«No quiero que mis padres puedan ser extranjeros en Cataluña»

ENTREVSITA INES ARRIMADAS – EL MUNDO

Pasamos ocho horas con la mujer que ha pretendido poner en marcha una moción de censura contra el ‘president’ Puigdemont.

Media tarde del jueves. Nos encontramos frente al Parlament un día después de que haya iniciado su desconexión de España con la aprobación de la Ley de Referéndum. Sorprende que en la puerta de este vetusto edificio no haya indepes apoyando a esos supuestos libertadores de la nación catalana. Sólo hay un hombre, Benjamín, que va embutido en una bandera y no es una estelada. Es rojigualda. Este mecánico es fan de Inés Arrimadas (36 años), la ciudadana que lidera la oposición en la tribuna catalana. La jerezana que escuchaba El Larguero, hacía alineaciones en la Liga Fantástica de Marca y tenía su habitación inundada de pósters de Guardiola, ahora referente del procés. Recorremos el Parlament en su busca en un ambiente crispado y llegamos a un pasillo repleto de atractivos jóvenes. No son una pandilla de Al salir de clase. Es el preparado staff de Arrimadas, que nos espera en su despacho con camiseta y jeans. Está sentada en una mesa con una bolsa de anacardos. Su rostro, sin maquillar, denota cansancio. Cualquiera diría que es una estudiante que ha pasado la noche en vela preparando sus oposiciones de notaría. Pero su oposición ahora es más importante. Tratar de frenar a los soberanistas. Ayer apenas durmió tras ver cómo aprobaban el decreto de convocatoria del 1-O en la sesión golfa del hemiciclo. No lleva ni una gota de cafeína en vena. Sólo un Cola Cao.

Esta semana ha sido agotadora para ella y no sólo por el «monotema». El domingo, una usuaria de Facebook le deseaba «una violación en grupo». Ahora, la mujer, despedida de su trabajo, le ha pedido perdón. «Yo siempre agradezco las disculpas, pero la denuncia está cursada y me parece de una gravedad supina», expresa Arrimadas.

¿Es ella el fiel reflejo de la crispación que reina en Cataluña?
No lo sé, pero es verdad que en las últimas semanas hemos visto a miembros del Gobierno catalán decir que había que caldear el ambiente. Ya no les queda otra cosa. No tienen apoyo internacional, ni apoyo legal, ni mayoría social.

Arrimadas porta en su muñeca izquierda un pulsómetro de color morado Podemos. Calcula todos sus pasos y a las cinco de la tarde ya lleva 10.042. Mira la pared de su despacho, donde hay un calendario con tres fechas marcadas en bolígrafo. El 11-S (la Diada), el 15-S (tiene que ir a Estonia tras ser elegida entre los cuarenta jóvenes más influyentes de Europa por el prestigioso think tank Friends of Europe) y el 1-O. En su estantería hay una reliquia de la muñeca articulada del museo arqueológico de Tarragona. Es una amante de esa disciplina, no tanto de guardar recuerdos familiares en su despacho. «Mi marido ha dicho que tengo que poner ya una foto de la boda…», comenta Arrimadas, que contrajo matrimonio el año pasado en una bodega jerezana con Xavier Cima, un ex cargo de CiU al que conoció en los pasillos de la Cámara catalana cuando ella entró de diputada rasa. Su historia se vendió como el romance entre un independentista y una constitucionalista. «Él era de esos miles de convergentes que se dieron de baja del partido cuando éste optó por la deriva soberanista», dice Arrimadas.

¿Cree que hay diputados convergentes que sienten vergüenza?
Hay miembros del PDeCat que no están de acuerdo con todo lo que se está haciendo y que no se creen que va a haber un referéndum el 1-O. Tampoco se lo creen ni Puigdemont ni Junqueras.
Vivió un romance en el Parlament. ¿Es posible otro entre independentistas y constitucionalistas?
Es posible después de unas elecciones con un Gobierno que se centre en lo que nos une.

