TONIA ETXARRI-El Correo

La inesperada renuncia de Alberto Núñez Feijóo está mostrando el escaparate de la confrontación entre dos mujeres dirigentes del Partido Popular que, hasta ahora, habían llevado su conocido antagonismo entre bambalinas. Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría no son las únicas candidatas, pero entre los siete aspirantes a dirigir el partido son ellas las que están concitando mayores adhesiones y rechazos. Hasta el punto de que Pablo Casado se presenta como la ‘tercera vía’ no programática ni ideológica de momento, sino como reconciliadora entre dos dirigentes que han decidido presentarse para anularse mutuamente.

Entre los tres candidatos que han logrado mayor número de apoyos existe un punto en común. Los tres se disputan un ranking. ¿Quién ha dado más la cara en tiempos difíciles? A Dolores de Cospedal incluso se la han partido y se ha vuelto a levantar, según su propia tarjeta de presentación. A Soraya Sáenz de Santamaría también, aunque ella en el área del Gobierno. Cuando su ‘operación diálogo’ con el Ejecutivo de Cataluña fracasó y puso en marcha la aplicación del artículo 155, por decisión de Mariano Rajoy con la aquiescencia del PSOE y Ciudadanos. Los ánimos estaban tan encendidos que en un mitin electoral presumió de haber «descabezado» a ERC y Junts per Cat. Un desahogo imprudente que le provocó una tormenta de reproches. Y, por su parte, Pablo Casado va recordando que comparecía ante la Prensa y en las tertulias cuando nadie se atrevía a defender al PP en plena implosión judicial sobre los casos de corrupción.

Las dos exministras aportan su experiencia en el terreno que más han dominado (Cospedal en el partido, Sáenz de Santamaría en el Gobierno). Pero las dos, fieles colaboradoras disciplinadas del que fue presidente hasta hace veinte días, recuerdan la continuidad, el ‘marianismo’. Una imagen alejada de la renovación, el cambio de ciclo o la refundación que tanto necesita el PP. Por eso Pablo Casado, que a día de hoy tiene pocos apoyos en la delegación vasca a excepción del exalcalde de Vitoria Javier Maroto, se presenta como la vía de la regeneración. Tan pactista que él, que rechazó la oferta de fusión que le brindó Dolores de Cospedal al principio de la carrera, podría estar dispuesto a pactar con Soraya Sáenz de Santamaría.

En eso confían todos los que hasta ahora se muestran partidarios de la exvicepresidenta. Alfonso Alonso, Javier de Andrés y los ministros Íñigo de la Serna y Méndez de Vigo, entre otros. El proceso de democracia interna en el PP, que es una novedad, está siendo afrontado con entusiasmo y preocupación por quienes habían apostado por una candidatura única cuando Alberto Núñez Feijóo parecía la ‘gran esperanza blanca’. En estas disputas internas no está dicha la última palabra hasta el final de los congresos. El PSOE, que tiene mucha experiencia en primarias, podría dar un cursillo al PP.

En el 35º congreso de los socialistas, en julio de 2000, Zapatero ganó. El diputado desconocido ganó por la mínima. Por tan solo nueve votos de diferencia con José Bono, que había partido como favorito. Al final un puñado de ‘guerristas’ y de partidarios de Rosa Díez cambiaron su voto. Y Zapatero –«que no sabemos de dónde ha salido pero ahí está», según dijo Pascual Maragall– se hizo con el timón socialista. Los cuatro candidatos restantes en el PP esperan su oportunidad. García Hernández con más entusiasmo que García Margallo. Pero puede ocurrir cualquier cosa. Todo menos que pacten Dolores de Cospedal y Sáenz de Santamaría.