Más sobre la imposición lingüística del euskera

LA TRIBUNA DEL PAÍS VASCO 27/09/16
ERNESTO LADRÓN DE GUEVARA

Me comentan que en Valencia se está preparando la inmersión lingüística obligatoria, excluyendo al español -a partir de ahora me voy a negar a llamar castellano a la lengua oficial de España-. Una más en la ingeniería social que se está extendiendo por todos los lares de esta España desmantelada. Existe un borrador de Decreto que va a introducir los elementos necesarios para la vulneración de los derechos individuales, como en Galicia, Euskadi (País Vasco), Baleares y Cataluña. Una nueva vuelta de rosca para dividir a los españoles y para someter a quienes, legítimamente y de acuerdo a la Constitución, tienen el derecho -e incluso  yo diría el deber- de enseñar de forma culta la lengua que hablan 400 millones de habitantes en el mundo y que es la de todos los españoles. Pero algo debe haber oculto en este empeño de  llevarnos a la caverna e ir en la dirección contraria a donde va este mundo globalizado. Sospechoso.

Pero me voy a centrar en el País Vasco, que es donde he nacido y vivido.

Veamos estos datos: Vizcaya tiene una densidad demográfica aproximadamente siete veces mayor que Alava, y Guipúzcoa  unas cuatro veces mayor. Es decir, Alava es la más extensa en territorio (41 % del territorio vasco) y la menos poblada. De ahí se podría entender el empeño del nacionalismo en conquistar y colonizar un territorio históricamente unido a Castilla y a Navarra por lazos culturales y geográficos.

Era relativamente fácil. Diseñaron una estrategia que ha dado sus frutos. De ello no cabe duda.  Eso motivó la decisión de ubicar la capitalidad administrativa de Euskadi en Vitoria, aunque a efectos prácticos la capitalidad económica siga siendo Bilbao y la cultural, San Sebastián. De todo este diseño se derivó el aterrizaje de miles de funcionarios  de las otras provincias hermanas en la administración vasca, mientras los alaveses se tenían que contentar con las migajas. Ello  formaba parte de un plan de aculturación euskérica de la menguada población vitoriana donde se concentra el 80 % de la demografía alavesa.

A finales de los años 70, la población euskalduna no alcanzaba más del 5% del total de habitantes, en consecuencia había que forzar la situación para extender  la “normalización” del euskera a todo el territorio. Con  ello se lograba el anhelado cambio en la forma de sentir y de vivir de los alaveses para hacerles más permeables a la ideología sabiniana.

Según el Eustat, el uso del euskera tanto o más que el castellano en casa no supera en Alava el 20%. Yo creo que este dato está sobredimensionado pues se hace por encuestas de población y se tiende a falsear la realidad por parte de los entrevistados, pero asumamos que esto fuera verdad objetiva.  Tras casi cuarenta años de “inversiones” en euskaldunización con un promedio de gasto de 20.000 millones de pesetas al año (tomo como referencia la peseta pues la mayor parte de este periodo temporal fue la moneda corriente), solamente se ha subido 15 puntos en el uso del euskera, lo que nos revela que las imposiciones no funcionan y que la gente habla  y siente  en su lengua materna; y que no  se pueden poner puertas al campo.

Lo curioso es que el  nacionalismo, con los tontos  útiles que han jugado en su campo sin serlo,  ha considerado que…

– El español era una lengua impuesta y ajena a la realidad histórica de la sociedad alavesa y también de la realidad vasca. Cuestión que es radicalmente falsa simplemente porque ha sido la lengua hegemónica en Alava, y no hay más que analizar los archivos documentales para comprobarlo fehacientemente. Yo lo he hecho.

– La desvalorización del castellano como lengua propia de Alava y prácticamente única lengua de uso social hasta la “normalización” forzada.

– La marginación de la abrumadora mayoría de los ciudadanos alaveses dejándoles en situación de sentirse extraños en su propia tierra.

– La colonización del sistema educativo imponiendo la inmersión lingüística de forma antinatural y contradictoria con el contexto social y cultural.

– El cambio de la toponimia, produciendo un verdadero atropello a la historia y devenir de las poblaciones desde su origen.

– La exclusión laboral de quienes no pasaban por el aro de la “normalización” porque tenía un fuerte ingrediente de adoctrinamiento político.

Tomándonos como conejillos de indias, el euskera se ha convertido en un modus vivendi de cientos de conciudadanos que no hubieran tenido el acceso a los puestos que ocupan de haber competido en igualdad de oportunidades y méritos, sirviendo de verdadero coladero cuyo objetivo final no era otro que servir de comisariado político para los fines de la construcción nacional.  Así se ha convertido en un verdadero negocio para muchos estómagos agradecidos que han formado la pléyade de votantes nacionalistas  de uno u otro signo.  Con lo cual han comprometido el prestigio de una lengua  milenaria que ciertas investigaciones emparentan con el íbero. Si no se hubiera forzado esa euskaldunización probablemente hubiera calado más en la plural cultura de los vascos y hoy sería un idioma más amado por todos.

Se perdió la oportunidad de configurar una sociedad vasca rica por su diversidad, respetuosa con las realidades preexistentes.

Se perdió la oportunidad de reconocer el español como lengua propia de Alava, e incluso arrebatar a la Rioja la cuna de un idioma que hoy es la tercera en importancia en el mundo, ya que los más antiguos restos de lengua escrita en el primer romance están en el occidente de Alava, compartiéndolos con la  provincia de Burgos y Cantabria.

Eso no hubiera sido obstáculo para reconocer  el  euskera como lengua oficial de unas pocas zonas de Alava, si atendiéramos a la lógica de  que un idioma debe ser oficial allí donde se habla de forma natural, sin intromisiones forzadas.

Si pagamos todos impuestos la Administración debería ser neutral en esta cuestión ya que es la de todos, y no solamente la que lleva la impronta de los nacionalistas, entre otras cosas porque esa ideología separatista  no es la que predomina  ni mucho menos en Alava, y menos según retrocedemos en el tiempo histórico.

Pero, además, en una sociedad libre, que no liberal, debería de primar el principio de voluntariedad, ya que no es de ninguna manera democrático imponer una lengua convertida en tabú y en tótem, más aún cuando la mayor parte del tiempo en el que transcurrió el régimen constitucional del 78  en el territorio vasco  estuvo regido por el clima del terror, la persecución y la exclusión del que no fuera nacionalista.

En todo caso debería recuperarse la neutralidad ideológica del euskera, pues las lenguas no deben ser objeto de instrumentalización ni de politización.

En definitiva, se  requiere, por legitimidad democrática, un cambio en el Estatuto de Autonomía y en la normativa derivada de  ella, para garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos vascos, sea cual sea su naturaleza o condición social.