Suena el timbre y la ciudadana tiene que ir al salón de plenos a intentar frenar, junto al resto de diputados constitucionalistas, la aprobación de la Ley de Transitoriedad de la República, el paraguas jurídico para el tiempo de transición hacia la supuesta independencia. Apelan al Consell de Garanties, que les da la razón. Pero la Mesa, de mayoría nacionalista, hace oídos sordos y no frena la maquinaria secesionista.

¿Cómo se para esta afrenta?
Espero que no haya que recurrir a la fuerza y que el Gobierno actúe antes del 1-O y proteja los datos personales de los catalanes, a los funcionarios para que no se vean obligados a posicionarse, a esos alcaldes que recibirán cartas de presión en ayuntamientos pequeños… Hay que recurrir a la ley y no hay que esperar al 1-O porque el atropello a los derechos de los catalanes se producirá antes. A saber si esos datos de los catalanes están en manos de la ANC. Se habla mucho del artículo 155 y no se habla de la Ley Orgánica de Protección de Datos que es una ley súper potente.
La decisión del Tribunal de Cuentas de imponer multas a Artur Mas y al resto de promotores de la consulta del 9-N no está enfriando las aspiraciones de Puigdemont…
Él, que ha dejado de lado sus obligaciones como presidente, sólo tiene un objetivo: el separatismo a cualquier precio. Es un presidente del procés. Puigdemont y el resto ya están de perdidos al río y con la única intención de subir al máximo la tensión. Parece que están haciendo todo para ver cuál es la reacción del Gobierno. Ser independentista es legítimo, lo que no es legítimo es conseguir la independencia como la quieren lograr ellos.
¿No sería partidaria de inhabilitar a Puigdemont antes del 1-O?
No me gusta ver a presidentes imputados, pero creo que los políticos tienen que asumir las consecuencias de sus actos como el resto de ciudadanos. Eso sí, yo no soy quién para decidir si tienen que tener responsabilidades penales.
¿Se celebrará el referéndum?
No, porque requiere una serie de garantías y de procedimientos que no se han producido ya. La gente se centra mucho en las urnas, pero nosotros ponemos urnas en nuestras sedes para hacer primarias y eso no es ningún referéndum.
¿Pero qué cree que pasaría en una hipotética consulta?
No lo contemplo porque cuando queramos cambiar España y sus fronteras lo tendremos que decidir todos los españoles. Cataluña no necesita un Brexit. Las consecuencias serían nefastas y no quiero que mis padres puedan ser extranjeros en Cataluña…

Arrimadas va en busca del líder del PSC, Miquel Iceta. Quiere convencerle de que es necesario impulsar una moción de censura para forzar elecciones. Iceta no lo ve. Tampoco el popular García Albiol.

…Hay que intentarlo. Si nos unimos los cuatro partidos de la oposición es posible que podamos convencer a algún independentista que no esté convencido. Voy a intentar que antes de que se produzca este choque podamos convocar elecciones. Yo quiero salir a ganar, algo que nunca hicieron el PP ni el PSC. Puedo ser presidenta de la Generalitat. Espero que el PSC no tenga la tentación de volver a reeditar un tripartito con Esquerra. Espero que esté más por la labor de un gobierno liderado por nosotros. Podemos salir a ganar una mayoría alternativa y derrotar al independentismo. Lo dicen las encuestas.
Los independentistas han tildado su moción de fantasía…
La fantasía es una Cataluña independiente.
¿Cree que la tensión secesionista les beneficia electoralmente?
Sólo beneficia a los que viven en la toma de la calle, a las CUP…

La jefa de prensa de Arrimadas, Clara de Melo, interrumpe la conversación. TV3 la demanda. La maquilladora de la cadena le cubre sus acentuadas ojeras. La diputada responde a las preguntas en un perfecto catalán. Se enamoró del idioma viendo a Guardiola hablarlo.

