Moción de fogueo

ABC  13/06/17
IGNACIO CAMACHO

· Podemos languidece en el tedio parlamentario. La moción forma parte de su concepto de la política como espectáculo

PARA un partido surgido e incubado en la televisión, la política ha de constituir un permanente espectáculo. Ése es el sentido de la moción de censura de Podemos, cuyos líderes se aburren y languidecen en el tedio parlamentario. La rutina es el gran enemigo de Pablo Iglesias y los suyos, que desde el principio acostumbraron a sus bases y simpatizantes al perpetuo activismo mediático. La normalización relativa de la legislatura les ha creado un problema estratégico porque el largo ciclo electoral provocó un efecto de saturación y las audiencias del teleshow político han bajado. Podemos mengua sin agitación; para sostener la cohesión de sus seguidores necesita elaborar continuas iniciativas de impacto.

La de la moción testimonial es una herramienta cuyo uso meramente propagandístico entraña visible riesgo. Sin más apoyos que los de Esquerra y Bildu, lo mejorcito de cada casa, la abrumadora minoría de Iglesias dejará demasiado en evidencia su intención de instrumentalizar el Parlamento. El plan podía tener algún sentido como trampa para un PSOE dirigido por Susana Díaz, pero la victoria de Sánchez en las primarias le ha desmontado el argumento; aunque el líder del noesnoísmo tendrá alguna dificultad entre los suyos para explicar que su primera decisión sea abstenerse, nadie le considera sospechoso de complicidad con el Gobierno. Con los socialistas a salvo y en perfil bajo, a la espera de reagruparse en su inmediato congreso, el debate de hoy no será más que una maniobra de distracción, un ejercicio con balas de fogueo. En teoría se trata de una postulación de Iglesias como jefe de una oposición vacante pero en la práctica viene a constituir un despliegue de pirotecnia a mayor gloria de su ego.

El Gabinete marianista va a recibir, eso sí, una tunda de palos; sin duda más que el propio candidato. Pero eso no es nada a lo que Rajoy y su piel de elefante no estén acostumbrados. El presidente sabe que gobernar en minoría le obliga a rodar cada dos por tres entre los pies de una manada de caballos y tiene desarrollado un correoso instinto de supervivencia en trances ingratos. En los combates dialécticos de las Cortes se siente fuerte porque sabe encajar y colocar golpes duros de vez en cuando. Cometería un error si no se persona al menos una vez en la tribuna porque en el fondo le favorece el marco; por mucha corrupción que brote en su partido, si Iglesias es su alternativa tiene el pulso ganado. Ante las grandes capas de clases medias moderadas ofrece estabilidad y crecimiento frente a la distopía de una mezcla de radicales rupturistas que preconizan un régimen de aventurerismo bolivariano. Ni siquiera estará solo porque en esto cuenta con el apoyo de C´s, que no puede permitirse devaneos diletantes con los asuntos de Estado. La moción de censura que preocupa al Gobierno no es la de hoy sino la que acaso Pedro Sánchez esté ya meditando.