Peor un cursi que un malvado

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 19/03/16

· Las palabras puede llevárselas el viento, incluso en el Congreso con luz y taquígrafos, pero no las frases puestas en papel, negro sobre blanco. Y Pablo Iglesias, a menudo retratado con caricaturas de trazo más o menos grueso, se ha hecho a sí mismo un autorretrato definitivo con su texto Defender la belleza, testimonio insuperable de su talla política e intelectual, de auténtica carcajada.

El estilo es el hombre, según el aforismo de Buffon, y el estilo de Iglesias identifica a un tipo cursi hasta decir basta. Ya era notorio en el arsenal de naderías petulantes de sus discursos –Ramón Gómez de la Serna, en su estupendo ensayo sobre la cursilería, apuntaba el peligro de la oratoria– con el que sólo compite Rufián. No es raro que Ortega asociara la cursilería a la ausencia de una burguesía con formación sólida.

La paradoja irónica es que Defender la belleza no es un manifiesto escrito bajo la conmoción del síndrome de Stendhal sino literatura ventajista de acompañamiento para cortar cabezas en el partido. Retórica para preparar una purga. Claro que decapitar conmilitones por las bravas mientras escribes «los defensores del statu quo no soportan que nuestras sonrisas, nuestros besos y nuestros abrazos sean de verdad» demuestra la coherencia del bolvechique. A medida que se haga más despótico, hará más frases relamidas.

En la Iglesia laica de Podemos han proclamado la ley del amor; y esta Carta a los Podemitas casi emula la Carta a los Corintios de San Pablo: el amor todo lo disculpa, todo lo soporta, todo lo puede. Ya dijo Monedero que Iglesias es «una máquina de amar», quizá no de la talla de Rocco Siffredi, pero al menos sí de la escuela del Padresito.

El teórico de «todo el poder para los círculos», evocando a los soviets, ha ejercido todo el poder sin los círculos. En definitiva Pablo Iglesias se ha montado su círculo unipersonal desde donde manda, aunque quizá preferiría un triángulo como deus ex machina. Los errejonistas han caído en desgracia en el aparato donde ganan peso anticapitalistas y comunistas como Rafa Mayoral, forjados en la escuela de plomo del aparato del PCE, o Irene Montero. Ahí, como describe Preston en su biografía de Carrillo, matar al padre es algo más que una metáfora.

Pero Defender la belleza no retrata al enésimo político capaz de liquidar sin escrúpulos, sino a alguien capaz de hacerlo en nombre del brillo en los ojos. Y siempre es menos de temer un malvado ortodoxo, previsible como decía Anatole France, que un cursi cínico parapetado tras la espuma fatua de la cursilería.

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 19/03/16