‘Patria’ de Aramburu, la gran novela española sobre el terrorismo de ETA

LIBERTAD DIGITAL 06/10/16
JOSÉ AGUILAR JURADO

· «He leído muchos capítulos de la novela, he de confesarlo, con un nudo en la garganta y los ojos húmedos».

Digamos, de entrada, que Patria es la gran novela española sobre el terrorismo de ETA. No la única, desde luego, pero sí a mi juicio la más notable. Si están ustedes leyendo esta sección cultural, ya deberían saber que Fernando Aramburu es uno de los mejores novelistas españoles contemporáneos y que es inexcusable leerlo. Deberían saber también (y perdonen que les regañe) que Aramburu nació en San Sebastián en 1959, en una familia de clase obrera, que estudió Filología en la universidad de Zaragoza, y que en 1985 se fue a Alemania a dar clases de español a hijos de emigrantes. Y que sigue viviendo allí, aunque desde hace cinco o seis años ya solo se dedica a la literatura. Su calidad literaria sigue siendo la misma que cuando compatibilizaba la literatura con las clases, pero ahora tenemos la suerte de que sus novelas salen menos espaciadas. Casi novela por año, aunque en Patria ha tardado un poco más.

No es la primera vez que ETA sale en la obra narrativa de Fernando Aramburu. Ya aparecía, de una manera tangencial, en Fuegos con limón (1996), su primera novela (estupenda, por cierto). También en su sobrecogedor libro de relatosLos peces de la amargura (2006), que fue premio Vargas Llosa, premio Dulce Chacón y premio Real Academia Española. Pero ahí la sustancia literaria no era tanto ETA como su terrible consecuencia: las víctimas. Seis años después, Aramburu publicó Años Lentos (2012), novela que yo mismo reseñé aquí, en la que el terrorismo tiene mayor presencia, aunque tampoco es exactamente el asunto central.

Conviene decir que Aramburu no se fue a Alemania para huir de ETA. Se fue por las cosas de la vida, y por una alemana. O sea, que no es un perseguido de la banda ni un amenazado que ahora se venga escribiendo contra ella. Es simplemente un escritor que nació y creció en territorio etarra y que no puede sustraerse a algo que formó desgraciadamente parte de su vida durante muchos años. Otros sí se sustrajeron (y se siguen sustrayendo) al asunto, y en las páginas de Patria se encuentran las razones de ello. Aramburu no. Él mismo lo explica en un, digamos, cameo, que al modo hitchcocktiano, incluye en el capítulo 109 de la novela (que en total tiene 125, bastante breves). Aramburu es, aunque no se menciona su nombre, un escritor que presenta su libro en unas Jornadas sobre Víctimas del Terrorismo a las que acude uno de los personajes. Es un episodio marginal en la trama, pero las palabras, no demasiadas, que pronuncia ese anónimo escritor son interesantes. Me permito reproducir algunas:

Hay libros que van creciendo dentro de uno a lo largo de los años en espera de la ocasión oportuna de ser escritos. (…) Escribí en contra del sufrimiento inferido por unos hombres a otros, procurando mostrar en qué consiste dicho sufrimiento y, por descontado, quién lo genera y qué consecuencias físicas y psíquicas acarrea a las víctimas supervivientes. (…) Asimismo escribí en contra del crimen perpetrado con excusa política, en nombre de una patria conde un puñado de gente armada, con el vergonzoso apoyo de un sector de la sociedad, decide quién pertenece a dicha patria y quién debe abandonarla o desaparecer. (…) Pero también escribí, desde el estímulo por ofrecer algo positivo a mis semejantes, a favor de la literatura y el arte, por tanto a favor de lo bueno y noble que alberga el ser humano. Y a favor de las víctimas de ETA en su individual humanidad, no como meros números de una estadística donde se pierden el nombre de cada una de ellas, sus rostros concretos y sus señas intransferibles de identidad.

La verdad es que esta intervención del escritor/personaje le da a uno la reseña hecha. Porque en efecto, la sensación que transmiten las páginas de Patria es exactamente la que apuntan las palabras citadas.

Aramburu, del que ya he dicho en otra ocasión que es un novelista de personajes, nos sitúa en un pueblo de Guipúzcoa, donde viven dos familias: la del Txato, un pequeño empresario al que le llega una carta de ETA exigiéndole el impuesto revolucionario, y la de su amigo Joxian, uno de cuyos hijos entra en la banda terrorista. Aunque más que el Txato y Joxian, los personajes centrales son Bittori, la mujer del Txato, y Miren, la de Joxian. Y también los hijos de ambos. Y los yernos y las nueras. Y también un poco los nietos. Sin perder de vista a algunos personajes secundarios, como don Serapio, el cura del pueblo, o Patxi, el que regenta la Herriko Taberna. Los retratos son todos magistrales. Cuando sea mayor, quiero aprender a dibujar personajes tan vivos y reales como los de Aramburu.

Por otro lado, la historia no se presenta de una manera lineal, sino por medio de fragmentos y saltos temporales, que poco a poco nos van metiendo en la trama. Una trama que se desarrolla desde la Transición, que pasa por los años duros en los que la banda asesinaba a mansalva, y llega hasta prácticamente nuestros días, con la llamada tregua definitiva de ETA y este periodo en que vivimos, en que tanto se habla de pasar página.

He leído muchos capítulos de la novela, he de confesarlo, con un nudo en la garganta y los ojos húmedos. Experiencia impactante, la lectura de Patria. Y eso que Aramburu no se recrea en la emotividad efectista. Es un narrador certero que sabe que las emociones no están en los adjetivos, sino en los sustantivos. No en explicar lo terrible que es algo, sino en mostrárnoslo. La ficción, en Aramburu, se hace verdad. Y eso es lo que sobrecoge.

En fin, que al principio he dicho que Patria es la gran novela española sobre el terrorismo de ETA. Y siendo cierto, me parece que esto reduce su dimensión y su categoría. Patria es una gran novela, independientemente de su tema. Es decir, no la metan ustedes en el subgénero «novelas de ETA». Pónganla en el apartado «enormes novelas del siglo XXI». Después de leerla, claro.