Órdagos, trampas, euforia y espanto

EL MUNDO 28/09/16
LUCÍA MÉNDEZ

Un diputado del PSOE con suficientes cargos a la espalda recordó ayer un episodio lejano en el tiempo, pero adecuado a los momentos de grave tribulación que atraviesa el partido. Se debatía la limitación de mandatos y Felipe González advirtió: «A mí me parece bien limitar los mandatos a los que ganan elecciones, pero es más importante limitárselos a los que pierden». No lo hicieron y esto es lo que hay.

Pedro Sánchez sólo lleva un mandato como líder, pero varias elecciones perdidas le han convertido en otra persona distinta a la de aquel diputado que en 2014 fue elegido por Susana Díaz y los notables del PSOE porque parecía más dócil, centrista y obediente que el izquierdista Eduardo Madina. El vasco tenía demasiada personalidad para gusto de la baronesa. En el pecado lleva Díaz la penitencia.

Sánchez se mira al espejo y aprecia las canas, las arrugas, la falta de sueño y la tensión marcada en los ángulos de la cara. Lleva a la espalda la mayor carga de odio orgánico y personal que nunca acarreó ningún otro secretario general. A la desesperada, ha lanzado un órdago que espanta a sus adversarios internos y asombra a sus adversarios políticos. A mitad de camino entre el pánico y la admiración, algunos diputados del PP exclaman en voz baja: «Es una desgracia para España, pero los tiene cuadrados».

Después de dos años buscando su lugar en el mundo, Sánchez lo ha encontrado en el no a Rajoy y se muestra más seguro de sí mismo de lo que nunca lo estuvo. Como si se hubiera quitado un peso de encima. Eufórico al final de la escapada. Si queréis sacarme de Ferraz tendréis que salir de la madriguera y plantarme cara. Si me tengo que ir, me voy, pero no por la puerta de atrás ni de la abstención vergonzosa para después despedazarme. El lenguaje informativo se antoja poco para relatar lo que pasa en el PSOE. Por eso hay que acudir a la épica de Shakespeare o a pasajes de la Historia. Hay para elegir. Desde el asesinato de Julio César en las escaleras del Capitolio hasta Rasputín al que los emboscados no mataban ni a tiros.

Nadie sabe si sus adversarios lograrán doblarle el pulso en el Comité Federal. Pero de momento han caído en su trampa, al mezclar la batalla contra el líder con la abstención del PSOE para que gobierne Rajoy. Así lo resume alguien que conoce el PSOE. «Ahí tiene todas las de ganar. Es un gravísimo error. La batalla contra Pedro hay que plantearla por su nefasta gestión, pésimos resultados electorales, deriva de proyecto y ausencia de capacidad. El PSOE necesita un nuevo liderazgo y equipo para gestionar unido el no y para afrontar las elecciones si se repiten. Y para eso hay que derribar a esta dirección y hacerlo con una alternativa creíble, con nombres y apellidos, sin guerra de guerrillas».