Más Pilatos que Salomón

ABC 14/03/17
IGNACIO CAMACHO

· El tribunal catalán ha descartado la prevaricación porque implicaba pronunciarse sobre la ilegalidad del referéndum

COMO el victimismo y la manipulación argumental vienen de serie en el gen nacionalista, Artur Mas y sus acólitos tienen pretexto sobrado para rasgarse las túnicas de tribunos del pueblo cautivo. En España se persigue a la gente por sus ideas y tal y tal. Falso, pero muy pocos catalanes leerán la sentencia. Una sentencia que elude expresamente dictaminar sobre la convocatoria del referéndum para centrarse, con encogimiento jurídico más propio de Pilatos que de Salomón, en la desobediencia al Tribunal Constitucional que mandó pararlo. Una sentencia de una magistratura territorial catalana, cuyo fiscal no encontró aquel 9 de noviembre motivo para actuar de oficio. Una sentencia, en fin, que más allá del automático resorte victimista de tirarse al suelo y pedir penalty –en el Camp Nou lo suelen pitar– produce en el entorno de los condenados un oculto alivio.

Porque han salvado de momento la mitad mollar de la acusación, la que apreciaba un supuesto prevaricador en el mantenimiento de la convocatoria a sabiendas de su ilegalidad y de la falta de competencias para hacerlo. Una intención que, pese a lo patente de sus formulaciones políticas, el veredicto ha soslayado por entender que en aquel preciso instante no constaba aún ningún pronunciamiento expreso del TC sobre el fondo del asunto, que es el de si la dichosa consulta encajaba o no en el orden jurídico vigente. Más tarde falló que no, pero la prohibición ignorada era cautelar y a ese fino casuismo parece haberse agarrado la Sala para romper la secuencia lógica de que es imposible desobedecer un mandato judicial sin voluntad de cometer un acto disconforme a la ley. A veces el Derecho tiene razones que la razón no entiende.

De este modo los indepes salen satisfechos en su fuero interno. Tienen un titular grueso –la condena– con el que agitar la matraca del Estado opresor e inscribirse en el martirologio del destino manifiesto. Tienen a Mas fuera de la circulación electoral para que no estorbe con su iluminado mesianismo una eventual reconducción pragmática del «proceso». Y los reos tienen también una baza con la que consolarse por unos meses: el recurso al Supremo, que será al final donde se sustancie este enredo. Está pendiente en el Alto Tribunal el fallo sobre la conducta de Francesc Homs en los mismos supuestos. Uno y otro sumario deberán ser resueltos en casación y ese trámite se demorará en el tiempo. Pero la Ley Electoral inhabilita a Mas para ser candidato desde ahora mismo; está descarrilado, para alegría de Puigdemont y de Junqueras, que deberán disimular y sostener la protesta oficial manteniendo su regocijo en secreto.

De ahí ese regusto agridulce de la resolución, que deja la sensación de un precio barato para la arrogante vistosidad del desafío y alguna duda sobre la eficacia de la estrategia jurídica del Gobierno. De la política no se tienen noticias por el momento.