación. El líder de Podemos, que soporta mal las críticas de la prensa y que ya ha dado sobradas muestras de su carácter intolerante, la emprendió con Álvaro Carvajal, del diario El Mundo, desde el inicio de la presentación. Sus ataques provocaron la indignación de varios periodistas, que en un momento dado se levantaron y abandonaron la sala.

El libro que se presentaba es, como todo lo que escribe Fernández Liria, un alegato anticapitalista yantineoliberal (para el autor, neoliberalismo yliberalismo económico son sinónimos). El profesor de Filosofía dedica su libro a «A mis amigos y amigas, alumnos y alumnas, hijos e hijas de Podemos», y en él, emulando a Lenin, les da consejos sobre qué hacer para proseguir avanzando en la lucha por cambiar España, es decir, por implantar en nuestro país un populismo de izquierdas de corte bolivariano.

En su libro, Fernández Liria no escatima loas y guiños a Pablo Iglesias y su proyecto de asaltar los cielos. Alaba el autor «la sensatez y el pragmatismo» de esaizquierda neomarxista que ha sabido dar un sentido político a «la rabia y la indignación» del 15-M, evitando así que en España surgiera, como en Francia, un «populismo de derechas y, llegado el caso, un populismo fascista».

Pero, al mismo tiempo, Fernández Liria se muestra crítico con «esa izquierda» que quiere destruir el sistema parlamentario y que propone nuevas formas de democracia. La izquierda, dice el profesor neomarxista, no puede dejar que la derecha se apropie de la Ilustración. Podemos debe construir el nuevo pueblo sobre las bases del republicanismo liberal y demostrar que el capitalismo es el auténtico enemigo del liberalismo político. Se trata de apoderarse del sistema para convertir a la derecha en lo antisistema.

Para Fernández Liria, es preciso distinguir muy bien entre liberalismo político y liberalismo económico. El primero es bueno y debe ser reivindicado por la izquierda populista, mientras que el segundo es perverso y es el causante de la corrupción, el paro, las desigualdades y la pobreza. Además, dice Fernández Liria sin inmutarse, «el capitalismo es incompatible con la ciudadanía».

Para el autor del libro, el gran hallazgo de Podemos ha sido presentarse socialmente como defensor de las instituciones.

«Entre muchas de las tendencias anarcolíquidas del 15-M, Podemos supo extraer de ahí la defensa de las instituciones frente al anarcocapitalismo de los mercados» (la frasecita es de antología). «Lo nuevo no es estar en la calle, eso ya lo habíamos probado y lo seguiremos probando, por la cuenta que nos trae. Lo que sí es una novedad es tener diputados, concejales y alcaldes en las instituciones».

Desde el Parlamento, escribe Fernández Liria, se pueden aprobar leyes que controlen la economía. Se podría, por ejemplo,

habilitar por oposición un ejército de inspectores fiscales encargados de establecer un auténtico tribunal de cuentas en este país (…) Convocar unos cuantos millares de plazas de peritos contables para la investigación judicial de los delitos económicos y la auditoría de los hospitales y colegios públicos que han sido privatizados, etc. (…) No es cosa de ensayar una lista ahora, el programa está claro: cambiar leyes, legislar y legislar.

El filósofo marxista recomienda también a Podemos que, sin abandonar el objetivo laicista, no desprecie a la Iglesia católica, antes bien, que se introduzca en su interior y, desde dentro, plante cara reivindicando los valores cristianos como suyos, porque, dice, es evidente que el hombre no puede vivir sin religión y que es casi imposible movilizar a la gente desde el ateísmo. En fin, nada que no hubiera dicho ya el marxista precursor del populismo bolivariano (o socialismo del siglo XXI) Antonio Gramsci, quien, como reconoce Fernández Liria, «siempre miró con envidia la organización de la Iglesia católica, en comparación con la Internacional comunista».

Lo que Hugo Chávez llamó «socialismo del siglo XXI» no es otra cosa que la utilización de las leyes democráticas para llegar al poder sin asustar al pueblo. No lo pudo dejar más claro Pablo Iglesias cuando, en una de sus tertulias de La Tuerka, resaltó la evidencia de que «para follar hay que desnudarse, pero para ligar hay que vestirse». Esa vestimenta puede tomar aspecto pacífico, liberal, socialdemócrata, caritativo o lo que haga falta porque el fin justifica los medios y todo vale cuando el fin es acabar con el mundo capitalista y neoliberal.

Los que se proclaman antineoliberales son simplemente antiliberales, pues esa libertad económica que defiende el liberalismo clásico no es otra distinta que la libertad de trabajar en lo que uno quiere, de gastar su dinero en lo que desea, de vender o comprar, de abrir o cerrar negocios. En fin, de vivir cada cual según le agrade. ¿Es que vamos a tener que pasar por la experiencia de Venezuela para darnos cuenta de que sin libertad económica ni hay libertad política ni hay libertad individual?

Parece un mal chiste que un personaje que ha demostrado ser tan intolerante como Fernández Liria venga ahora a presumir de liberal y con la pretensión de que Unidos-Podemos, un partido que se ha constituido para recuperar las esencias más totalitarias del marxismo-leninismo, se apropie de los valores de la Ilustración.

No sé si esos «amigos y amigas, alumnos y alumnas, hijos e hijas de Podemos» a los que el profesor Fernández Liria dedica su libro lo leerán. No sé tampoco si les interesa poco, mucho o nada lo que este señor opina sobre lo que debe o no debe hacer el partido de Pablo Iglesias. Lo que sí sé es que nuestra tarea, la de quienes defendemos por encima de todo la libertad, es desenmascarar los disfraces de estos nuevos optimistas sin escrúpulos que, con engaños, con adulaciones y llenos de resentimiento y mala fe, están dispuestos a trabajar para implantar un régimen totalitario en España.

Porque, como escribió Hayek en Camino de servidumbre hace más de setenta años,

saber que luchamos por la libertad para forjar nuestra vida de acuerdo con nuestras propias ideas es mucho, pero no bastante. No es suficiente para darnos las firmes creencias necesarias para luchar contra un enemigo que usa la propaganda como una de sus armas principales, no sólo en sus formas más ruidosas sino también en las más sutiles.

 ALICIA DELIBES – LIBERTAD DIGITAL – 23/08/16