Santiago González-EL MUNDO

Santiago Abascal ha hecho saber a sus presuntos socios andaluces que se ha cansado de recibir «insultos, menosprecios y la amenaza permanente de cordones sanitarios» y amenaza a Ciudadanos y PP con no permitir la investidura de Moreno Bonilla. Los menosprecios no son comparables, por lo que Abascal amenaza a Ciudadanos con una patada en el culo del candidato del PP.

El asunto tiene su puntito irónico, porque la reforma de la Ley de Violencia de Género (LVG) que hoy quiere discutir Vox y que pone como condición necesaria para votar la investidura de Juan Manuel Moreno se parece bastante a las posiciones clásicas de Ciudadanos, que en la campaña electoral para los comicios de 2015 era acusado por Carmen Montón de colocarse en una postura ideológica negacionista por mantener que la LVG, la primera gran ley de ZP, debía ser «modificada para acabar con la asimetría penal por cuestión de sexo y la ineficacia de la propia ley». Así lo decía su programa electoral y así lo anunció Albert Rivera en un mitin que se celebró en el Palacio de Congresos de Málaga en diciembre de 2015. Entre los oradores estaba también Juan Marín, pero tal vez estuvo distraído y se le escapó el mensaje.

Uno fue crítico y lo sigue siendo contra la asimetría penal en los casos de violencia de género. Se dieron casos que llevaban inevitablemente a la aporía: violencia doméstica en parejas gais y lesbianas. Hubo una sentencia interesante en 2009 en el Juzgado de lo Penal número 2 de Santander a propósito de violencia familiar en un matrimonio de lesbianas.

Algún día el PP y Cs tendrán que admitir que son tres para que les salgan las cuentas, aunque Abascal debería comprender que no puede echar órdagos al buen tuntún y que la última bala sólo se dispara una vez. El que frustre el cambio que votaron los andaluces hace un mes pagará con sus carnes morenas la repetición de los comicios. Vox no debería comprometer su solitario éxito en lance tan arriesgado. El PP no volverá a tener otra oportunidad como la presente, después de tanta pérdida de votos. Cabe la posibilidad de que Ciudadanos vea unas nuevas elecciones como una oportunidad para seguir cabalgando las encuestas y dar el sorpasso al PP, pero el gran Marín se arriesga a perder la vicepresidencia, que es mejor que nada.

Los políticos españoles desprecian la hemeroteca en general y carecen de memoria respecto a la propia. No solo Ciudadanos. Abría las carnes que intelectuales alternativas como Teresita Rodríguez, miembra del partido que se negó a votar las 212 medidas del Pacto de Estado contra la Violencia de Género (28/7/17), acusen a Vox de complicidad en asesinatos de mujeres y niños. Tampoco está mal lo de Susana Díaz reprochando a Vox la «justificación de la violencia contra las mujeres». Si Abascal y los suyos se trabajaran la hemeroteca, que tampoco lo hacen, deberían recordar que en España sólo ha habido un dirigente político condenado por maltratar a su mujer. Es el socialista Jesús Eguiguren, condenado por el juez Fernando Andreu en abril del 92. El PSOE lo ascendió a presidente del PSE y Zapatero le confió la negociación con ETA, aunque no quepa descartar que le confiara esa misión para ver si acojonaba a Josu Ternera, dados los precedentes.