Pedro Montesquién?

EL MUNDO 19/07/17
SANTIAGO GONZÁLEZ

Uno ya le va cogiendo el tranquillo como head hunter, mi admirado Pedro Sánchez, después de comprobar la capacidad intelectual de su vicesecretaria general, Adriana Lastra, su secretario de Organización, José Luis Ábalos, su portavoz parlamentaria, Margarita Robles, y el portavoz de su Ejecutiva Federal, Óscar Puente. Mare de Déu, quina tropa!

Usted aprovechó su encuentro con Miquel Iceta para criticar «el inmovilismo de Rajoy» y ciscarse en Montesquieu: «Si la política sólo fuera el respeto escrupuloso a la ley, gobernarían los jueces». Si Maragall y Zapatero no se hubieran movido tanto por un Estatut que Pujol no había pedido en 23 años, tal vez nos habríamos ahorrado este trago. El resto de la cita es una iniquidad sólo equiparable a los palotes que hacen con el Estado de Derecho sus alter ego: Puigdemont y Pablo Iglesias. Mire, ignaro, las leyes las hace el Poder Legislativo, los jueces sólo las aplican y el Ejecutivo tiene como misión cumplirlas y hacerlas cumplir.

No me sorprende, admirable Sánchez. Ya demostró usted desconocer qué cosa es una nación en lo político y no saber qué es una hipótesis en el terreno epistemológico. Cabría aplicarle la atenuante de que es usted de ciencias, económicas, más concretamente. Y llegados a este punto, Pedro, ¿con qué manual estudió usted Teoría Económica I? Yo lo hice con el Basil J. Moore, que en su primera lección, primer día de clase, explicaba el conceto: «Economía es la ciencia que trata de la asignación de recursos escasos y susceptibles de usos alternativos». Yo me acordaba mucho de esta definición cuando ZP trataba los números con el mismo relativismo que las letras: «Mi señor Zapatero, la suma de las partes de un todo no puede superar el 100%».

Y ahora su número tres quiere perdonar la deuda a Cataluña, premiar una gestión calamitosa de los asuntos públicos. Ustedes, igualitaristas asimétricos, dicen que se les perdona a todas las CCAA. Aquí no paga nadie, diría Darío Fo.

Por otra parte, esa largueza no va a mover a los golpistas a reconsiderar su actitud. Si su disparate tiene premio, aunque sea de consolación, se sentirán incentivados para intentarlo de nuevo. Está en la naturaleza del nacionalismo. Arzalluz dijo en 1996: «He conseguido más con Aznar en 14 días que en 13 años con Felipe González». Ello no fue obstáculo para que dos años más tarde el PNV pactara con ETA la exclusión del PP (y del PSOE, Pedro). No con HB, sino con ETA, los asesinos de Miguel Ángel Blanco, aquel chico del que ustedes no se acuerdan. Y poco después se echaron al monte del plan Ibarretxe aceptando como guía al improbable Juan Josué.

Ahora quiere usted negociar con un Puigdemont que enseña la patita del totalitarismo en las purgas. En todo caso, aprenda a distinguir purgas de purgaciones. Advertía Nicolás Fernández de Moratín en su Arte de las putas sobre las precauciones en relaciones promiscuas: «No dormirse en colchón no conocido;/ por no vivir en esto uno advertido/ le arrimó unas perennes purgaciones/ la Catalana de la calle Hita». Era un caso, rehúya la sinécdoque.