Puigdemont promete un referéndum en 2017 para salvar su Gobierno

EL MUNDO 29/09/16

· El presidente de la Generalitat advierte de que si la CUP no apoya los Presupuestos convocará elecciones
· La coalición antisistema no se compromete a respaldarlos

La apuesta soberanista catalana tiene un nuevo hito en el calendario: septiembre de 2017. Es el mes en que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, anunció ayer que celebrará un referéndum sobre la independencia. «O referéndum o referéndum», señaló para hacer hincapié en la naturaleza irreversible de su propuesta. En el debe de Puigdemont quedó la principal incógnita que planea sobre su plan: ¿cómo piensa esquivar el veto del Constitucional, que se da por seguro?

La nueva hoja de ruta del presidente catalán marcó el debate sobre la cuestión de confianza provocado por la CUP con su no a los Presupuestos de 2016. La formación anticapitalista es también la causante de que Puigdemont prefiera ahora un referéndum que las «elecciones constituyentes» que estaban previstas en el plan inicial.

Carles Puigdemont puso ayer fecha al choque entre la Generalitat y el Estado. El presidente de la Generalitat prometió que se celebrará un referéndum sobre la independencia de Cataluña en la segunda quincena de septiembre de 2017. «O referéndum o referéndum», dijo para subrayar la naturaleza irreversible de su propuesta. Sin embargo, Puigdemont no aclaró la principal incógnita que suscita su plan: ¿cómo piensa esquivar el veto del Tribunal Constitucional, que se da por seguro?

El presidente de la Generalitat convirtió el debate sobre la cuestión de confianza en una rectificación de la hoja de ruta con la que llegó al poder. La CUP, que provocó con su no a los presupuestos de 2016 la convocatoria de la sesión de ayer, es también causante del cambio de rumbo: los antisistema han convencido a Puigdemont de que es mejor celebrar un referéndum, aunque sea sin acuerdo con el Estado, que las «elecciones constituyentes» que estaban previstas en el plan inicial.

El Gobierno catalán todavía no ha desobedecido abiertamente una decisión de la Justicia. Lo que hizo ayer Puigdemont es anunciar que lo hará el año que viene. Su intención es ir «de la ley a la ley», esto es, sustituir la legalidad española por una propia que estará lista, según dijo, en julio de 2017 y que debe servir para convocar el referéndum.

El president adopta así las tesis de buena parte del soberanismo. De la CUP, pero también de las influyentes ANC y Òmnium –las encargadas de organizar las manifestaciones cada Diada–, y de ERC, que hasta ahora ha permanecido en un segundo plano consciente de que sigue creciendo en las encuestas. Puigdemont encargó ayer trabajo a su líder, Oriol Junqueras, al asegurar que la «arquitectura» del referéndum correrá a su cargo, mientras que de la organización se encargará Raül Romeva, como titular del Departamento de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia.

El Partit Demòcrata Català, el partido del president, es otro cantar. Cada vez más dirigentes expresan sus dudas sobre la conveniencia de convocar un referéndum. No sólo porque su concreción ofrece muchas dudas, como de qué manera afrontará la Generalitat la desobediencia al Tribunal Constitucional, sino también porque la propuesta deslegitima la consulta del 9-N de 2014, de la que Artur Mas deberá responder ante la Justicia y que ahora queda como poco más que un acto folclórico.

Bastaba ver la cara de Anna Gabriel al acabar el debate para saber que la CUP fue la gran triunfadora de la jornada. La diputada destacó su «plena sintonía» con la propuesta de referéndum de Puigdemont. Los antisistema unirán sus votos hoy a los de Junts pel Sí para salvar al presidente y ahora mismo están también cerca de validar los presupuestos de la Generalitat de 2017. Pedían una fecha para concretar el desafío al Estado y es lo que obtuvieron ayer.

Sin embargo, Puigdemont no escatimó algunas pullas a la CUP, como cuando afirmó que su no a las cuentas de 2016 suponía «una ruptura del compromiso de estabilidad» y le obligó a convocar una cuestión de confianza que ve como un «escollo». De hecho, advirtió de que si los antisistema no apoyan los presupuestos de 2017, convocará elecciones autonómicas. Un extremo que la CUP, pese a su satisfacción con el discurso del president, evitó confirmar.

Para garantizar que el Govern está preparado para «cerrar la legislatura» en 18 meses desde su toma de posesión, como prometió, Puigdemont desgranó algunas de las actuaciones que tiene previstas para «desconectar del Estado con plenas garantías». Dijo que para junio de 2017 estarán listas las estructuras para que «el nuevo Estado pueda ejercer las nuevas funciones que deberá asumir». Y citó «ámbitos especialmente sensibles», como «la seguridad, comunicaciones, administración de justicia, reconocimiento internacional, protección social y suministro energético», entre otras.

El president también quiso dar a su plan unilateral la apariencia de una propuesta de acuerdo cuando dijo que hasta el último día estará abierto a una oferta de Madrid. Afirmó que ya ha trasladado a interlocutores de los grandes partidos españoles su «disposición a colaborar» con un Gobierno central, siempre que «quiera colaborar para hacer posible una votación sobre la independencia». Si se diera ese caso, dijo, estaría dispuesto «a negociar en qué términos se haría el referéndum, cómo se formula la pregunta, en qué fecha, cuál sería el quórum necesario y qué moratoria se establecería para poder celebrar otro referéndum» si los independentistas perdiesen.

Pero también dejó claro que no tiene mucha confianza en que eso ocurra. De hecho, criticó tanto la «recentralización» que, a su juicio, el PP ha impulsado como las diferencias con el trato que se dispensó al independentismo vasco: «Con ETA se reunieron en varias ocasiones y con nosotros no aceptan ni sentarse a la mesa». Antes de aclarar que su oferta a Madrid «no caduca, pero no paraliza» su plan, se preguntó: «¿Alguien tiene el coraje de asumir esta responsabilidad histórica?».

Los diputados de Junts pel Sí se reunieron antes de empezar la sesión y cuando finalizó. En este último encuentro, todo el grupo vitoreó al presidente catalán al grito de «independencia».


«PLENA SINTONÍA» DE LA CUP
CUP. Los antisistema celebraron como una victoria propia el compromiso de Puigdemont de celebrar el referéndum. Anna Gabriel, no obstante, eludió el aviso del ‘president’ y rechazó comprometer, a cambio, su apoyo a los presupuestos.

Ciudadanos. La formación de Albert Rivera lamentó que Puigdemont regrese a «apaños fracasados» como la consulta del 9-N y que busque «soluciones imposibles».

PSC. Los socialistas catalanes consideran que la petición del ‘president’ a la CUP para que salve sus cuentas refleja que es un «líder débil que suplica confianza» y advirtieron de que «referéndum o referéndum es fracaso o fracaso».

Sí que es Pot. La marca catalana de Podemos hizo una lectura positiva del nuevo intento de Puigdemont por buscar un acuerdo con el Gobierno para celebrar el referéndum. Una tesis que Sí que es Pot siempre ha defendido y por la que han «soportado críticas muy duras».

PP. Los ‘populares’ fueron los más contundentes y equipararon la celebración de un referéndum a abrir la puerta a «un conflicto» con el Gobierno porque el ‘president’ «sabe que el referéndum no es un camino viable».