HERMANN TERTSCH-ABC

Quieren convencer a España de que se niegue a sí misma

YA ha empezado la fiesta de este gobierno y todos sus cómplices, que son más de los que parecen, para llevarse a los españoles a dónde no quieren ir. La fiesta con la que pretenden confundir a la sociedad española hasta que acabe dispuesta a aceptar lo que siempre le ha sido inaceptable. Para que, tras décadas de cesión ante el chantaje, de tolerar lo intolerable, se dé el paso definitivo de llevar a la nación a negarse a sí misma. Meritxell Batet es la ministra de Política Territorial y «secretaria de Impulso Federal del PSC». Es también uno de los socialistas catalanes multados en su día por el PSOE por votar con los separatistas en favor del «derecho a decidir», es decir de la autodeterminación, es decir del golpe de Estado, contra una moción de UPyD.

Esta ministra es tan leal a la Constitución Española como su exmarido José María Lasalle lo es a los programas del PP y a sus votantes que le llevan al Congreso y a altos cargos. Batet es la encargada con Miquel Iceta y José Montilla de convencer a los golpistas supremacistas más subidos al monte de que se puede llegar al mismo fin con otros modos. Que hay que cambiar las formas para convencer «a los españoles», para engañar a esos garrulos y conseguir esa reforma federal que lleve primero a la total bilateralidad y después a la independencia. Sin que los españoles se enteren hasta que no importe. Porque será toda España la que desaparezca con la liquidación de competencias comunes centrales también para otras regiones.

Esto supondrá la puntilla para la Monarquía como última institución de cohesión nacional. Con la república proclamada en diversas regiones independientes para entonces, la monarquía queda huera de sentido. Y los golpistas catalanes consiguen su república cuyos símbolos externos están por toda su geografía catalana solo cuestionados por catalanes dignos que se juegan su integridad física y la seguridad propia y de sus familias por hacer lo que debería hacer el estado.

Se nota que tiene mucha prisa Batet por llevar a cabo el apaño para el que ha sido nombrada. Ayer decía que es «urgente, viable y deseable» una reforma constitucional. Sabe que necesita al PP y Ciudadanos. Seguramente confía en un tándem de Nuñez Feijóo y Sáenz de Santamaría que siempre parecen dispuestos a relativizar todo lo que impida a cada nacionalista tener lo que desea. Pragmatismo lo llaman. Se les pedirá complicidad para este proyecto de camuflar la secesión tras una reforma constitucional que desarma definitivamente al Estado del Reino de España. La pobre Batet no es Metternich. Ayer hablaba de la necesidad para superar la «crisis institucional» con un «nuevo pacto territorial». ¿De qué rayos habla esta señora? Jamás hubo pacto territorial alguno en España. La crisis de España está en la falta, antes como ahora, de un gobierno con voluntad de neutralizar un golpe de Estado. Y Batet pretende un pacto territorial entre el Gobierno de España y unas fuerzas rebeldes de igual a igual. Esto, no hace mucho, se llamaba traición.