No es buena idea combatir el populismo con populismo

LIBERTAD DIGITAL 06/12/16
CRISTINA LOSADA

· Fue un no a esa reforma y punto. Parecerá una interpretación prosaica, pero a cambio parte de no menospreciar la capacidad de discernimiento del votante.

Hay, por lo menos, tres interpretaciones posibles del resonante no a la reforma constitucional que proponía el primer ministro italiano, Matteo Renzi. La primera se resume en que a los referéndums los carga el diablo cuando las elites gobernantes despiertan más rechazo que confianza. Así las cosas, cualquier llamada al voto directo que haga un gobierno está destinada a convertirse en una oportunidad para castigarlo. Convoca un referéndum en épocas turbulentas y no importará sobre qué asunto llames a votar: la ocasión atraerá a todos los descontentos y perderás. Le pasó a Cameron con el Brexit, pasó en Holanda al someter a referéndum el acuerdo de la UE con Ucrania y acaba de pasar en Italia.

Ese efecto imán de los referéndums no hay que subestimarlo y lo de Italia es, al respecto, un nuevo aviso a navegantes. Pero tampoco hay que suscribir por ello la conclusión que suelen sacar de ahí los más fervientes flageladores de las elites. Esto es, que los ciudadanos, justamente soliviantados, ya no compran ni una moto más de los gobiernos que soportan y se sirven de los referendos para darles una buena y merecida patada en el trasero. Porque la parte menos visible de esta celebración de las patadas referendarias es que también celebra la irracionalidad. Da por sentado que el votante no se pronuncia sobre el asunto a consulta, sino que vota para mostrar su indignación con el gobierno, las elites y la casta, e implica, de paso, que votaría en contra de sus propios intereses con tal de castigar a los de arriba.

La segunda interpretación del no italiano marcha en la estela de lo anterior. El dictamen es que han ganado los populistas, una vez más. Allí, en concreto, el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo. Sin embargo, el rechazo a la reforma constitucional de Renzi era compartido por fuerzas políticas y personalidades que nada tienen que ver con los grillistas. ¿Por qué darle el triunfo del no en exclusiva a Grillo? Tendrá su parte en él, pero declararlo vencedor único es un exceso. No se pueden convertir los noes del referéndum en síes al movimiento populista. Una de las grandes victorias del populismo en Europa es haber conseguido que se le atribuyan todas las derrotas que sufren los gobiernos. Como si no hubiera otras razones para esas derrotas que las sinrazones que esgrimen los populistas.

El proclamado triunfo de Grillo resulta aún menos nítido a la luz de cómo defendió Renzi su reforma. Lo hizo con un discurso afín al del populismo: quería reducir «poltronas». Y al final, como dijo al presentar su dimisión, la poltrona que saltó fue la suya. Puede que no fuera tan buena idea combatir el populismo con la retórica del populismo… y con poco más. Porque la reforma constitucional de Renzi estaba lejos de ser la panacea para los problemas institucionales de Italia. Es más, podía agravar algunos. Lo cual nos lleva a la tercera interpretación del no: fue un no a esa reforma y punto. Parecerá una interpretación prosaica, pero a cambio parte de no menospreciar la capacidad de discernimiento del votante. Y no da por buena la falacia populista de que sólo ellos representan.