Perdón

EL PAÍS 30/12/16
JORGE M.REVERTE

· El terrorismo ha perdido una guerra que declaró contra la democracia española

Los presos asesinos quieren tener acceso a esos beneficios sin tener que decir ni “perdón” ni “me equivoqué”, lo que equivale a enviar a las víctimas un mensaje cristalino: “Lo volvería a hacer”.

Dicho con otras palabras, los presos dicen: “Volvería a volar el cuartel de Vic con sus niños dentro, a hacer la matanza masiva de República Dominicana en Madrid, a disparar a bocajarro a Joseba Pagaza o a dar un tiro en la nuca a José Luis López de la Calle”.

La verdad es que es difícil estar al lado de quienes piden que se tenga más piedad con esta gente. Yo creo que la ley penitenciaria española es bastante buena para los castigados por terrorismo. Y si nos dicen que lo volverían a hacer, ¿cómo apiadarse de estos desalmados? Son 350, muchos más que los linces ibéricos que quedan en libertad, y nos cuestan mucho más dinero que los felinos en trance de extinción. Pero conviene tenerles encerrados mientras no digan que no lo van a volver a hacer.

Hay quien dice que la estabilidad política de Euskadi depende de que cambie la política penitenciaria. Yo creo que los presos de la banda cada vez importan menos a todo el mundo. Llegará un día en que las familias les obliguen a cambiar su forma de reivindicarse, y a aceptar, de una vez por todas, que han perdido la guerra, que sus jefes tienen que entregar las armas, y que ellos nos tienen que decir que se equivocaron. Esto no es una venganza, es una mínima precaución. ¿Por qué vamos a dejar en libertad a alguien que ha demostrado que puede matar de esa manera y ha sido condenado por un tribunal, con todas las garantías de defensa? También hay que preguntarse si no tienen derecho, el mismo derecho, los pederastas asesinos de niños o los violadores.

La estabilidad política y social del País Vasco ya no depende en absoluto de los presos de ETA, ya no depende nada de ETA.

El terrorismo ha perdido una guerra que declaró contra la democracia española. Solo le queda reconocer su derrota.

Cuando lo haga, la democracia española volverá a ser generosa como ha sido siempre. Empiecen por decir “perdón”.