ABC-ISABEL SAN SEBASTIÁN

El pacto PSOE, PNV, ERC y Bildu está fraguado en hormigón armado desde el mismo día de las elecciones

HAY que reconocer al PSOE una habilidad rayana en la maestría a la hora de manipular la información en su beneficio. Nadie maneja a los medios de comunicación como ellos. Bien es verdad que, en su mayoría, estos se prestan gustosos al juego (no en vano el PP de Rajoy puso todas las televisiones al servicio de sus rivales políticos), pero no es menos cierto que los del puño y la rosa bordan el trilerismo consistente en esconder sus vergüenzas despistándonos con señuelos perfectamente escogidos. Los ejemplos son infinitos: desde el silenciamiento del escándalo de los ERE andaluces, opacado por la omnipresencia de Gürtel en las tertulias, hasta el tupido velo corrido sobre las muy lucrativas actividades del expresidente Zapatero y alguno de sus ministros en la Venezuela de Maduro, que habrían costado carísimas a cualquier otro «jarrón chino». Ellos saben cómo conseguir que nunca encontremos la bolita y cuentan además, generalmente, con la ayuda inestimable de compañeros de viaje mucho más tontos que útiles. Verbigracia, los empeñados en cargar, todavía hoy, sobre las espaldas de Ciudadanos la responsabilidad de un pacto entre la izquierda y el separatismo que está fraguado en hormigón armado desde el mismo momento en que las urnas arrojaron los números necesarios para sellarlo, o incluso antes.

Es la lógica del «proceso» que puso en marcha el ínclito ZP, hoy declaradamente partidario de que su aventajado discípulo, Pedro Sánchez, indulte a los golpistas catalanes, a quienes desea una condena leve «que no haga imposible el diálogo» (sic). Su concepto «discutido y discutible» de la Nación implica dinamitar la Constitución del 78, inequívoca respecto de su indisoluble unidad, y a ello se han dedicado él y su partido, sin luz ni taquígrafos, primero con el pretexto de logar «la paz» y ahora apostando por el apaciguamiento claudicante como respuesta a quienes desprecian y atacan nuestra democracia. Basta leer las actas de las infames conversaciones mantenidas por sus emisarios con ETA para constatar hasta qué punto llegaron en sus promesas a los terroristas, cumplidas, una a una, con implacable puntualidad. ¿Qué otra cosa es el acuerdo alcanzado en Navarra entre socialistas, delegación local del PNV y bilutarras, sino el prenúltimo plazo de esa denigrante hipoteca? ¿A qué obedece el blanqueamiento del secuestrador y dirigente etarra Arnalo Otegui en RTVE, sino al deseo de reforzar su figura de «estadista» y convertirlo de ese modo en un respaldo respetable a ojos de la opinión pública? Todo obedece a un guión escrito con detalle hace tiempo. Sánchez sabe que está abocado a entenderse con Podemos, PNV, ERC y Bildu. Es, además, lo que ansían él y sus bases: «Con Rivera no». La prueba está en que nadie ha ofrecido en su nombre un pacto alternativo ni a Ciudadanos ni al PP. Nadie ha negociado nada. Y, sin embargo, nos lanzan un anzuelo debidamente cebado y la mayoría pica, empezando por los propios dimisionarios naranjas que dicen sentirse incómodos por no apoyar a un aspirante que en realidad no quiere sus votos o los quiere gratis, como mera coartada, con la intención de seguir avanzando, junto a sus socios preferentes, en un camino que conduce a la demolición de España.

Antes de Navarra, aún era posible concebir la ilusión de que prevalecería la cordura en quien ha demostrado con creces carecer del menor escrúpulo. Ahora no queda margen para la duda. Pablo Casado y Albert Rivera no solo cumplen por tanto la palabra dada a sus votantes con su «no» a la investidura, sino que aciertan de lleno. Pedro Sánchez resulta pura y llanamente invotable.