Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y la hegemonía de la izquierda

EL MUNDO 12/06/17
EDITORIAL

DESDE QUE José Luis Rodríguez Zapatero decepcionó a sus votantes por los duros recortes que tuvo que acometer por la crisis económica, la izquierda española camina desnortada y dividida entre quienes defienden los tradicionales principios de la socialdemocracia y los que abrazan los postulados populistas que representa Podemos. La victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas con un discurso repleto de guiños a la militancia más radical del PSOE y a los votantes de la formación morada ha marcado el inicio de un nuevo tiempo en el que los dos partidos competirán por hacerse con la hegemonía de la izquierda.

Esa batalla se escenificará por primera vez esta semana en dos citas clave. Mañana llegará al Parlamento la moción de censura planteada por Podemos con el objetivo camuflado de desgastar a los socialistas y el próximo fin de semana, el PSOE celebrará el Congreso Federal que, más allá de encumbrar al nuevo secretario general, deberá a empezar a coser las costuras rotas en el partido. Cómo resuelva el nuevo socialismo de Sánchez estos dos envites será crucial para la izquierda española y para la estabilidad del país.

España se enfrenta a desafíos importantes en esta legislatura. Por citar sólo dos, contener el avance del independentismo en Cataluña y seguir trabajando por la creación de empleo, ya que la tasa de paro aún supera el 18%. Con un Gobierno en minoría y tocado por los escándalos de corrupción que han protagonizado algunos importantes líderes del partido en el poder, contar con una oposición seria y responsable es vital para afrontar esos retos. Creemos que el PSOE es el partido que está llamado a ocupar ese espacio ahora que cuenta con un liderazgo indiscutido.

En la campaña de Sánchez para vencer las primarias pudimos escuchar algunos mensajes contradictorios en temas tan delicados como el modelo de Estado. El dirigente llegó a plantear una España plurinacional. Sin embargo, una vez recuperada la Secretaría General, Sánchez ha moderado su discurso. De hecho, tomó la iniciativa de llamar a Mariano Rajoy para mostrarle su apoyo contra el separatismo catalán.

Para superar su crisis de identidad, el PSOE tiene que posicionarse con un ideario que le permita presentarse como una alternativa real de Gobierno. En esta tarea, Sánchez debería ser cauto y no caer en la tentación de recurrir a las recetas fáciles del populismo, como la de convertir el PSOE en un partido asambleario. El espacio natural de los socialistas es la socialdemocracia, si bien, adaptando su discurso a las nuevas generaciones y los nuevos tiempos que vive Europa.

No es un reto menor, pero el PSOE debe superarlo. Esta semana tiene la oportunidad de empezar a hacerlo si logra desmontar a Pablo Iglesias en el Congreso cuando se debata su moción de censura. La relación entre ambas formaciones no es fácil por el tacitismo que ha marcado la estrategia de los morados desde que llegaron al Hemiciclo tras las elecciones de diciembre de 2015.

En marzo de 2016, Podemos votó en contra de la investidura de Pedro Sánchez. Y en mayo de este año, registró su moción sin esperar a que los socialistas terminaran su proceso interno para elegir un secretario general con el que pactar un candidato alternativo a Mariano Rajoy. Esto demuestra que la moción que se debatirá mañana es más testimonial que instrumental.

Sánchez parte con la desventaja de que no podrá ser él, sino su portavoz parlamentario, José Luis Ábalos, quien responda al orador Iglesias. Pero la poca solvencia y credibilidad de los planteamientos de Podemos le darán argumentos más que suficientes para desenmascarar a los populistas.

Prueba de ello es el fiasco que supuso para los morados la moción de censura que se debatió la pasada semana contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.

La fragmentación parlamentaria dificulta la estabilidad. Pero un Gobierno en minoría es una oportunidad para buscar consensos en cuestiones de Estado como la Educación o la despolitización de la Justicia. La pugna por el dominio de la izquierda puede dejar estos asuntos en un segundo plano para centrarse en la teatralización en la que es especialista Podemos. El PSOE debe evitar caer en esa trampa.