Principio de incompatibilidad

IGNACIO CAMACHO – ABC – 08/07/16

Ignacio Camacho
Ignacio Camacho

· El PSOE está bloqueado ante tres opciones que no le gustan. La cuarta consistía en haber obtenido un resultado mejor.

Por muchas vueltas que den, mucho tiempo que se tomen y mucho debate que abran, los socialistas han de admitir que el principio elemental de una decisión consiste en que al optar por una alternativa –por eso se llama así– quedan automáticamente excluidas las demás. Por tanto, ante el proceso de investidura pueden hacer una de estas tres cosas: permitir que gobierne el PP, intentar gobernar ellos con Podemos y los secesionistas o forzar nuevas elecciones. Pero solamente una; no son compatibles entre sí. El no a dos de ellas conduce inevitablemente a la tercera. Ninguna les gusta, pero con 52 escaños menos que el vencedor no existe una cuarta posibilidad. La tuvieron y la desperdiciaron: consistía en haber obtenido un resultado mejor. Ya no vale.

En la misma noche electoral, Pedro Sánchez tuvo la tentación de proclamarse candidato. Fue disuadido, aunque es posible que la idea le siga rondando la cabeza, ahora que Susana Díaz, derrotada en Andalucía, carece de fuerza orgánica para imponerle condiciones. Y escucha voces que le sugieren explorar la vía frentepopulista. De ahí tal vez provenga la ambigüedad del secretario general y su empeño en que Rajoy dé el paso de intentar reunir apoyos… sin contar con el suyo.

Sánchez sabe que siempre puede retrasar la investidura hasta septiembre –el tiempo subirá el precio de su eventual colaboración– y acaso esté tratando de palpar el estado de ánimo del partido, de sondear cuánto respaldo reúnen los partidarios de la abstención que permita un Gobierno marianista en minoría. Pero por escaso que sea el entusiasmo por esta opción es muy probable que resulte más intenso que su disyuntiva, la del pacto con Podemos. La aversión colectiva del PSOE hacia Pablo Iglesias constituye en este momento el factor de cohesión más potente que queda en una organización muy dolorida.

Así las cosas, y descartada (?) la catastrófica eventualidad de forzar una tercera convocatoria a las urnas, al socialismo no le queda otra determinación sensata que hallar el modo más decoroso posible de seguir el consejo de Felipe González, Borrell, Vara y otros miembros de su nomenclatura: hacerse de rogar para obtener de Rajoy contrapartidas que compensen el desgaste de una decisión antipática. Reformas estructurales, condiciones presupuestarias y tal vez alguna derogación de la obra legislativa del marianismo.

El Gobierno ya sabe que tendrá que ceder, y está dispuesto a dejarse plumas en ese cercado. El problema es que quizá Sánchez no busque solo una salida para el partido, sino para sí mismo, porque está poco seguro de la solidez de su liderazgo a medio plazo. Teme que se lo quieran amortizar y sigue pensando que en la Presidencia podría atornillarlo. Tal vez sea esa la razón de su obstinación en una aporía política de aparentes incompatibilidades. Esa eterna sugestión del poder que, derrota tras derrota, nunca le ha abandonado.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 08/07/16