Pacto de silencio en la candidatura del 3%

LIBERTAD DIGITAL 30/08/15

· Ni una alusión a la operación contra la corrupción de CDC, su fundación y varios ayuntamientos en el primer mitin de la plataforma separatista.

Silencio absoluto, como en los viejos tiempos del oasis de Pujol. Mas, flanqueado por Raül Romeva y Oriol Junqueras, no dio ni una sola explicación en el primer gran acto de campaña de la candidatura «Juntos por el Sí», rebautizada en las redes sociales como «Juntos por el 3%». La «omertá» todavía funciona. Las grietas en la plataforma eran políticas y a causa del exceso de celo de Romeva en su papel de número uno. Ahora se han confirmado las sospechas. La candidatura con ERC y las organizaciones «cívicas» separatistas, la ANC y Òmnium, es el foso defensivo de Mas para huir de la corrupción, de los negocios y fraudes del clan Pujol, del expolio del Palau de la Música, de las comisiones por la adjudicación de contratos públicos, de la corrupción en los ayuntamientos convergentes, del caso Torredembarra, Petrum, Innova, las prótesis caducadas, las ITV y un largo etcétera.

Domina en ERC la convicción de que Mas apelaba a la unidad de los partidos nacionalistas para contrarrestar los efectos de tres décadas de negocios sucios, financiación irregular y grandes beneficios para quienes se apiñaban en CDC, llenaban el cepillo de la formación y construían, con más rentabilidad que esfuerzo, el país de Pujol y su delfín. Convergencia se ha parapetado tras ERC y las entidades separatistas y atribuye las investigaciones del juzgado número 1 de El Vendrell (Tarragona) a la «guerra sucia» del Estado, a los poderes ocultos de Madrid, a las emanaciones tóxicas de policías, jueces y fiscales. Todo es una gran conspiración, dicen en CDC. Por lo bajo, intentan tranquilizar a sus nuevos socios y alegan que la Guardia Civil ya no encontrará pruebas de las comisiones, que ni en la fundación ni en el partido hay documentación administrativa comprometedora y que los últimos registros son un montaje para desgastar a «Juntos por el Sí» y condicionar las elecciones del 27-S.

Un jarrón chino
Mas pretende situarse por encima del bien y del mal, ser un jarrón chino inmune a la carcoma que desintegra su partido, cobijado bajo el manto protector de la «sociedad civil» y con ERC vinculada a la suerte que pueda correr CDC en una plataforma marcada por las diferencias, los recelos y las rencillas entre convergentes, republicanos y figurones de la ANC como Lluís Llach.

En el mitin de este viernes, con la operación judicial aún en vivo, ninguno de los intervinientes tuvo necesidad de referirse a la corrupción. Hablaron Llach, la actriz Montserrat Carulla (saludó a los «pueblos» de Cataluña, Valencia y Baleares, leyó un poema y se abstuvo de improvisar), se emitió un vídeo con un mensaje de Guardiola y a continuación tomaron la palabra los tres pesos pesados de la candidatura. Primero Junqueras, después Mas y por último Romeva. Y ni una palabra sobre corrupción. «Nos dijeron que no pondríamos las urnas el 9-N y hubo urnas. Y ahora nos dicen que es imposible que ganemos, pero se van a equivocar y el 27-S ganaremos y tendremos la mayoría», se jactó Mas ante las miles de personas que llenaban el paseo de Lluís Companys en Barcelona, escenario del acto.

Manos juntas, sonrisas forzadas
La foto final volvió a ser la de Romeva, Mas, Junqueras, Forcadell y Llach con las manos juntas y las sonrisas forzadas. Son los mosqueteros del «Estat propi», pero el todos para uno y uno para todos no es su lema. El 3% planea sobre la lista de Mas y Junqueras, el círculo se estrecha y los detalles que trascienden de la investigación señalan directamente al presidente de la Generalidad y a sus más directos colaboradores. El ordenador del exgerente, Daniel Osácar, en el despacho del exalcalde Trias, los manuscritos con los apuntes de las comisiones, las adjudicaciones de los ayuntamientos de Sant Cugat, Sant Celoni, Lloret de Mar y Figueras, el papel intermediario de la fundación convergente «CatDem», los negocios del clan Sumarroca al calor convergente y los nervios desatados de Josep Rull, el número dos de Convergencia, o de Francesc Homs, el consejero de presidencia, crispación en estado puro.

La estrategia de campaña de «Juntos por el Sí» tampoco anima al optimismo entre sus integrantes. La resurrección de Aznar como amenaza en caso de derrota del separatismo no acaba de convencer ni a los voceros del separatismo. El apocalipsis aznariano descrito por Romeva, Junqueras y Mas en caso de derrota no cuadra, pero es el único pegamento de una candidatura en la que Junqueras y Romeva tratan de anular a Mas y los convergentes acusan a los primeros de falta de lealtad mientras hacen frente a las acusaciones de corrupción envueltos en la bandera.