Menguantes y quizá menguados

EL MUNDO 17/10/16
SANTIAGO GONZÁLEZ

UNA de las viñetas de Schulz que mejor definían la delicada melancolía de su Charlie Brown era la confesión del personaje: «Hoy he tomado 600 decisiones y todas mal». Los socialistas catalanes, que son almas más simples, tenían que tomar sólo una decisión con dos opciones y las dos eran erróneas por igual. No se han equivocado al elegir a Miquel Iceta. Núria Parlon habría sido otro error del mismo nivel.

Iceta es un símbolo del fracaso. Fue elegido primer secretari del PSC cuando el partido tenía 14 diputados en el Congreso. Sus antecesores, José Montilla y Pere Navarro, lo habían dejado en esa cifra desde los 25 que alcanzó en marzo de 2008. Ahora lo ha dejado en siete. Otro que tal, Patxi López, que había alcanzado cumbre en las generales de 2008, con nueve diputados, llevó su marca nacional hasta los tres escaños. Hace tres semanas, el partido con el que se aupó hasta la Lehendakaritza con 25 parlamentarios, quedó el cuarto en la cámara autonómica, empatado a nueve escaños con el quinto.

Así las cosas, es bastante comprensible que los dos sean grandes valedores de Pedro Sánchez, el increíble hombre menguante que cogió al PSOE en su mínimo histórico (110 escaños) y lo bajó, primero a 90, y después a 85. Para Iceta y López, Sánchez es el milagro de la inmunidad para su propia incompetencia. Por eso aspiran a nuevas elecciones. Rebajar sus propias marcas no es tan grave para ellos como admitir el Gobierno de la minoría mayoritaria, algo en lo que ¡Jesús Eguiguren! les daba ayer una lección de sentido común en El Correo: es mejor abstenerse, no corráis que es peor.

Ayer también, Metroscopia publicaba en El País una encuesta que este par de atunes debería estudiarse con atención: los votantes del PSOE creen que lo mejor para el partido es abstenerse. Cuestión relevante, porque entre los socialistas no hay vínculo más estrecho que el que mantienen los votantes, salvo que el título de militante se adquiera por ocupación de cargo público. El PSOE no es un partido de militantes, sino de afiliados, por más que la socialista orensana que recoge firmas con el alcalde de Jun para limitar las funciones de la Gestora y obligarla a convocar congreso, haya llamado a lo suyo pomposamente Militantes en pie. En pie, famélica legión, pero esto pertenece a la tradición comunista. Sólo un socialista de cierto nivel, Ramón Jáuregui, se ha referido a la peña como «los afiliados». El caso es que la encuesta ofrece resultados espectaculares: el PP sube cinco puntos, mientras el PSOE baja 4,7. La distancia entre ambos se eleva en casi 10 puntos sobre la del 26-J, quedando el PSOE con menos de la mitad de votos que el PP (18% frente al 37,8%) y 4,1 puntos por detrás, Podemos. Este par de lumbreras y otros como ellos han empeñado todo el optimismo de su voluntad para derrotar al pesimismo que no puede permitirse su inteligencia.

Volverán a conjurarse «para derrotar a las encuestas» como hace un mes y resultó que no, que las ocho publicadas que auspiciaban una mayoría absoluta del PP en Galicia y un desplome espectacular del PSE en Euskadi se cumplieron rigurosamente.

Quieren ir a terceras. Es comprensible que los afiliados a un partido –incluso los militantes si los hubiera–, piensen en términos partidistas. El asunto es que eso sea compatible con el interés general. En este caso y en la misma semana en que se han cumplido 80 años del enfrentamiento de Unamuno con Millán Astray en Salamanca, cabe recordar las últimas palabras del rector a su antagonista: «Me parece inútil pediros que penséis en España. He dicho».