ABC-LUIS VENTOSO

Reconozcamos que el «prusés» tiene algo de astracán de Louis de Funes

TORRA da la turra. Y TV3 emula a los canales de telepredicadores de las madrugadas. Y los cuperos incordian a los catalanes discrepantes y aspiran a armarle un cisco al Rey. Y la próxima Diada será, un año más, la Madre de Todas las Dianas, que diría Sadam Husein. Y los lazos amarillos están hasta en la sopa, los llaveros y los flotadores de las playas. Y un tercio de los catalanes siguen creyendo que España les roba, que son un pueblo milenario que ya hacía castellets antes de que se levantasen las pirámides de Guiza, y que en cuanto se liberen del expolio de «Madrit» va a haber sopapos entre los fondos de Wall Street por ver quién invierte más pasta en la atractiva República Catalana independiente.

Todo eso es así. Pero también es verdad que a estas alturas comienza a parecer que el guionista del «prusés» es Louis de Funes. La realidad de los gobernantes catalanes se ha tornado más bufa que la parodia de Tabarnia, que nació para ridiculizarlos. ¿Cómo puede tomarse tanta gente en serio la imagen de ayer de Torra? Un iluminado con su lacito amarillo en la solapa, rodeado de paisanos con careto solemne y disfrazados de soldados dieciochescos, con trajes de carnaval que les quedaban flojos, mientras el presidente supremacista proclamaba que una guerra de sucesión entre los Borbones y los Habsburgo a comienzos del XVIII acabó con la gloriosa Cataluña independiente… que en realidad jamás existió. Un astracán.

Los dirigentes del Sabadell y La Caixa estaban, y están, muy unidos afectiva y personalmente a Cataluña. Muchos de ellos eran –y son– nacionalistas de corazón. Lo último que entraba en sus planes y deseos era llevarse sus bancos fuera de Cataluña. Pero la realidad fue la que fue: en cuanto el golpe separatista de Puigdemont y Junqueras empezó a cobrar forma, los inversores internacionales comenzaron a retirarse precipitadamente de los bancos catalanes (y los ahorradores españoles a irse con sus cuentas a otra parte). Los depósitos volaban y la única manera de atajar la hemorragia era hacer un gesto rotundo y simbólico de españolismo, que consistió en llevarse las sedes de las entidades a otras ciudades de España. Esto no son boberías sentimentaloides. Esto es la realidad. Desde entonces son ya casi 4.000 las empresas que han dejado Cataluña por culpa del movimiento xenófobo separatista.

Junqueras aseguraba que la UE abriría sus puertas de par en par a la flamante República. La realidad es que no quiso verla ni en pintura. Cuando se aprobó el 155 se vaticinó que ardería Cataluña, que el pueblo indignado tomaría las calles. No pasó nada. En octubre se anunció una resistencia heroica de los libertadores del pueblo catalán… pero el líder hizo como el capitán Araña y se escaqueó de madrugada a Bélgica, dejando tirados y en la trena a los sentimentales más ilusos. Todo es profundamente absurdo e inconsistente y ya estaría bajo control y sin esperanza de prosperar de no ser por el inesperado aliado que les ha tocado en suerte: el okupa monclovita y sus pactos de la vergüenza.

Por eso, elecciones ya, por favor.