Pasando

LUIS VENTOSO – ABC – 28/07/16

· Asombroso (¿y felón?) que Rajoy y Sánchez no se unan frente al golpismo separatista.

España es un país de notable calidad de vida, que ha prosperado desde finales de los años cincuenta de modo asombroso. De ser una nación pobre ha pasado al privilegiado club de las más prósperas. Un éxito extraordinario del pueblo español y sus instituciones. Pero en paralelo, se trata de un país ensombrecido por problemas agudos, que empañan su futuro:

—Una pirámide demográfica pavorosa, que compromete a corto plazo las prestaciones sociales y a largo, la propia perpetuación del país.

—Una salida de la crisis que aun siendo exitosa (crecimiento del 3%) continúa dejando fuera a demasiada gente, con el paro en cifras lacerantes y salarios muy bajos.

—Un cuestionamiento constante de sus propios pilares institucionales, insólito en cualquier gran democracia. Ni siquiera a un demagogo del calibre de Trump se le ocurriría criticar su Constitución, que data de 1787. En España la ponen en solfa desde el líder de la oposición hasta jueces, pasando por el periódico prosocialista madrileño.

—Una demagogia populista que no ha traído soluciones concretas, pero sí inestabilidad y un riesgo que se creía superado: la posible llegada al poder del anacrónico totalitarismo marxista.

—Un modelo televisivo que espolea la desunión, el derrotismo y el sectarismo. Por un error histórico del Gobierno del PP, han cuajado cadenas consagradas a jalear a la izquierda antisistema y que erosionan el patriotismo y la lealtad institucional.

Todo lo anterior es serio. Pero hay un problema más acuciante, el primero de España: el desafío golpista del Gobierno separatista catalán. Ayer, el Parlamento catalán desobedeció los apremios del Tribunal Constitucional para que respeten la ley. Han iniciado una sublevación en toda regla y proclaman que ignorarán la legalidad española.

«The Guardian» lo hacía asunto destacado, en una crónica donde solo aparecía la versión de los separatistas y ni una coma de la del Gobierno (un día se podría meditar sobre la diplomacia-relax del gran Trillo en Londres). Romeva, al que presentan como «el ministro de Exteriores» catalán, explica que «la legalidad es solo un instrumento, que necesita adaptarse al deseo democrático» y que las constituciones solo sirven «para un determinado momento».

Mientras se produce la sedición, Rajoy y Sánchez, líderes de los partidos que vertebran la nación, son incapaces de unirse para acordar una defensa cerrada de España y unas medidas inmediatas contra los golpistas que intentan destruir su país. La semana pasada, Santamaría y Montoro celebraban un café-risitas con Junqueras, uno de los paladines del golpe. Como insignificante español de a pie, me angustia esta pasividad.

Pero sin duda soy un friki. Lo importante es Bárcenas, el ombligo de Rivera, el infantilismo ególatra de Sánchez y la última pose de Iglesias para epatar. Porque España, la nación más antigua de Europa, es también la única donde un simple patriota es, por supuesto, «un facha». Confiemos –¡todavía!– en que Rajoy y Sánchez den un paso y no queden como dos felones en una hora difícil para España.

LUIS VENTOSO – ABC – 28/07/16