¿No se le cayó un mito cuando le vio de altavoz del procés?
Mi recuerdo como jugador del Barça y de la selección sigue siendo bueno.

Arrimadas vuelve al pleno a escuchar el discurso del diputado de Sí que es Pot Joan Coscubiela, contrario a la forma en que el Parlament ha aprobado este referéndum. Inés le aplaude. Un día antes una compañera de Coscubiela retiraba las banderas de España como si estuviesen infectadas. «En Sí que es Pot tienen una división brutal. No me sorprende». Se interrumpe el pleno. Arrimadas vuelve a su despacho y charla con su jefa de gabinete, que fue persona de confianza de un conseller de Mas hasta que cedió el testigo a Puigdemont. Un fichaje para conocer cómo piensa el enemigo.

El Gobierno central pide que se notifique la suspensión del 1-O al major Trapero.

¿Acatará?
Espero que no ponga entre la espada y la pared a los Mossos. En 2014 retiraron las urnas de un referéndum ilegal que montaron unas plataformas cuando gobernaba Mas y esperemos que hagan lo mismo.

Tras los atentados de Cataluña, Arrimadas no se mostró crítica con la actuación de la Policía catalana:

El hecho de que me gustase la reacción de los Mossos no quiere decir que no reconozca que hubo errores y que diga que tienen que ser analizados para que no se vuelvan a repetir. No quisimos sacar réditos políticos del atentado. Si nosotros hubiésemos estado en el Gobierno, otros partidos sí lo habrían hecho -asegura esta hija de un abogado jubilado que formó parte de la Policía Científica y de UCD.

Son las nueve y la Fiscalía pide al juez registrar la imprenta donde supuestamente están imprimiendo las papeletas del 1-O. El Gobierno central ha activado la maquinaria para frenar a los secesionistas.

¿Cree que el Ejecutivo es el responsable de la actual situación?
No puedo decir que la responsabilidad de todo sea del Gobierno de España, porque quien plantea cosas ilegales es la Generalitat. Yo creo que el Gobierno de España se ha equivocado durante muchos años, pero no sólo el PP. Se ha equivocado a la hora de no querer ver lo que estaba pasando en Cataluña. A la hora de seguir negociando y pactando mientras los partidos nacionalistas hacían lo que les daba la gana. Ahora tienen que proteger a los catalanes, espero que no nos dejen en la cuneta como en el 9-N.

Arrimadas quiere reponer fuerzas antes de preparar su discurso contra la Ley de Transitoriedad. En la sala de reuniones de Ciudadanos han encargado unas pizzas. Están frías e Inés saca de su mochila media barra de pan con fuet envuelto en papel albal. Se lo ha dado un periodista. «Le podría haber quitado el pellejo, espero que no esté envenenado», bromea. En una estantería hay una placa de celebración de la independencia… de Pakistán.

Aparece en la sala un chico con barba de tres días. Es un doble de Gabriel Rufián e incluso imita su voz. Ayuda a preparar discursos a otros cargos, pero a Inés le gusta escribirlos en soledad y subrayar sus frases en fosforito. Nos pide 15 minutos y sale de su despacho concentrada hacia la tribuna parlamentaria. Allí califica la Ley de Transitoriedad de «panfleto» y se gana una ovación. De nada servirá. Los secesionistas la aprobarán alrededor de la una de la madrugada.

Nos despedimos. Ella va rumbo a su domicilio en L’Eixample. Está agotada. Al día siguiente le queda una dura jornada en la que tratará de convencer a PSC y PP de que apoyen su moción. Y el lunes, la Diada. «Reflejará sólo el sentir de una parte de Cataluña», lamenta. En el taxi, camino de la estación de Sants, el chófer bromea: «Espero que cuando vuelvas vengas con las monedas cambiadas y con el pasaporte para poder entrar en la República Catalana». Y apunta: «Este tema sólo le interesa a los políticos». Tal vez por eso, frente al Parlament, sólo estuviese Benjamín, el mecánico de la bandera de España.